“Es una tomadura de pelo absoluta. Magia y superstición”. Así de tajante se muestra Beatriz Robles, divulgadora científica sobre alimentación, cuando habla de la cerveza sónica que comercializa la marca mexicana Santanera. Al parecer, esta bebida tiene un factor que la diferencia del resto y que tiene que ver en su original proceso de elaboración. En su etiqueta se puede leer que, durante su fermentación, la cerveza está expuesta 26 días a la música clásica de Wolfgang Amadeus Mozart para conseguir “un aroma mejor”, algo que ha despertado curiosidad y alguna que otra risa entre los expertos.
En concreto, la empresa fabricante argumenta que al exponer las bebidas a las sinfonías del maestro durante 24 horas, de los siete días de la semana, eso “ayuda a que el movimiento de la levadura ocurra de forma dinámica y armoniosa, mejorando con ello el aroma”. No obstante, Robles asume que es una “chorrada” y que no tiene rigor alguno ni una base científica. “Es simplemente una forma de llamar la atención a los consumidores. Puro marketing”, recalca.
Los expertos analizan la cerveza sónica
En la misma línea que Robles, la experta en temas de alimentación, nutrición y salud, Laura Caorsi, advierte de que se trata de un argumento de venta como cualquier otro. “En un mundo donde hay tanta oferta de bebidas —y donde la cerveza artesana está en auge—, cada producto necesita diferenciarse de los demás para sobresalir de algún modo. En este caso, el factor diferencial está puesto en la música. Lo que se pretende es transferir al producto las cualidades de la música, pero no de un modo físico, sino simbólico”, explica.
“No se trata de que la cebada entre en una especie de nirvana cuando le ponen a Mozart en bucle, sino que, cuando nos cuentan esto, nosotros le asignamos a esa cerveza los valores que le solemos dar a la música clásica (como distinción o exquisitez). Al menos, eso es lo que se pretende. Otra cosa es que funcione”, asegura esta experta. Además, en redes sociales, como Twitter, muchos son los usuarios se han mostrado escépticos ante esta bebida y sus virtudes. “Primero, porque promete un efecto subjetivo que no se puede demostrar, como mejorar el sabor, y segundo, porque a nadie se le escapa que la cebada no tiene oídos”, añade Caorsi.
Tampoco convence a los consumidores
Varios son los consumidores que se han pronunciado sobre esta cerveza especial, tomándose poco en serio el argumento para la elaboración de la misma. “Mi maduración sónica consiste en estar expuesto 26 años a discos de Britney Spears”, bromea Abraham Gómez en su perfil. Por otra parte, otros como Juan Lucer se atreven con otra clase de música para mejorar la bebida: “Estoy probando a ponerles reggaeton a mis Cruzcampos, a ver si cogen más fuerza”, detalla con mofa.
“Me consta que hay granjas que ponen música clásica a los animales para que se relajen y puedan ser más productivos e incluso dar un producto de más calidad. Pero sinceramente, me parece increíble que la música pueda afectar el movimiento de un objeto inanimado, como es la levadura”, reconoce a Consumidor Global la consultora y formadora en Marketing Digital, Neus Soler. A su parecer, si algo no puede demostrarse científicamente, “se trata de marketing claramente”. Y, además, en este caso puede ser hasta peligroso. “La empresa se hace un flaco favor a sí misma si toma por tonto de esta manera al consumidor”, asegura.
Los cerveceros lo tachan de “ridículo”
Guadalupe Carrasco, graduada en química y máster en tecnología e industria alimentaria, también expone que para afirmar que esta técnica mejora el sabor de una birra, la empresa fabricante tendría que haber hecho un estudio científico que lo avale. “Yo conozco bien los procesos de elaboración y, según la etapa de fermentación de la cerveza, no influye nada parecido a la música, que en todo caso añadiría vibración”, explica.
No obstante, es cierto que el Centro Nacional de Información Biotecnológica realizó un estudio que afirma que “el sonido audible estimuló la tasa de crecimiento de la levadura en un 23 % en comparación con un control de silencio”. Pero, Francisco Martínez, dueño de Más que cervezas, no lo ve tan claro. “Es más una percepción de marketing que un estado real que la levadura actúe sobre los sonidos. Yo sé cómo es el proceso para elaborar la cerveza y eso de ponerle música es ridículo. El sonido en la levadura no debería afectar. Hay algunas cerveceras que usan este tipo de reclamos y otras que a lo mejor le ponen sabores exóticos. Pero todo es para llamar la atención”, concluye.