Muchos recurren a las conservas caseras para preservar durante más tiempo aquellos alimentos perecederos y evitar, así, su desperdicio. En este sentido, la Aesan alerta sobre los peligros que pueden conllevar e informa sobre cómo elaborarlas en casa para evitar que se infecten con la bacteria Clostridium botulinum.
La calidad y el valor nutricional de los alimentos en conserva disminuyen con el paso del tiempo, por lo que Consumo recomienda que se coman en el plazo de un año.
Las conservas mal hechas pueden contener una bacteria mortal
El principal riesgo de las conservas es el botulismo, una enfermedad poco frecuente, pero mortal, provocada por la ingestión de alimentos que contienen toxinas originadas por la Clostridium botulinum.
Esta bacteria produce esporas que pueden contener las materias primas para elaborar las conservas, ya que son resistentes a las altas temperaturas, y en medios poco ácidos y con poco oxígeno. Asimismo, en algunas conservas mal elaboradas, pueden germinar, crecer y excretar toxinas.
La higiene es lo más importante
Según la Aesan, es importante utilizar materiales resistentes a los tratamientos térmicos, como cristal o acero inoxidable. En este sentido, tanto los tarros como sus tapas deben estar desinfectados. Asimismo, los alimentos que se van a utilizar deben ser frescos y estar limpios.
A la hora de elaborar la conserva, si se trata de un producto ácido (tomate, melocotón, piña, naranja, fresa, etc.) se escogerá una olla convencional, mientras que si es un producto alcalino (carne, pescado, legumbres y verduras), se usará una olla a presión.
Los pasos a seguir para elaborar conservas caseras
En primer lugar, hay que pelar, escaldar o cocinar los alimentos y meterlos en los tarros, sin llenarlos del todo. Después, es necesario removerlo para asegurarse de que no hay aire en su interior y taparlos. A continuación, se deben sumergir los tarros en la olla con agua hirviente, en posición vertical, con la tapa hacia arriba y, luego, sacarlos y ponerlos boca abajo mientras se enfrían, para comprobar que el cierre es hermético.
Una vez frías las conservas, se almacenarán en un lugar fresco y seco, etiquetadas con el producto que contienen y la fecha de elaboración. Por último, antes de consumirlas, se recomienda calentarlas a 80°C durante al menos 10 minutos y mantenerlas en la nevera una vez abiertas.