Simplificar las cosas no es una tarea fácil. Y menos todavía cuando hay muchos intereses en juego. Un ejemplo de ello es Nutriscore, el sistema de etiquetado por el que apuesta el Gobierno para hacer más comprensible la información nutricional de alimentos y bebidas. Su funcionamiento se basa en un algoritmo que atribuye puntos positivos y negativos a los productos en función del porcentaje que tengan de determinados elementos. Esa valoración se resume y se expresa de forma gráfica con una escala de cinco colores --del verde al rojo-- y cinco letras --de la A a la E--. Es decir, sintetiza los datos en un simple semáforo de letras y colores para indicar al consumidor si el artículo que va a comprar es más o menos saludable. Sin embargo, hay quien pone en entredicho la comprensión del sistema por parte de los usuarios y es uno de los puntos que más división genera entre los nutricionistas en España.
La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) --que agrupa a ocho de las principales sociedades científicas nacionales en la materia-- publicó un documento para mostrar su posición en contra de esta herramienta. Sin embargo, tres de las organizaciones que integran el grupo decidieron no suscribirlo porque discrepan con varias de las afirmaciones que se recogen en el texto, como que el sistema no es entendible para el usuario medio --algo en lo que están en contra--. Pero hay más. La creación de un comité independiente que evalúe de forma más exhaustiva la implementación de la herramienta o la inclusión de información relativa a la sostenibilidad de los productos son otras cuestiones sobre el tapete. Las entidades que no firmaron el informe fueron la Sociedad Española De Nutrición Comunitaria (SENC), la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Asociación Española de Licenciados, Doctores y Graduados en Ciencia y Tecnología de los Alimentos (Alcyta).
Los consumidores sí que lo entienden
Una de las afirmaciones que se hace en el documento de Fesnad es que no existen estudios científicos con usuarios españoles que demuestren la compresión y la transparencia de la herramienta. “Esto no es cierto”, asevera a Consumidor Global Ana Zugasti, vocal de comunicación y miembro del área de Nutrición de la SEEN. Para desmontar ese argumento, la experta remite a un estudio realizado en febrero del año pasado en el que se comparan cinco etiquetados frontales diferentes. “Nutriscore fue el etiquetado frontal más eficiente --para informar sobre la calidad nutricional de los alimentos-- entre los consumidores españoles”, asevera Zugasti.
En cuanto a su utilidad, esta experta también añade que un equipo del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn) --adscrito a la Universidad de Navarra-- “ha demostrado que el sistema funciona en España. Tal y como está prevista su implantación, cuanto peor es la puntuación nutricional –es decir, de una menor calidad-- más aumenta el riesgo de mortalidad prematura”. De momento, este sistema es voluntario, aunque ya se puede ver en algunos productos de los supermercados. “El consumidor ha ido reconociendo y familiarizándose con esa propuesta, que quizá sea la más sencilla, y lo ha ido identificando razonablemente bien”, explica también a este medio Carmen Pérez, presidenta de SENC.
No es perfecto, pero “es lo mejor que hay ahora”
Jordi Salas, catedrático de Nutrición de la Universitat Rovira i Virgili, presidió Fesnad entre 2010 y 2015. “Me disgusta que la federación haya podido hacer un posicionamiento sobre una cuestión como ésta cuando el documento sólo lo han firmado la mitad más uno de todas las organizaciones que la integran”, asevera este experto a Consumidor Global.
En su opinión, Nutriscore “no es una herramienta perfecta”, aunque apunta que a día de hoy es la que “mejor se entiende de todas”. Sobre ello, recalca que desde hace años son varias las entidades y agrupaciones de usuarios que se quejan de las dificultades para comprender la información de las etiquetas actuales. “Permite a los usuarios hacer una mejor cesta de la compra desde el punto de vista nutricional. Si utilizásemos este algoritmo para comprar se evitarían muchas muertes”, afirma.
Un comité científico independiente
Una de las sombras que se cierne sobre Nutriscore es la presión de algunos lobbies de la industria alimentaria. Sobre ello, la presidenta de SENC señala que hay intereses tanto a favor de que se implante, como en contra. En ese sentido, la experta Pilar Galán, que forma parte del equipo de investigación en epidemiología nutricional de la Universidad de La Sorbona de París, señala sin tapujos a las empresas que conforman ambos bandos. Así, por ejemplo, firmas como Coca- Cola, Pepsi, Mars o Ferrero son contrarias a Nutriscore.
Ante esta situación, la presidenta de la SENC defiende la necesidad de un “comité científico realmente independiente que haga una evaluación neutral de la propuesta”. En esa línea de búsqueda de consensos, apunta que también hace falta que se escuche a todos los sectores involucrados. “El interés final de esta herramienta debe ser que a la gente le sirva para tener una alimentación más saludable”, recalca.
Etiquetas incompletas
En el informe de Fesnad se señala, entre otras cuestiones, que la valoración de los alimentos que realiza Nutriscore no diferencia la cantidad y la calidad de las grasas presentes en los mismos. Esa reivindicación es otro de los motivos por los que SEEN no suscribió el documento de la federación. “No se puede exigir que figure en el etiquetado frontal lo que la normativa no exige previamente en el etiquetado nutricional”, subraya Zugasti. En otras palabras, la queja de Fesnad no se sostiene.
En esa línea también se manifiesta Salas, que señala que la valoración sobre la calidad de los productos que refleja Nutriscore parte de la información nutricional del producto. “La Comunidad Europea no obliga a poner en la etiqueta el azúcar añadido a los alimentos, el tipo de proteína y tampoco la cantidad de grasas monoinsaturadas. Ojalá estuviera, porque se podría mejorar el algoritmo de Nutriscore, pero no es así”, recalca.
Polémica con el aceite de oliva
En las últimas semanas, algunos sectores como el del aceite de oliva, el del jamón ibérico y los queseros españoles se han mostrado contrarios al etiquetado Nutriscore. En cuanto a los dos últimos, el Ministerio de Consumo se ha pronunciado en contra de su exclusión, mientras que el aceite de oliva sí se ha librado.
En este sentido, la presidenta de la SENC considera que no se puede demonizar al aceite, aunque subraya la necesitad de comprender que, aunque se trate de una grasa de uso preferente, debe consumirse en cantidades moderadas. Por su parte, Zugasti, de SEEN, defiende que el aceite “no está penalizado en Nutriscore” y no comparte la polémica creada. “Lo clasifica con una C por su aporte calórico. Es la mejor puntuación entre las grasas añadidas destinadas a la condimentación o cocción y entre los aceites vegetales. Está mejor clasificado que los de soja, girasol y maíz (clasificados con la D). Y también mejor que los de coco o palma (E) y que la mantequilla (E)”.