Los atrevidos y excitantes ‘pollofres’ y ‘coñofres’ han sufrido un gatillazo. Los gofres con forma de pene o de vulva han dejado de estar de moda y la gran mayoría de tiendas se han visto obligadas a cerrar sus persianas tras el boom del año 2021 cuando aparecieron decenas de locales que vendían estos dulces eróticos.
La tienda con la que comenzó esta tendencia de los gofres eróticos, La Pollería, abrió en el madrileño barrio de Chueca en diciembre de 2019. Aquello fue un absoluto éxito, y unos meses más tarde, en marzo de 2020, otra empresa montó un local similar en Barcelona. No obstante, la pandemia de coronavirus paralizó esta expansión dulce y genital. Tras el fin de las restricciones comenzó la invasión y se instalaron en muchas ciudades como Sevilla o Logroño.
Se acabó la gracia
No obstante, resultó ser una moda gastronómica más. En los últimos meses han cerrado tiendas de gofres eróticos en Vigo, Algeciras, Toledo, León, A Coruña, Murcia, San Sebastián, Pamplona, Girona, Las Palmas de Gran Canaria, Vitoria, Santiago de Compostela, Zaragoza, Valladolid, Madrid o Sevilla, entre otras localidades.
En declaraciones a El País, Manuel Rodríguez, expropietario de La Kikita, una marca con la que llegó a tener tres locales (dos en Madrid y uno en San Sebastián) explica que durante las ocho o 10 horas que estaban abiertos, hacían entre 300 y 400 gofres al día en el 2021. “Después las ventas empezaron a bajar poco a poco hasta que vimos que no merecía la pena seguir. Con el tiempo, una vez que ha pasado la novedad, a la gente le deja de hacer gracia”, reconoce.
La resistencia
Gildo Tremonti es uno de los pocos que aún resisten en este sector con su marca Dick Waffle. En la actualidad este empresario italiano tiene un local propio en Barcelona, dos franquicias en Madrid y una en Lloret de Mar. Las que montaron en Girona y Algeciras cerraron a los pocos meses. “Para que funcione se necesita mucha afluencia de gente diferente casi cada día”, declara Gildo. En su opinión, este sector no va a desaparecer del todo, “porque si haces un buen producto con una buena masa es un gofre, en definitiva”.
Lo cierto es que ya no se ven aquellas colas enormes para conseguir un ‘pollofre’. Muchas de las tiendas que abrieron por toda España han cerrado al ver que la locura por este dulce era sólo transitoria. “A lo mejor dentro de unos años se vuelven a montar y hay otro boom; estas cosas funcionan así”, augura Manuel Rodríguez, expropietario de La Kikita.