Se acabó ir a un bazar y comprar platos o cubiertos de plástico para una fiesta. Se acabó tomarse una copa con una pajita de plástico que va a terminar en la basura, o limpiarse la oreja con bastoncillos. Al menos, eso es lo que pretende el proyecto de ley de Residuos, por el cual, a partir del 1 de enero de 2023, las empresas tendrán prohibido distribuir de forma gratuita envases no reutilizables o plásticos de un solo uso. Pero no solo eso: la ley también impone medidas para fomentar y mejorar el reciclaje.
Con esta normativa se espera reducir paulatinamente el número de artículos de un solo uso destinados al consumo presentes en el mercado y, por consiguiente, modificar los hábitos del usuario en pro de la sostenibilidad y el cuidado del planeta. Sin embargo, ¿realmente estas buenas intenciones van a lograr algo? ¿Cómo afectan al consumidor?
“Hace falta educación medioambiental”
“Al consumidor le va a afectar mucho, y para bien”, considera Fernando Gómez Soria, de Vivir sin plásticos. Gómez, quien en 2015 decidió cambiar sus hábitos de consumo, destaca que “se va a permitir que los ciudadanos lleven sus propios recipientes a los sitios, y eso elimina un montón de residuos”. También expone que, según el borrador, “los supermercados van a tener que poner un tanto por ciento de venta a granel”. “Todo está diseñado para que se utilice menos plástico”, analiza.
Esta ley, aunque necesaria en muchos aspectos, “no se va a aprobar de forma inmediata, por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y temas de la calidad de los alimentos envasados”, explica. Sin embargo, Gómez cree que “la mayoría de la gente va a pasar olímpicamente”. “Hace falta mucha educación medioambiental, y una campaña para educar al ciudadano y ver que esto se necesita”, afirma. “La gente solo empieza a llevar bolsas de tela cuando le hacen pagar por las de plástico”, destaca.
Atacar “el bolsillo”
Carlos Varela, jefe de planta de Recuperamos, coincide con Gómez. “La forma de concienciar a la gente es imponiendo costes. Si queremos que algo cambie habría que cobrar”, señala. El especialista tiene sentimientos encontrados con respecto a la propuesta de ley. “Creo que algunos plásticos no se van a poder sacar del mercado por costes para el fabricante. Algunas cosas van a ser imposibles de cambiar y otras, como las pajitas, sí se podrán eliminar. Y habrá más reciclaje”, declara.
Varela asegura que “la gente ya no se fija tanto en los materiales, se acostumbra a lo que le pongan. Somos animales de costumbres”. “Si el consumidor se acostumbra a las bolsas de tela, no le afectará tanto la eliminación de plásticos”, indica. Entre las alternativas, “la bolsa de papel es una buena opción, se podría prescindir totalmente de las de plástico. Las de Ikea son de rafia, más duraderas y se pueden reciclar”. Sea como sea, el especialista subraya que esta iniciativa “tiene que partir del fabricante, le tiene que compensar económicamente fabricar una bolsa de tela y no de plástico”.
Poco interés en el reciclaje
¿Qué ocurre con las buenas intenciones a la hora de reciclar? “Hay gente con más conciencia respecto al medio ambiente, pero es una parte ínfima de la población”, lamenta Varela. “Las medidas, que vienen de la Unión Europea, están bien, pero nos sigue importando poco cómo reciclamos”, se queja por su parte Gómez. Julio Aparicio, director de Innovación de Econward, expresa que los consumidores somos cada vez más conscientes, pero aún queda mucho camino por recorrer. “El medio ambiente se ha convertido en una de las prioridades de la población”, manifiesta.
A pesar de ello, Aparicio sostiene que “es muy importante que las personas conozcan qué pasa con sus residuos una vez se tiran al contenedor” para que tengan “voluntad de hacerlo correctamente”. “La ciudadanía desconoce el proceso de gestión y tratamiento de los residuos, y no entiende la diferencia de separar la basura de manera correcta en casa y cuáles son las consecuencias reales de no hacerlo”, alerta. “Existe bastante conciencia sobre residuos, como los plásticos, pero hay fracciones igualmente peligrosas, como los residuos orgánicos”, advierte.
“Muy lejos de un reciclaje óptimo”
“El mayor problema es que los fabricantes de plásticos utilizan plásticos con mezclas, que son difíciles de separar”, juzga Varela. “Deberían sacar una ley para los fabricantes para que los plásticos de mucho uso fueran vírgenes, sin mezclas, para que las máquinas pudieran detectarlos más fácilmente”, asevera. Por su parte, Aparicio destaca que “la implantación progresiva del contenedor marrón” está haciendo mucho por el reciclaje.
“Es importante recordar que la materia orgánica representa el 44 % de los residuos municipales, y si no se incide en esta fracción, será imposible llegar a los objetivos de reciclaje que se exigen desde la Unión Europea, el 65 % en 2035”, valora el director de Innovación de Econward. Sin embargo, anuncia que “aún estamos muy lejos de tener una separación óptima”. En este sentido, el especialista destaca que “la obligatoriedad de la implantación de la recogida selectiva de orgánico permitirá tener datos reales para medir y evaluar el impacto de los nuevos sistemas de recogida”.