El fulgor dorado del aceite y el verde prometedor de la aceituna se han oscurecido en los últimos tiempos. Ya en marzo de 2022, gerentes olivareros hablaban de “tormenta perfecta” para referirse a la fatal conjunción de guerra en Ucrania, precios de la electricidad desbocados y sequía que sacudía el sector. Pero fue a más. El coste del aceite de oliva se disparó en agosto de 2023 un 52,5 % respecto al mismo mes de 2022, su mayor subida interanual en 21 años. Un alza que afecta a un sinfín de empresas, entre las que se cuentan los fabricantes de conservas.
De caballa, de atún, de bonito, de codorniz, de magro de cerdo… Son duraderas, son sencillas y, la mayoría de veces, sanas. Tras la pandemia se erigieron como una tendencia en restauración, aunque ahora su situación es delicada. Según Mundolatas, un portal especializado en el sector, las conserveras se han visto obligadas a subir sus precios, de media, un 15 % en supermercados, con la consecuencia directa de que su consumo ha bajado un 10 %.
“Varias subidas de precio” en dos años
Conservas La Receta es una empresa almeriense dedicada a la fabricación de alimentos preparados y semipreparados en conserva “100 % natural”. Su pulpo proviene de los caladeros de pesca de Almería, seleccionado a diario en lonja. “Y es que comer rápido no debería estar reñido con comer sano”, indican en su web. No obstante, si la espiral inflacionista continúa, eso podría cambiar. “Nosotros hemos tenido que hacer varias subidas de precio en los dos últimos años, y ahora pues… tendremos que hacer otra”, cuenta a este medio Manuel Herrera, uno de los responsables.
“Es un desastre, pero no tenemos otra”, afirma. Sin ocultar su pesimismo, Herrera afirma que en este caso hay un problema de base: “El precio del aceite no es de libre mercado, por así decir: es una apuesta de futuro en función de la cual se compra una cantidad, así que está totalmente intervenido”.
Proyecciones a futuro
Herrera se refiere así al sistema de fijación de precios actual. Tal y como se explica en la web de Hacienda Guzmán, en España la información actualizada sobre los precios en origen y los movimientos del aceite a granel los facilita la plataforma Poolred. Estos datos permiten a “las empresas del sector realizar proyecciones de precios”. Proyecciones que, además, deben tener en cuenta el efecto de políticas agrícolas o subsidios, en teoría destinados a mantener la actividad agrícola, que pueden influir en el coste.
Con todo, Herrera cree que el consumidor no está respondiendo mal y también hace lo que puede. Pero a este empresario le preocupa no solo el rumbo de La Receta y del sector conservero, sino el destino de una dieta que hasta ahora se daba por sentado y, a la larga, la salud de los consumidores. “Si se va dejando el aceite de oliva, la gente tendrá que consumir de girasol o grasas”, señala.
“Que acabe la guerra”
Finalmente, a la pregunta de qué solución cree que tendría este alza incontrolable, Herrera afirma que lo primero sería “que acabe la guerra” y después que el proceso de fijación del precio del aceite cambie. Tampoco le convence a Paola Fornasaro, propietaria y gerente de Entre Latas, una boutique conservera ubicada en el barrio de Gracia de Barcelona. Los clientes que compran sus latas gourmet, explica Fornasaro a este medio, son principalmente extranjeros que se encuentran de vacaciones y tienen mayor poder adquisitivo.
Lo dramático es que, según esta entusiasta del latón, si la situación continúa así las conservas de cierta calidad se convertirán en un producto “casi de lujo”. Sobre el precio del aceite, Fornasaro se muestra tajante. “La subida del precio del aceite es un abuso. El que se está vendiendo es aceite viejo, de la cosecha anterior: si tú vas al supermercado, en la botella puedes ver que la cosecha es la de 2022-2023, la de 2023-2024 aún no ha salido. Es un escándalo, estamos totalmente engañados”, explica.
Hasta 50 céntimos más por una lata
En el caso concreto de las conservas, Fornasaro cree que sus proveedores “son honestos” y de momento no le han subido precios este año, pero considera que “no tardarán” en hacerlo. Si en 2023 está teniendo cierta calma, en 2022 “hubo productos que subieron tres veces en un año. Tocar 30 céntimos, o igual 50 céntimos como máximo, es mucho para una lata de sardinas”, argumenta.