Comemos en el nuevo delivery Gozo con hasta siete cartas diferentes pero precios picantes

El nuevo restaurante, pensado para comer en casa, abarca los principales platos estrellas del ‘fast food’, y Consumidor Global los prueba todos

El nuevo local delivery Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
El nuevo local delivery Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Un rider de Glovo pedalea por la avenida Sarrià hasta que sus manos aprietan los frenos del manillar. Un tanto desubicado saca su móvil para asegurarse de que ha llegado a su destino. Tras varios movimientos de cabeza que van desde el dispositivo a un pequeño local, se convence de que es allí. Y es que, este restaurante simula otra calle de Barcelona, pues las paredes son parecidas a las de un edificio y el suelo está adornado con los adoquines autóctonos (conocidos como panots), aunque en la parte izquierda, un carril de bici lo invade. Se trata de un nuevo establecimiento, que abrió sus puertas este martes y que ha sido bautizado con el nombre de Gozo. Este local de delivery ofrece hasta siete cartas diferentes con el fin de evitar las eternas peleas a la hora de elegir la comida o cena.

Un rider entrando en Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
Un rider entrando en Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

“¿Pedimos una pizza?”. “No, me apetece una hamburguesa”. “Mejor sushi”. El local que ha nacido en Barcelona, creado por Pantea Group, frena las discrepancias al abarcar todos los platos estrellas del fast food. “Aunque está pensado para el formato take away, el cliente también puede comer en una de las cuatro mesas del establecimiento”, explica Víctor Caramés, director del proyecto. Cada mesa hace transportar al usuario a Estados Unidos con sus smash burgers, a Nápoles con sus pizzas, a la baja California con los fish tacos, a Japón con su sushi o a Argentina con sus milanesas.

Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
El pedido de Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Precios picantes

Gozo aún no cuenta con una aplicación para pedir, por lo que se solicitar desde la página web y los envíos a domicilio se reparten en un radio de 3,5 kilómetros. Este medio, desde el local, se decanta por pedir un producto de cada carta para no perder ningún sabor. La degustación empieza con la hamburguesa de la marca Big Boom Burger, “Godzilla American Smash Burger”, de 14,50 euros, un precio superior a la que ofrece, por ejemplo, Goiko, donde un menú ronda los 12 euros. La cata sigue con el “Pho caldo vietnamita de verduras” de Umamy Noodles, que cuesta 10 euros.

 

 

Le llega el turno a México y sus tacos. El producto elegido es el “Cochinita Pibil” de la carta Malditos los tacos, por un precio de 10,50 euros, muy superior a los que ofrece Taco Bell por apenas tres euros. Para los amantes de la comida, Italia siempre deja un buen sabor en el paladar por lo que no podía faltar una pizza. A recomendación del director de Cocina, Albert Bocalandria, la elegida es “Cacio e Pepe” de la marca Rebecca Diabola, por un valor de 13,90 euros. Las milanesas argentinas también se cuelan en la carta, y la marca Hey milanesa ofrece “La Menorquina” por 15 euros. Espera, ¿Y el postre? Un brownie de chocolate por 4,5 euros cierra el espectáculo de sabores de diferentes gastronomías.

Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
Los tacos de Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Aunar todos los platos en una sola cocina

Aunar todas estas elaboraciones en una sola cocina no es fácil, tal y como reconocen Caramés y Bocalandria. “Cada plato tiene sus propios procesos, tiempos, maquinaria. Intentamos que todos lleguen calientes y recién hechos al cliente. Si te pides una pizza por una plataforma y una hamburguesa por otra, uno de estos productos llegará antes al domicilio. Pretendemos que lleguen a la misma vez y calentitos”, destaca el chef a Consumidor Global.

Albert Bocalandria, jefe de cocina de Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
Albert Bocalandria, jefe de cocina de Gozo / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Ambos clasifican a Gozo como un local callejero pensado para clientes y riders. “No se trata de acercar la cocina a la calle si no de acercar la calle a la cocina. Somos un restaurante creado para el delivery, no como otros que lo tienen como un complemento más para aproximar sus platos a los clientes”, destaca Caramés. De hecho, en el mismo establecimiento disponen de dos fuentes de agua potable y un lugar para que los repartidores puedan colgar sus mochilas mientras esperan. El mismo rider que entró al principio, tras dejar su vasito de agua en el mostrador y recoger el pedido, vuelve a montarse en su bicicleta y se dispone a salir, esta vez con más decisión. 

 

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