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La locura de la hamburguesa servida entre dos donuts: una 'bomba atómica' de azúcar y colesterol
Esta fusión entre lo dulce y lo salado de la cadena Big Al’s espanta a los nutricionistas, que no dudan en nombrar los numerosos peligros que conlleva para la salud este tipo de alimentos
Poco a poco, en España, van aterrizando las hamburguesas más americanizadas posibles a las cocinas más innovadoras y creativas. Mezclas imposibles para los paladares más selectos, pero irresistibles para los más atrevidos. Una de ellas es la Luther Burger, elaborada en el restaurante Big Al's, que lleva no uno sino dos donuts glaseados como pan, además de dos carnes, dos lonchas de queso y bacon. Una auténtica locura que espanta a los nutricionistas.
“Eso es una bomba calórica. Es una bestialidad. Es un donut arriba y un donut abajo”, comenta impresionada Elena Sánchez, nutricionista y técnica superior en dietética. Este medio, al acudir al local de Big Al’s en Barcelona (tiene otros dos, en Sitges y Vilanova i la Geltrú), pregunta por las calorías que contiene este alimento al no especificarse ni en la página web ni en el envoltorio del producto. “No tengo ni idea, pero, aproximadamente, son unas 1.500 kilocalorías. Es mejor ni saberlo”, reconoce el camarero que está detrás de la barra.
Las calorías diarias de un adulto
Consumidor Global hace el cálculo teniendo en cuenta los ingredientes que la completan. Cada donut son unas 300 kilocalorías, por lo que suman 600 en total. Las dos carnes de 100 gramos son 250 kcal cada una (500 ambas), las dos lonchas de queso son 100 kcal y el bacon 250 kcal. En total suman aproximadamente 1450 kilocalorías. Además, si se le añade alguna salsa (300 kcal), alcanza fácilmente la cifra de 1750 calorías. Y eso sin contar las patatas fritas que suelen acompañar a este plato. “La dieta estándar de un adulto al día son 2.000 kilocalorías”, matiza la nutricionista.
“Tú te comes eso y ya has hecho el 90 % de tus calorías diarias”, insiste Sánchez. Asimismo, la experta señala que el 24 % de ellas son grasas saturadas, es decir, “las grasas malas”, mientras que el 14 % sería azúcar. “Es una bomba. Y crea unos picos de insulina que es una barbaridad. Evidentemente, un diabético no lo podría comer”, alerta la nutricionista.
Los peligros
Por su parte, el mismo empleado de Big Al’s bromea con que con un día de gimnasio se queman, por lo que no es tan preocupante. “Está riquísima. Hay que centrarse en disfrutar de esta mezcla de sabores. Un día es un día”, comenta mientras se le escapan algunas risas. Por el contrario, Sánchez no está tan de acuerdo y señala que, si el cliente quiere darse un capricho, que lo haga con una hamburguesa en condiciones y no esta “porquería”.
“Además, no saben ni las calorías que tienen, cuando en realidad las deberían de saber”, resalta la experta con indignación. “El problema es que creo que hay mucha gente que no sabe lo que se come. Hay gente que no es consciente de los riesgos para la salud que tienen este tipo de comidas, ya que a la larga puede perjudicar bastante”, avisa sobre los problemas de salud que se puede sufrir como son la hipertensión, la diabetes y la obesidad.
Más allá de las calorías
Por su parte, la periodista especializada en nutrición Laura Caorsi señala que hay que ir más allá de las calorías que tenga esta peculiar versión de hamburguesa. “¿Te has fijado en que este tipo de combinaciones rocambolescas son cada vez más frecuentes? Hace poco veíamos en redes sociales el turrón de donuts o los cereales de desayuno sabor carajillo, pero la tendencia a los maridajes guarros viene de largo”, destaca la experta.
“Al margen de la experimentación, pienso que esto es una manera más de hacer publicidad, generando curiosidad y polémica sobre la novedad de turno”, señala Caorsi. “Estas novedades, en mi opinión, son aburridas porque casi siempre nos proponen comer lo mismo: productos insanos, con un perfil nutricional muy pobre, que nos seducen por sus sabores intensos y sus texturas, mientras nos alejan de un patrón de alimentación saludable”, sentencia.
La experiencia de ‘Consumidor Global’
El envoltorio viene medio abierto en la parte de debajo de la hamburguesa debido al exceso de aceite. Al abrirlo por completo se desprende un olor que combina el del azúcar glaseado caliente de los donuts junto con el del bacon tostado. Al cogerlo los dedos quedan manchados inmediatamente por el glaseado de las rosquillas. Al hincarle el diente, se comprueba que la carne con el queso derretido que la envuelve gusta y se deshace en el paladar. No obstante, el sustituto del pan es excesivo y no termina de convencer.
“Ahora mismo está muy de moda lo de innovar, pero la gente no se da cuenta de los peligros que venden y que luego consumen. Desde el punto de vista nutricional y el de intentar promulgar una alimentación sana para la población, esto es una bomba para el cuerpo. No se la recomiendo a nadie”, concluye Elena Sánchez.
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