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Esto es lo que te puedes ahorrar al comprar fruta y verdura en el mercadillo del pueblo
El precio de estos productos frescos, que pueden ser un poco más ‘feos, es más barato debido a que sufren menos tratamientos antes de su venta
Catalina Pérez, de 55 años, va todos los sábados, junto a su marido Agustín Navarro (56 años), al mercadillo que se monta en la avenida de Cataluña que se encuentra en el pueblo gerundense de Palamós. Allí compra la fruta y las verduras para la semana a un precio que nada tiene que envidiar a los que ofrecen las grandes cadenas de supermercados, que se han visto sucumbidas a la escalada de precios que atormenta al país. “Ponme una sandía, niño”, pide Pérez al vendedor. “Son 0,79 euros el kilo, señora”, recibe de respuesta. Mientras, en Mercadona, por poner un ejemplo, resulta complicado hacerse con una sin pagar menos de dos euros el kilo.
Pérez sigue su recorrido por el mercado hasta que se encuentra con un puesto de tomates. “Perdona, ¿a cuánto el kilo de tomate?”, pregunta. “A 1,70 euros”, responde el agricultor. Es decir, hasta un 60 % más barato si se compara con el precio del tomate de ramillete que vende la cadena valenciana que dispara su precio a 4,69 el kilo. “Al final, la gente mira más por su bolsillo, sobre todo, en esta época donde todo está por las nubes”, resalta Pérez a Consumidor Global.
Ahorrar en la cesta de la compra en el mercadillo del pueblo
La consumidora Pérez sigue la senda hasta terminar en el final de la calle con una cesta cargada de cerezas, tomates, una sandía, un melón, plátanos, calabacines, ajos y cebollas. Atendiendo a los precios de estas frutas y verduras, la señora ha gastado un total de 11,17 euros. Este medio comprueba el gasto que hubiera hecho si la compra la hubiera realizado en algún establecimiento de Mercadona o de Carrefour, y se le hubiera disparado hasta los 25,21 euros. Es decir, Pérez ahorra más de un 50 % al comprar frutas y verduras en el mercadillo de su pueblo.
Por su parte, Paco R.C tiene su puesto de cerezas, cultivadas en su propio huerto, en el recinto ferial ubicado en Dos Hermanas (Sevilla). Allí, cada miércoles, llega una cantidad de clientes que ha crecido de forma considerable en las últimas semanas. “Por lo general, la gente acudía al mercadillo porque la fruta que traemos es muy fresca y muy buena, pero ahora vienen también impulsados por los bajos precios que marcamos”, destaca Paco, quien ofrece su producto a 2,5 euros el kilo, mientras que en Carrefour alcanza los 4,29 euros.
Menos tratamientos y menos coste
Estos precios suelen ser más baratos por varias razones. Gabriel Carballo, transportista de mercancías perecederas en España, explica a Consumidor Global que “los mayoristas, a veces, por efectos de la manipulación, dañan algunas cajas que ya no son presentables, pero los productos están bien”. En esos casos, explica, “ los sacan de las cajas y los vuelcan en un cajón mayor, aunque no son muchos. Lo normal es que quieran darle salida lo antes posible, fundamentalmente porque ya están en su punto de maduración alto o porque les viene nueva mercancía a mejores precios y quieren sacar ésta de sus cámaras”, matiza.
Una vez que las frutas y hortalizas se cosechan, necesitan prepararse para la venta, ya sea en la finca, a nivel minorista, mayorista o en cadenas de supermercados. Independientemente de cuál sea su destino, las operaciones para la preparación de un producto para el mercado son principalmente cuatro: “eliminación de partes no comercializables, separación por tamaño y/o madurez, clasificación por calidad, y el empaque”, informa Carballo, quien añade que cualquier fallo como bajar la temperatura durante el transporte o el almacenamiento, hará que ese producto no llegue a la estantería de ningún establecimiento.
Las desventajas
No obstante, en un mercado, el producto llega directamente del campo. “En el mercadillo del pueblo, el agricultor no clasifica sus productos ni los rocía de insecticidas. Hay calidad, pero no esperes encontrar el tomate más bonito, todas las manzanas del mismo tamaño o las naranjas colocadas en su malla”, comenta el transportista. Por ello, el coste de este producto se abarata al no someterse a una lista de tratamientos.
“Hay personas que van al mercado, no sólo por los bajos precios, sino porque también piensan que los productos que compran no están tan manipulados. Sin embargo, la falta de operaciones antes de su venta puede provocar que el producto se estropee más rápido o que tenga algunos hongos naturales”, destaca a Consumidor Global Andrés Marín, mayorista de Frutas Marín.
Los consumidores miran por su bolsillo
También, Marín alerta que algunos de los vendedores de estos mercados eventuales pueden no tener licencia para vender sus alimentos y pueden saltarse las leyes de higiene que deben cumplir los productos antes de llegar a las manos del consumidor. “Es una realidad que las frutas y las hortalizas que se venden en estos mercados nunca alcanzarán la calidad o supervisión, mejor dicho, de grandes supermercados”, matiza.
Sin embargo, compradoras como la señora Pérez lo tienen claro: “Yo miro por el bolsillo y, por supuesto, por la calidad y el gusto de los productos, que en estos casos también es bueno”. Por ello, esta consumidora volverá a pasearse por la gran avenida de Palamós, donde se instalarán de nuevo los puestos con productos a precios que harán más relajante el paseo.
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