Cuando un consumidor compra y paga más por un producto del supermercado, espera, por lo menos, que el producto en cuestión tenga una mayor calidad nutricional, esté hecho con ingredientes ecológicos o su sabor sea excelso, entre otras características. Desde hace unos días, el nuevo gazpacho de Dabiz Muñoz --tanto el de fresa como el de jalapeños-- se puede encontrar en los lineales de El Corte Inglés, pero no está al alcance de todos los paladares: cuesta 8 veces más que los de Lidl y Aldi, por ejemplo. Pero, ¿qué tiene, además de mucho nombre, para pagar tal sobreprecio? ¿Por qué los nutricionistas no lo recomiendan?
Puede ser un alimento innovador, “pero el consumidor debe saber que se trata de un ultraprocesado, con almidones y aditivos, cuya pauta de consumo debería ser hedónica: cuanto menos, mejor”, resume la doctora en ciencia y tecnología de los alimentos, Beatriz Robles, en referencia a los gazpachos del chef triestrellado Dabiz Muñoz. “No es un alimento saludable, y poco o nada tiene que ver con un gazpacho tradicional”, añade la experta.
Entre un gazpacho y una Coca-Cola
Mientras los gazpachos de Carlos Ríos, Belén Esteban o Pepa Muñoz tienen 2,3, 2 y 2,2 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto, en un vaso de gazpacho de fresa de Dabiz Muñoz “hay más de la mitad de azúcar que en un vaso de Coca-Cola”, expone a Consumidor Global el profesor de nutrición de la Universidad San Jorge de Zaragoza, Juan Revenga, sobre los 6,3 gramos de azúcar que contiene la sopa fría del cocinero de DiverXo, StreetXo, GoXo y RabioXo.
Esta cantidad de glucosa, que proviene de las fresas, de los tomates y de las hortalizas, también contiene un elevado porcentaje de azúcares añadidos. “No se trata de una cantidad de azúcar alarmante, pero sí es innecesaria y excesiva al tratarse de un gazpacho”, apunta la doctora en ciencia y tecnología de los alimentos especializada en educación nutricional, Paloma Quintana, quien opina que el de Dabiz Muñoz empobrece, desde un punto de vista nutricional, a los gazpachos que hay en el supermercado.
Mucha grasa
El gazpacho de fresa tiene mucho azúcar, pero ¿qué pasa con el de jalapeños, que sólo lleva 1,9 gramos? “El problema está en las grasas. Es un producto grasiento”, advierte Revenga. Mientras la mayoría de gazpachos contienen entre 2 y 5 gramos de grasas por cada 100 gramos de producto, el de Muñoz lleva entre 4 y 10 veces más: 21 gramos. “Es una barbaridad”, apunta Quintana.
“No tenemos que fijarnos sólo en la cantidad, que es muy llamativa, sino de dónde salen estas grasas”, explica Robles, quien recuerda que la mayoría de gazpachos llevan aceite de oliva virgen extra (AOVE), mientras que el de Muñoz contiene aceite de girasol alto oleico, en primer lugar, y aceite de oliva, que no es virgen extra, en segundo lugar. “Se trata de un aceite adecuado para freír, refinado, por lo que la calidad de estas grasas es inferior a la que podemos encontrar en otros gazpachos”, añade Robles.
Un porrón de calorías
Si el consumidor lee la tabla nutricional de los gazpachos de Dabiz Muñoz, se percatará de que el de fresa tiene 113 kilocalorías por cada 100 mililitros, y el de jalapeños, 206 kilocalorías, o lo que es lo mismo, cada envase de 500 mililitros es una bomba calórica de 1.030 calorías.
El consumidor debe ser consciente de que “este gazpacho tiene un valor calórico inusitado para la categoría del producto”, apunta Revenga sobre la importancia de leer el etiquetado y no dar nada por supuesto. Por ejemplo, el gazpacho Realfooding tiene 60 kilocalorías; el de Sabores de la Esteban 43; y el de Hacendado 44. Un valor energético contenido que sí se corresponde con los productos de su categoría.
¿A qué saben los gazpachos de Dabiz Muñoz?
En una cata, ambos gazpachos brindan una textura cremosa, pero muy fluida, bebible, además de un retrogusto punzante que se mantiene en el paladar. El gazpacho de fresa ofrece un color vibrante entre carmesí y escarlata, que delata la presencia del puré de fresones. En nariz se muestra el fruto maduro, pero con destellos herbales, con una intensidad media. En boca es umami, especiado con un ligero toque ahumado. El gazpacho de jalapeño, a medio camino entre el verde lima y el verde oliva, combina notas herbales y picantes, que en boca mejora, con briznas especiadas, tal y como subrayan desde Hule & Mantel.
En resumen, el de fresa parece un gazpacho más tradicional, pero con un regustillo dulce que le aporta un toque exótico. Sin embargo, es más espeso. Podríamos decir que está asalmorejado. El de jalapeños no pica demasiado, aunque tiene un fuerte regusto a pimiento y ajo. Los dos gazpachos están buenos, correctos, pero probarlos tampoco resulta ser la experiencia gastronómica que podría deducirse dado su alto precio y del cocinero que hay detrás del mismo.
Su precio no está justificado
Entonces, ¿es mejor optar por un gazpacho de marca blanca que por el del chef con 3 estrellas Michelin? “Sin duda”, apunta Robles, quien explica que, en España, tenemos la suerte de que el gazpacho es un buen procesado, y que la gran mayoría son muy parecidos al casero. Además de mucho más barato, “uno de marca blanca sí suele ser saludable”, resume la experta.
Un envase de 500 mililitros de la sopa fría de Muñoz, ya sea de fresa o de jalapeños, tiene un coste de 7,90 euros (15,80 euros el litro). Un precio que, según las especialistas, no está justificado desde el punto de vista nutricional. “Pueden influir otros factores, como el marketing o la cara visible de Dabiz Muñoz, pero los ingredientes no justifican su alto precio”, apunta Robles. En la misma línea, Quintana advierte de que “el consumidor terminará gastando mucho más dinero por un producto que no lo merece”.