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Efecto arrastre: “Prohibir los anuncios de dulces obliga a reformular productos”

La decisión del Gobierno de regular la propaganda para menores de alimentos perjudiciales para la salud es celebrada por unos y criticada por otros, mientras los expertos en publicidad creen que hará que las empresas opten por opciones más saludables

Teo Camino

Los anuncios de bebidas dulces con un alto contenido en azúcar dirigidos a menores se prohibirán / EP

Al pasear entre los lineales del supermercado, a veces, uno no elige el producto que quiere, ni el más sano, ni el mejor, ni siquiera el más barato, sino aquel sobre el que ha recibido un mayor número de estímulos. Cuando se hace una elección de compra, los condicionantes son numerosos. Uno de ellos es la publicidad, que se encarga de bombardear al consumidor por todos los flancos posibles antes de que llegue al punto de venta para decir: este producto es mejor, más atractivo, si te lo comes, harás más amigos y serás como tu personaje favorito de dibujos.

La publicidad “es uno de los pivotes que hace presión sobre los consumidores, y especialmente sobre el público infantil, que es un público mucho más vulnerable”, expone a Consumidor Global la doctora en Ciencia y tecnología de los alimentos Beatriz Robles, quien recuerda que en España el 40% de los niños de entre seis y nueve años padece sobrepeso u obesidad. Por estos motivos, el anuncio del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre el real decreto que regulará la emisión publicitaria de alimentos y bebidas “no saludables” dirigida a público infantil “es una de las noticias más esperadas en este campo desde hace años”, apuntan muchos nutricionistas al unísono.

Primero, las quejas de la industria

Como era de esperar, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y otras asociaciones de la cadena alimentaria han mostrado su "sorpresa e indignación" con la regulación de la publicidad de Garzón, anuncio que han calificado como un “ataque gratuito e injustificado contra un sector comprometido con la calidad, la variedad, la seguridad alimentaria, la sostenibilidad y la mejora nutricional de los productos”. Otros han hablado de ataque a la libertad del consumidor. Sin embargo, el procedimiento, que se prevé para 2022, regulará la publicidad de alimentos perjudiciales para la salud --en televisión, radio, salas de cine, internet, redes sociales, webs y apps con contenidos dirigidos a menores de 16 años-- siguiendo “los informes pertinentes para adaptar los perfiles nutricionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al sistema de regulación", ha declarado Garzón en referencia al consumo de alimentos con altos contenidos en sal, azúcares y grasas. Unos productos que “tienen una influencia negativa sobre la salud e influyen en la aparición de enfermedades que son las principales causas de muerte: cardiovasculares, diabetes, cáncer…”, matiza Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y tecnología de los alimentos y autor del libro Que no te líen con la comida (Ediciones Destino).

“Si la publicidad no funcionase y no condicionase nuestras elecciones, la industria alimentaria no se gastaría millones y millones de euros en ella”, recuerda Robles, quien opina que la citada prohibición va a marcar un antes y un después como ya ha sucedido en otros países donde se ha aplicado. La medida en sí “no hace nada, pero provocará un efecto arrastre, porque, ante la adversidad, las empresas de alimentación se quejarán, pero después buscarán soluciones y crecerán”, apunta Lorena Marti, profesora de Publicidad de la Universidad CEU San Pablo.

Después, productos más sanos

La prohibición de la publicidad de este tipo de productos insanos dirigidos a niños ya se ha llevado a cabo en países como Noruega, Reino Unido y Portugal, entre otros. En Estados Unidos, por ejemplo, la campaña Let’s move!, impulsada por Michelle Obama, “hizo que el proveedor más grande de comida (WalMart) redujera las cantidades de sal y azúcar de algunos de sus productos”, apunta Marti.

“Reformular sus productos y decir ‘oye, yo también quiero una mejora para el usuario’, puede sonar utópico, pero funcionaría”, añade esta experta en publicidad, quien recuerda que, en cierto modo, Coca-Cola lo vio venir hace muchos años y disparó sus ventas con la Zero. En cualquier caso, parece que el código de autorregulación Paos, establecido por la propia industria, ha sido algo "del todo insuficiente".

Los perfiles nutricionales de la OMS

Los perfiles nutricionales de la OMS están diseñados para establecer qué alimentos destinados al público infantil pueden ser o no publicitados. Es un criterio que no da lugar a dudas. Algunas categorías de alimentos ponen unos límites de grasas y azúcares, pero si estás en determinadas categorías no vas a poder anunciarte independientemente del valor nutricional del producto porque se consideran insanos per se. Por ejemplo, un batido de chocolate o bollería destinada al público infantil.

“¿Y esto por qué es bueno? Porque, aunque reduzcas la grasa de esa bollería o los azúcares de una galleta, nunca vas a superar la línea de corte para poder publicitarte. Y esto es una medida todavía más protectora para el consumidor”, sentencia Robles.