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Los Filipinos de caramelo y sal, a juicio: “Es raro, el chocolate blanco no casa con lo salado”
Probamos esta nueva edición limitada de la conocida marca de Artiach que no ha dejado indiferente a nadie que le haya hincado el diente: o lo odias o lo amas
Sara Méndez va cada semana a hacer religiosamente la compra al súper de la esquina de su calle. Leche, huevos, pan… Mientras la lista se va reduciendo, el carrito va llenándose. Lo último lo deja para el final. Para ella, un capricho para el paladar nunca debe faltar. Sin embargo, la última semana cometió un fallo y equivocó dos productos similares, pero nada iguales. “En vez de los Filipinos originales, compré unos que ponen salted caramel. No me disgustaron, pero se me hizo raro porque no es lo que quería. Además, el chocolate blanco no casa con lo salado”, resalta.
Esta nueva edición limitada que ha lanzado la conocida marca Artiach (Adam Foods) no ha dejado indiferente a nadie que le haya hincado el diente. O lo odias o lo amas. Y es que las opiniones de los usuarios al respecto se dividen en estos dos bandos, aunque la mayoría manifiestan su preferencia: los “de toda la vida”. Pero, para matar la curiosidad del rebuscado sabor de los Filipinos Salted Caramel -es decir, de caramelo y sal-, el producto se puede encontrar en las estanterías de cualquier supermercado por 1,20 euros.
“Me confundí de Filipinos”
La versión de las famosas rosquillas se localiza generalmente por casualidad. “Esta semana es devastadora. Me confundí y compré unos Filipinos sabor caramelo salado”, reconoce Ángela Vargas, que no aprobó el dulce cuestionado. En la misma línea, Erika Bautista apunta que también erró en su compra. “Me pillé los Filipinos de chocolate blanco y no me di cuenta de que eran de salted caramel. Están buenos, pero prefiero los normales de siempre”, subraya.
En contrapartida, Amanda Álvarez afirma que se han convertido en “su nuevo vicio”. Lo mismo opina Carmen Aguilar, que tan sólo se queja de que se trate de una edición limitada y suplica a la marca que “no los quiten nunca”. No es la única que realiza esta petición, y muchos clientes, como Juan Cobos, explican que el toque salado potencia su sabor haciéndolo “irresistible”.
De consumo ocasional
La doctora en ciencia y tecnología de los alimentos Beatriz Robles explica a Consumidor Global que, en comparación con los originales, los Salted Caramel tienen una composición distinta. “Este producto nuevo lleva como ingrediente principal el chocolate blanco que supone un 45 % del producto frente a los tradicionales en los que el chocolate con leche supone un 40 % del producto y su primer ingrediente es la harina de trigo”, detalla la nutricionista.
“Aparte de estas variaciones en la composición, finalmente la valoración nutricional que podemos hacer de cualquiera de los dos es básicamente idéntica, son alimentos que llevan una cantidad de azúcar elevadísima”, destaca Robles. “Tanto el Filipinos original como el de caramelo y sal son alimentos ultraprocesados con un bajísimo valor nutricional y que en definitiva deberían comerse de forma muy ocasional. Cuanto menos, mejor”, concluye la especialista.
Combinaciones rocambolescas
Últimamente, las combinaciones rocambolescas en el mundo de la alimentación se han convertido en una tendencia. Desde el turrón de donuts a los cereales con sabor a carajillo. La periodista especializada en nutrición Laura Caorsi ya avisó a este medio de que la moda a “los maridajes guarros” viene de largo y, sobre todo, que están para quedarse.
“Al margen de la experimentación, pienso que esto es una manera más de hacer publicidad, generando curiosidad y polémica sobre la novedad de turno”, comentó hace unos meses Caorsi. “Estas novedades, en mi opinión, son aburridas porque casi siempre nos proponen comer lo mismo: productos insanos, con un perfil nutricional muy pobre, que nos seducen por sus sabores intensos y sus texturas, mientras nos alejan de un patrón de alimentación saludable”, sentencia.
La experiencia de Consumidor Global
El envoltorio y la familiar bandeja que sustenta a los Filipinos se retiran con demasiado brío ante la alta expectación. A simple vista parecen los originales. Su color y forma son iguales. La diferencia se encuentra en el interior. Tras el primer mordisco, el sonido crujiente delata que es distinto, pero su sabor salado lo hace definitivamente atípico.
Un pelotón de sal cruje en la boca y se nota. En cambio, este medio no distingue con claridad el sabor a caramelo. Es algo que se echa en falta pese a que, en el empaquetado, lo que más llama la atención es precisamente el caramelo dibujado. Por último, Consumidor Global concluye que la mezcla del chocolate blanco con la sal no termina de casar.
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