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¿Tiene futuro la carne que no es carne, pero lo parece?
Las alternativas vegetales están cada vez más presentes en establecimientos de todo tipo y las grandes cadenas se han sumado a esta moda sin pensarlo
Los productos de origen vegetal existen desde hace mucho y, en general, las personas que deciden seguir este tipo de alimentación no lo hacen porque no les guste la carne, sino porque priorizan motivos éticos y morales como el respeto por los animales y el medioambiente. Por eso, en los últimos años, la industria alimentaria ha dado un gran salto y las nuevas carnes vegetales se parecen, cada vez más, a las de pollo, cerdo o ternera. De hecho, dejarse guiar sólo por los sentidos puede confundir, ya que el aspecto, el olor y el sabor de las opciones veggies están muy logradas.
El debate sobre si estos productos de origen vegetal deben denominarse salchicha, filete o hamburguesa lleva tiempo abierto, pero el Parlamento Europeo ya lo ha zanjado. La industria cárnica siempre ha querido que los alimentos de origen vegetal tuvieran otro nombre, mientras que las entidades veganas creen que eso va en contra del interés de los consumidores. En ese sentido, los eurodiputados europeos han hablado y consideran que una hamburguesa hecha de quinoa, soja o tofu sigue siendo eso, una hamburguesa, aunque provenga de una planta o una semilla.
Diferentes posturas
“El debate ha ganado relevancia por el incremento de la demanda y oferta de productos alimenticios que no contienen nada de carne, pero lo aparentan”, explica a Consumidor Global José María Ferrer, responsable de derecho alimentario del centro de innovación tecnológica Ainia. Sin embargo, en España existe un real decreto que define legalmente el concepto de hamburguesa como un producto elaborado con carne picada y que puede llevar sal, especias y otros condimentos. Mientras, los productos no cárnicos se rigen por otra regulación que determina que su denominación comercial debe ser diferente a la establecida para los cárnicos “porque podrían inducir a error sobre la naturaleza del alimento”, detalla Ferrer.
Además, en 2017, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) prohibió comercializar bajo el nombre de leche, queso, yogur o mantequilla aquellos derivados de plantas para evitar la confusión entre los consumidores. De esta forma, dichas denominaciones se reservan exclusivamente a productos de origen animal, una disposición que también quedó ratificada en octubre de 2020. "Sin embargo, una decisión no entra en contradicción con la otra", tal y como subraya Ferrer. “No es lo mismo que el Parlamento Europeo manifieste una postura a que el Tribunal dicte una sentencia en un caso específico”, añade.
El ‘boom’ de las hamburguesas sin carne
Aunque siempre han existido alternativas vegetales, no fue hasta 2016 cuando comenzaron a asemejarse en su aspecto a las cárnicas. En esa línea trabaja Heura, una empresa española que desarrolla hamburguesas de proteína vegetal que bien podrían pasar por unas de pollo y ternera. Además del fiel parecido, “nuestros productos tienen el mismo aporte proteico, pero solo un tercio de la grasa”, cuenta a este medio Marc Coloma, cofundador de la citada empresa. El ingrediente principal es la soja o el guisante y su proceso de fabricación es parecido al proceso de la pasta. “Nuestro objetivo es ofrecer proteínas con un impacto positivo en el mundo”, asegura.
Algunos supermercados también se han sumado a la fabricación de las burguer veggies. Así, por ejemplo, Lidl cuenta con una versión vegana hecha a base de setas y guisantes, pero con “textura, olor y sabor 100 % a carne”. Y las grandes cadenas se han visto obligadas a adaptarse a las nuevas demandas de sus clientes, como McDonald’s y Burger King, añadiendo estas opciones a su oferta.
Comida que cuida el planeta
Además de las hamburguesas y las salchichas, las opciones de comida vegetal que imitan algunas partes comestibles de los animales son infinitas. Huevos hechos a partir de algas, yogures de semillas y cereales o quesos fabricados con frutos secos son algunas de las opciones. “Mommus nace ante la imposibilidad de encontrar sustitutos vegetales de los quesos que fueran comida real, sin aditivos, con elaboración tradicional y con sabor natural a queso”, explica Cristina Quinto, propietaria de la mencionada marca. Sus productos están elaborados a partir de anacardos y sólo contienen este fruto seco, fermentos, agua y sal. “Sigue un proceso muy similar al del queso y su secreto está en la fermentación y la maduración”, apunta.
De hecho, para Quinto, el “tremendo” auge de la demanda de estos alimentos se basa en la relación que existe entre la forma de consumir y el deterioro de la Tierra. De hecho, según la ONU, el consumo de carne es una de las elecciones que más huella deja en el planeta. De hecho, con el agua que se necesita para producir 312 hamburguesas de carne roja se pueden producir más de 60.000 de origen vegetal.
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