Un millón de hombres españoles han consumido prostitución en los últimos 12 meses, según un reciente estudio, lo que supone más de un 5 % del total de varones adultos. En cuanto a las personas que la ejercen, en su mayoría mujeres, son alrededor de 100.000. Además, gran parte de los contactos se han trasladado de la calle a las plataformas digitales, y los encuentros sexuales de clubes a pisos.
Así pues, ¿cómo se ha reconfigurado la práctica y el consumo de la prostitución en el universo digital? Esta es una de las preguntas que intenta responder el estudio en el que ha participado Rubén Rodríguez, investigador del grupo Global Literary Studies Research Lab (GlobaLS) y del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC). Para ello, ha analizado cerca de 450.000 anuncios y 21.000 reseñas de demandantes de prostitución para apoyar el marco sociológico planteado.
La invisibilización de la prostitución
La utilización de tecnologías digitales ha trasladado buena parte de la práctica de la prostitución de los clubes de camareras y de striptease a otros espacios como las viviendas de los consumidores, los pisos de las anunciantes, hoteles, locales de agencias o centros de masajes eróticos.
En concreto, el encuentro físico se adapta a las necesidades del demandante en espacio y tiempo, dispersándose por el tejido urbano y concentrándose, sobre todo, en pisos: en España hay entre 4.900 y 5.300 de estos apartamentos.
El gran cambio en el contacto
Dicha invisibilización ha obligado a las personas en situación de prostitución a incorporar nuevos lenguajes y un nuevo marketing sexual de presentación.
Una presentación o reseña con todo tipo de detalles para que el demandante pueda refinar su búsqueda a partir de aspectos físicos, ofertas, proximidad, procedencia y servicios ofrecidos.
Nuevos riesgos
En la actualidad, existe un amplio debate sobre si las plataformas digitales ofrecen más o menos seguridad, libertad e independencia a las mujeres en situación de prostitución. De acuerdo con los autores del informe, aunque es cierto que al concertarse online se evitan peligros tradicionalmente asociados con la calle --arresto, violencia u hostilidad--, con internet han aparecido también nuevas fuentes de daños y riesgos digitales.
Se trata de riesgos como el ciberacoso, los ataques misóginos y racistas en las redes o la dependencia emocional a las malas valoraciones.
El consumo no desciende
"Aunque vivamos en sociedades más liberales, no se percibe un descenso significativo en el consumo de prostitución. Lo que buscan los demandantes sigue siendo una cuestión de poder y de cumplir una serie de fantasías sexuales que no obtienen fuera del universo de la prostitución”, apunta Rubén Rodríguez.
Prácticas de riesgo como sexo oral sin protección o el consumo de drogas “están muy presentes tanto en las reseñas de los proxenetas como en la oferta, y existe una clara banalización del cuerpo de la mujer y de las mismas prácticas", concluye el investigador.