Los consumidores cuando compran productos cárnicos acostumbran a fijarse, sobre todo, en la fecha de caducidad, en los ingredientes que contienen y en su valor nutricional. Pero el cliente deposita casi una confianza plena en que la producción de estos alimentos se ha realizado de manera correcta y bajo las medidas de higiene y seguridad necesarias.
Sin embargo, en determinados casos puede producirse alguna infección, provocada por una bacteria o microbio, que ignora el consumidor hasta que la Agencia de Seguridad Alimentaria y de Nutrición (Aesan) lanza una alerta y anuncia su retirada del mercado. Pero ¿qué pasa después? ¿Qué ocurre con ese lote que ha desaparecido de los estantes de los supermercados? En septiembre de 2020, se procedió a la retirada de varios lotes del Fuet Cabanes de Embutidos Solà por contener Salmonella, pero meses después todavía se desconoce qué conclusiones arrojan las investigaciones sanitarias correspondientes y el origen del problema.
Dentro y fuera de España
“La salmonelosis es una enfermedad que provoca síntomas como vómitos, diarrea y fiebre”, explica a Consumidor Global José Juan Rodríguez, catedrático del Área de Nutrición y de Bromatología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Por suerte, con el fuet catalán retirado, no se detectaron casos de salmonelosis en España, aunque en otros países de Europa se contabilizaron 18 casos.
La Salmonella es una bacteria habitual en los intestinos de los animales que, además, crece con facilidad dentro del organismo de los seres vivos. Pero, en este caso en concreto, lo que llama la atención es cómo este producto fabricado y comercializado por Embutidos Solà, acabó infectado y quiénes son los responsables.
Investigación abierta
Después de que las autoridades sanitarias retiraran este fuet del mercado, se abrió una investigación para conocer las causas y los motivos que causaron dicha infección. De momento y, según fuentes internas de la Aesan, “Cataluña sigue con la investigación a día de hoy y es complicado cerrar el expediente, ya que hay que recopilar información de todas las comunidades autónomas afectadas". En este sentido, el experto en seguridad alimentaria del CSIC, Alfonso V. Carrascosa, asegura que la entrada de la bacteria a la factoría podría haberse producido por varios factores. “Podría haber sido a través de la carne del proveedor, por culpa de algún ingrediente que se utilizara en la fabricación, por el agua que se usa en el procedimiento e incluso por alguno de los operarios de la fábrica”, matiza.
Sin embargo, hasta que la investigación no concluya, el consumidor amante (o no) de este fuet desconocerá los entresijos de lo ocurrido. “Es más probable que la carne, antes de fabricar el fuet, ya viniera contaminada”, matiza Carrascosa. Pero, aunque fuera así, en situaciones como ésta, la responsabilidad total recae sobre Embutidos Solà, ya que es la encargada de vigilar de forma estricta a sus suministradores. De momento, la compañía ya sufre las consecuencias de lo ocurrido, ya que se vio obligada parar en su totalidad la producción de este producto y quitarlo, de inmediato, de todos los establecimientos donde se comercializaba por precaución.
¿Qué puede hacer el consumidor?
Cuando se emite una alerta alimentaria como la de este fuet, la Aesan alerta a los consumidores de la importancia de evitar comprar e ingerir dicho producto, así como “devolverlo a los puntos de venta". Pero ¿qué ocurre con las personas que ya lo consumieron? En ese caso, “hay que acudir a un centro médico si han aparecido algunos de los síntomas que provoca la bacteria”, añaden desde la agencia.
El problema, en muchos casos, es que la Aesan informa de estas acciones a través de su web, aunque la población española no acostumbre a visitar esta página a diario. Este tipo de información llega, por lo general, a la población a través de los medios o, desafortunadamente, cuando se sufren las consecuencias y la salud se resiente.
El papel de la empresa
Pese a que la principal víctima en estos casos es el consumidor, sobre todo si su salud se ha visto afectada por el producto, la empresa también se ve envuelta en una situación desafortunada e inesperada. “Embutidos Solà lleva 200 años de producción de alimentos cárnicos y es la primera vez que les retiran un producto del mercado por intoxicación”, insiste Carrascosa.
No obstante, tras lo ocurrido, a la firma no le queda otra que asumir las pérdidas de todas las unidades retiradas y las devoluciones realizadas en los supermercados. Sobre ello, Consumidor Global ha intentado, en varias ocasiones, ponerse en contacto con la compañía catalana, pero la firma ha preferido dar la callada por respuesta. En estos casos, según Carrascosa, “se nota una bajada de las ventas de todos los productos fabricados y comercializados”, como ocurrió, en su momento, tras el brote de listeriosis en la carne mecha La Mechá. "La gente después de una alerta así pierde confianza en estas marcas", advierte el experto.