La Fundación Patrimonio Comunal Olivarero cuenta con un nuevo sello de calidad para el aceite de oliva. Con esta certificación voluntaria, el sector pretende asegurar la calidad mínima de este producto, controlar su producción y evitar casos de fraude.
Esta iniciativa aumenta los niveles mínimos de pureza del aceite que establece la reciente ley de calidad, que, según los portavoces de la industria, es insuficiente.
Un nuevo sello para el aceite de oliva
La certificación, propuesta por la Fundación, refuerza la calidad del aceite y el control de los procesos industriales. El objetivo es elevar los niveles mínimos cualitativos del aceite: se exigirá que el nivel de acidez no sobrepase el 0,4, en vez del 0,8 que marca la normativa de la Unión Europea.
Para recibir el nuevo certificado, las aceiteras tienen que contratar los servicios de auditorías independientes, a parte de las propias de la administración.
Todo el sector avala la propuesta
La propuesta de la Fundación, que reúne a los representantes empresariales, sindicales y gubernamentales de la industria oleícola, ha sido avalada por profesionales de todo el sector, como Deoleo y Dcoop –dos de los mayores fabricantes del país–, y por el Gobierno central y las administraciones de Andalucía y Castilla-La Mancha.
Los portavoces de la industria agradecen la nueva ley de calidad, en vigor desde el pasado septiembre, pero creen que no es suficiente. Consideran que hay que centrarse en el aspecto físico-químico del aceite de oliva antes de exigir otros parámetros.
Una estrategia para evitar el fraude
Los promotores de la iniciativa reconocen que el principal objetivo de esta es sobre todo evitar los casos de fraude, que son habituales en el sector.
El mes pasado, la Guardia Civil de Sevilla desmanteló una red que introducía grandes mercaderías de aceite a granel en el mercado. Este aceite estaba etiquetado como “aceite de oliva virgen extra”, cuando en realidad era una mezcla de aceite de orujo de oliva y girasol.