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La cesta de la compra tirita por los altos precios y los congelados ganan peso en ella
Según la asociación Frozen España, la venta de productos congelados sube un 35%, aunque los expertos recuerdan que hay que tener cuidado cuando se descongela comida
España es un país de frescos. O al menos lo era hasta ahora. Con consumidores amantes de las verduras que se cultivan en el terreno, del pescado de la lonja, de la carne de una vaca que nos gusta imaginar en un pasto. Sin embargo, los cambios en los patrones de consumo y la inflación han provocado que los alimentos congelados ganen peso en la cesta la compra y las neveras de los españoles. Y no se trata sólo de la típica lasaña a la que se recurre cuando no hay tiempo, sino de salteados de verduras o lomos de salmón.
Se trata de un cambio que dibuja transformaciones en las costumbres de un país con miles de kilómetros de costa y buen tiempo, algo que no existe en Suiza o en Bélgica. Tras tiritar de frío por los altos precios, los clientes llenan el carro del supermercado con productos congelados y baratos.
La venta de congelados aumenta un 35 % en España
Alberto Bueno es el gerente de la asociación Frozen España, que agrupa a empresas, como Bonduelle, dedicadas a la comercialización de congelados tanto para hostelería como para los hogares. Según calcula Bueno, las ventas de alimentos congelados suben entre un 30-35 % en la era de los precios al alza. Entre los factores, reconoce a Consumidor Global, está la inflación, pero también menciona “el confinamiento” y “el aprovisionamiento de productos debido al lío que hubo, por ejemplo, con los transportistas”o el supuesto Gran Apagón. Es decir, cuando el barco de la distribución surca aguas turbulentas, el consumidor se agarra al mástil duro y helado de los congelados. Por lo que pueda pasar.
“El congelado siempre ha tenido una visión orientada al por si acaso y se asumía que tenía menos calidad que un fresco o que no era ideal para el día a día”, admite Bueno, quien cree que eso ha cambiado de manera radical. “Con el congelado, tienes un producto de calidad y bien almacenado. Hoy en día, los procesos de congelación son mucho mejores y más eficaces que hace unos años, con la ultracongelación desde el origen, que permite mantener las cualidades y las calidades. Al fin y al cabo, desde que un fresco sale de la huerta hasta que se compra, puede pasar mucho tiempo y se estropea”, defiende.
Un sector más barato que trata de virar hacia la sostenibilidad
Consumir productos de proximidad implica ahorrarse desplazamientos de miles de kilómetros, pero si hay que traer carne de Argentina, la refrigeración deberá ser máxima. Ante ello, Bueno señala que, aunque la inflación también ha afectado mucho a las empresas de congelados, tratan de ofrecer productos competitivos. Y eso a pesar de las subidas de la luz, uno de sus mayores quebraderos de cabeza del sector. “Nuestros asociados gastan millones de euros en luz y electricidad para un congelado efectivo” expone, aunque resalta la “fuerte apuesta del sector” por la sostenibilidad y la eficiencia.
Basta dar una vuelta por una pescadería para ver las diferencias de precio entre unos productos y otros. En los supermercados también hay distancia, aunque no siempre exagerada. Por ejemplo, en Alcampo, una bolsa de 500 gramos de medallones de merluza cuesta 3,30 euros, por lo que el kilogramo saldría a 6,60 euros. Sin embargo, un lomo fresco de merluza (400 gramos) cuesta 7,18, es decir, que el kilogramo cuesta casi 18 euros.
“El pescado se descongela en la lonja”
Bajo el punto de vista de Bueno, es una cuestión social. “En Europa, el producto congelado está mucho más interiorizado. Es cierto que el mar pilla más lejos en países como Alemania, pero la realidad es que también conocen los beneficios: disminuye las mermas y el desperdicio, y eso también es sostenibilidad. El consumidor lo tiene almacenado y no tira comida, y conoce la procedencia exacta gracias al etiquetado”, defiende.
Además, desliza que, en los prestigiosos y glorificados frescos, no es oro todo lo que reluce. “El problema es que durante mucho tiempo en España se ha potenciado la dieta mediterránea como si fuera siempre producto de proximidad, cuando la realidad es que todo se congela. El pescado, para que llegue bien, se congela en el barco, recorre una distancia y después se descongela en la lonja”, señala Bueno.
La importancia de no romper la cadena de frío
Sin embargo, el experto en seguridad alimentaria Félix Martín García, autor de El libro negro de la seguridad alimentaria en la cocina, ríe ante la pregunta de si en las pescaderías se vende producto descongelado. “Yo creo que un ojo un poco entrenado distinguiría entre un pescado fresco y otro descongelado”, señala. Ahora bien, ¿qué beneficios se pierden si el producto se congela? García señala que hay bastantes aspectos a tener en cuenta. En primer lugar, reconoce que la calidad “nunca” es igual. “Al congelar un producto, el agua aumenta de volumen y se crean cristales. Eso puede llegar a agrietar los tejidos del alimento, por lo que es inevitable una cierta destrucción y una cierta pérdida de la jugosidad”, resalta.
Ahora bien, si se realiza una ultracongelación y el proceso de descongelación se hace con mucho cuidado, “ese deterioro de calidad se minimiza”, aunque no desaparece. Con todo, García admite que los productos congelados son “perfectamente sanos, asequibles, seguros y útiles”, aunque hay que tener cuidado antes de consumirlos. “No es buena idea descongelar un alimento encima de la mesa, a cualquier temperatura, porque eso favorece la aparición de bacterias”, resalta. A su juicio, lo ideal es respetar los procesos y, sobre todo, “no romper nunca la cadena de frío”.
Mejor en carnes y pescados blancos
En España, la prueba de que los frescos son imbatibles está en que no existen muchos supermercados especializados en congelados. Además, en la mayoría, dicha sección no suele ser muy potente. Tampoco se consume mucha carne en conserva, a diferencia de lo que ocurre en otros países europeos. No obstante, La Sirena, la cadena especializada en alimentos congelados que ha pasado por sus más y sus menos, ha anunciado su intención de abrir 20 nuevas tiendas en lo que queda de año tras una inyección de capital. Habrá que ver si se trata de una tendencia o una apuesta por un nicho de mercado muy concreto.
Y a la hora de elegir un producto congelado vs. uno fresco, García señala que la ultracongelación funciona mejor en carnes blancas (como el pollo, el pavo o el conejo) y pescados blancos (bacalao, rape, lenguado o rodaballo), ya que poseen menos grasas. “Así, pueden durar muchísimas semanas y en mejor estado. En cambio, los pescados o las carnes que son muy grasos sufren más en los procesos y están expuestos a un mayor deterioro”, concluye.
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