Cuando una persona está resfriada o con gripe, suele recurrir a caldos, sopas o frutas con vitamina C (como la naranja) para recuperarse. Sin embargo, hay una planta que suele quedar relegada a pesar de que posee muchas propiedades beneficiosas para el organismo: el jengibre. Esta planta, que ya se utilizaba hace milenios, es originaria de Asia. Sus propiedades lo convierten en un potente antioxidante que ayuda a prevenir algunas enfermedades.
Por otra parte, es un antiinflamatorio efectivo. Y, si se toma crudo, puede aportar muchos minerales, como calcio, fósforo, potasio o sodio. También mejora las digestiones y combate el dolor muscular o menstrual. Asimismo, es capaz de rebajar los niveles de colesterol o de azúcar en sangre, así como los gases.
Una planta versátil que ayuda al metabolismo
A pesar de que tiene un aroma potente y cierto sabor picante, no es difícil incluirlo en recetas del día a día, por ejemplo, como añadido a un té para ayudar al metabolismo. Está muy presente en la cocina japonesa, pero, además, puede funcionar como complemento en un puré (junto a patatas o manzanas) o como aliño de un pescado. Pero donde más destaca el jengibre es en repostería: en los bizcochos, las magdalenas y las galletas, el contraste con los sabores dulces es muy agradable.
Por otra parte, el jengibre se puede comprar fresco, seco o en polvo. En el supermercado, un frasco de jengibre molido cuesta aproximadamente un euro, mientras que la bolsa en la que viene fresco (de unos 200 gramos) puede rondar 1,50 euros. Además de sus aplicaciones en la cocina, también se utiliza en el mundo de la cosmética, ya que tiene contiene un aceite esencial beneficioso para la piel.