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El infierno de un cliente tras comprar un piso de Clikalia: “Chapuzas”, grietas y demoras

El propietario asegura que los responsables de la compañía no tienen comunicación interna, que un arquitecto llegó a reírse de ellos y que los materiales son de mala calidad

Juan Manuel Del Olmo

Dos profesionales reforman un piso similares a los que posee Clikalia / FREEPIK

Clikalia es una empresa inmobiliaria que “agiliza, facilita y da transparencia a todos los procesos relacionados con la vivienda, incluida la compraventa”. Dicho así, suena muy bien. El año pasado adquirió 1.200 activos inmobiliarios y vendió 1.400, logrando una facturación de 250,2 millones de euros. La compañía reforma los cascos urbanos de las ciudades en las que trabaja, y, según dice en su web, se esfuerza por poner vivienda en el mercado al mejor precio posible y de manera efectiva.

Con todo, la reforma de una vivienda casi siempre es un asunto peliagudo que requiere de una cuidadosa planificación, inversión y gestión. Y no todos los clientes terminan satisfechos. Es el caso de Alejandro Palma. “Nuestra desastrosa experiencia con Clikalia comenzó ya con las mentiras que nos contó la comercial que nos enseñó el piso, pero aumentaron tras la firma del contrato de arras”, cuenta a este medio.

Los plazos no se cumplen

En julio de 2023, este consumidor y su pareja conocieron la empresa. Vieron en Sevilla un piso que les gustó que Clikalia estaba reformado en esos momentos. La comercial prometió unas calidades y características que no estaban contempladas en el proyecto: terraza con cierre con persianas, vitrocerámica de inducción y un baño con ventilación e iluminación natural. Nada de esto llegó. En teoría, la obra estaría acabada en septiembre, pero los plazos no se cumplieron.

Dos propietarios de viviendas revisan un contrato / FREEPIK

“Desde julio hasta bien entrado septiembre, Clikalia nos hizo el vacío. Nadie nos decía cuándo estaría lista la vivienda, nadie sabía nada. Todo se resumía en respuestas de la comercial asegurándonos que nos iban a llamar, pero nunca nos llamaban. Nos empezábamos a sentir engañados, pensábamos que podríamos haber caído en una estafa o algo similar”, relata Palma.

El arquitecto desconoce las peticiones de los clientes

Finalmente, lograron concertar una visita presencial a finales de septiembre con el arquitecto que llevaba la obra. “Nos sorprendió que no tuviera idea de las peticiones que habíamos hecho, pero también que no tuviera ni idea de cuándo se acabaría esa obra que, según su compromiso, debería haberse finalizado en septiembre. Nos daban excusas. Solo nos decían ‘la semana que viene seguro, pero esa semana no llegaba”, cuenta.

La primera visita previa a la escritura (VPE) tuvo lugar el 27 de octubre. Para entonces, el inmueble ya debería haber estado en perfecto estado. Pero nada más lejos de la realidad: Palma asegura que encontraron una vivienda “perfectamente mal hecha”: paredes con bultos y dobladas, un baño sin la prometida ventana que daba iluminación y ventilación natural, una cocina mal montada… “Una lista de desperfectos que no cabían en la hoja que ellos mismos preparan para la visita”, resume.

Dos profesionales durante una reforma / FREEPIK

La compra sigue adelante

Desilusionados, y malhumorados, concertaron una cita urgente para disolver la compra. “No obstante, consiguieron convencernos de la continuidad, ya que se habían dado cuenta de todos los desperfectos y nos dieron la palabra de que darían la vivienda en perfecto estado”, admite Palomas. No era para menos: el precio de la vivienda, de 80 metros cuadrados, era de 200.000 euros

Cumplido un nuevo plazo, a mediados de noviembre realizaron la segunda VPE. “En esta ocasión nos acompañó la técnica de arquitectura encargada. Lo de encargada es porque lo dijeron ellos, ya que parecía no tener la más remota idea del proyecto ni del resultado que, según ella, había revisado personalmente”, critica Palma.

Los desperfectos continúan

Y las cosas no habían mejorado lo suficiente. “Seguía habiendo paredes dobladas y abultadas, una cocina que no se había retocado, azulejos picados y suelos manchados…  Vamos, que no habían hecho prácticamente nada”, cuenta Palma.

Una imagen de los desperfectos en la vivienda / CEDIDA

Una de las mayores desavenencias se debía a la ventana del baño, que habían quitado del proyecto sin ofrecerles explicaciones convincentes. “Para colmo, nos dimos cuenta, al comprobar los planos y el render con el que nos vendieron la casa y sobre el que firmamos el contrato de arras, que en el salón ¡habían tapiado una zona! Habían decidido, por comodidad, eliminar un trozo de pared, tapiándola y quitándonos algún que otro metro cuadrado”, clama Palma. 

Los afectados dan el visto bueno

Por suerte, lograron que les devolvieran ese espacio. “Pusimos las cartas sobre la mesa y les dimos un plazo máximo de 10 días para que terminaran la obra y nos dieran la vivienda en perfecto estado, ya que habíamos avisado a nuestra casera de que nos íbamos y nos veíamos en la calle”, cuenta. Así, se celebró la tercera y última VPE, en la que, tras mucho hablar, discutir y acordar, dieron el visto bueno.

Dos profesionales acondicionan una vivienda / FREEPIK

 

Lo hicieron, describe Palma, sin estar completamente satisfechos, puesto que al día siguiente firmaban la compra y unos días más tarde estaban obligados a abandonar el piso donde hasta entonces residían. Les urgía, y decidieron confiar.

Los desperfectos, cuestiones “estéticas”

Pero muchos desperfectos permanecían, entre ellos los armarios, que se veían doblados, con los marcos desmontados que no cerraban bien. “Según el arquitecto que llevaba el proyecto, eso era algo estético que se solucionaba con nivelarlo un poco”, indica el afectado. Una semana después, uno de esos marcos se le cayó a su pareja en la cabeza.

Clikalia insistió en que, tras efectuar la compra, ellos pasarían a hablar con otra técnica a través del servicio de posventa. “Nos aseguraron de que el servicio posventa era excelente, de rápida respuesta y ágil resolución”. De nuevo, Palma discrepa.

Vivienda sucia

Después de invertir mucho dinero e ilusionarse con un inmueble que hasta ese momento solo les había traído malestar y decepciones, por fin entraron a vivir. Pero, transcurridas 24 horas, elaboraron otra extensa lista de desperfectos. Además, la empresa había faltado a su compromiso de entregar la vivienda limpia, “ya que nos la dieron llena de polvo, manchas de pintura y restos de obra”, asegura este cliente.

Una persona en una vivienda en obras / FREEPIK

También identificó lo que califica de “misterios”: enchufes que dan calambres, centímetros perdidos en el baño porque la pared no se había montado bien, silicona por toda la casa…

“No tienen comunicación interna”

Palma y su pareja no pudieron comunicarse con el arquitecto cuando lo necesitaron, y desde este supuestamente eficaz servicio postventa les decían que la encargada estaba de vacaciones. “Vamos, que no tienen comunicación interna y viven en un caos absoluto”, valora.

A finales de enero, casi tres meses después de adquirir la vivienda, decidieron acudir a la oficina para hablar de tú a tú con los responsables. “El arquitecto nos dijo, de muy malas maneras, que éramos unos perfeccionistas y que los desperfectos eran estéticos. Les enseñamos fotos y cambiaron el tono: no tenían ni idea de lo que estaba pasando en nuestro piso. Nos pidieron disculpas y se comprometieron a hacer un listado con todo lo que iban a arreglar y lo que no”.

Un arquitecto revisa unos planos / FREEPIK

Cambio de armarios

Finalmente, y tras mucho reclamarlo, lograron que la empresa cambiara por completo los armarios. Clikalia también accedió a sustituir los muebles de arriba de la cocina, y, durante su desmontaje, Palma y su pareja comprobaron el “pésimo” estado de los materiales, con azulejos descolgados. “Vivíamos en una situación muy peligrosa que no solo negaban, sino que tuvieron la poca vergüenza de reírse de nosotros en nuestra cara al contárselo”, asegura.

Con todo, después de las sucesivas reclamaciones que han puesto y de viralizar el caso en internet, Palma admite que desde Clikalia “se han movido un poco, ya que parece que van a arreglar más desperfectos, y mandaron a la técnica a revisar todo de nuevo, como pedíamos desde un principio”.

Problemas que persisten

“Eso sí, las paredes dobladas y abolladas y las puertas mal instaladas ya nos han dicho que no las van a arreglar, por lo que tendremos que intentar solucionar esto por la vía judicial, ya que no han hecho una reforma integral como venden ellos”, remarca este afectado, que está dispuesto a pelearlo. Además, han aparecido grietas por toda la casa.

Una mujer responde a una llamada de teléfono / FREEPIK

En resumen, a pesar de que Clikalia es una empresa bien valorada en foros y portales, este consumidor y su pareja vivieron un auténtico infierno pleno de demoras, mala comunicación, cambios de condiciones repentinos y decepciones. “Contratan a empresas externas para que hagan todas las reformas y arreglos y pierden el control de lo que están haciendo, ya que muchos son unos chapuzas”, cree Palma.

La defensa de la empresa

Este medio ha contactado con Clikalia para recoger su punto de vista sobre este caso, y la empresa defiende sus actuaciones. “Tras la entrega de la vivienda, los propietarios comunicaron una serie de incidencias que Clikalia ha ido atendiendo. A raíz de esas incidencias, Clikalia tomó además medidas internas: la técnica de obra que hizo el seguimiento salió de la empresa y también se rescindió el contrato con el constructor que realizó la obra”, admiten. 

Además, aseguran que en ningún momento dejaron de atender al cliente, algo que contrasta plenamente con el punto de vista de Palma. Desde Clikalia aseguran que las grabaciones de las conversaciones (amparadas por la ley) muestran el respeto y la educación mantenida en todo momento.

Dos personas cierran un trato / PEXELS

Actuaciones del servicio postventa

“Tras la escritura de la vivienda en noviembre de 2023, se han producido 16 intercambios de emails, se han mantenido 33 llamadas telefónicas y se han realizado 20 desplazamientos a la vivienda por parte de la técnica de seguimiento de postventa y/o el profesional posventa y/o el proveedor de posventa”, detallan.

Además, la empresa culpa a Palma de algunos de los desperfectos. “Clikalia no solo ha subsanado todas las incidencias: ha atendido requerimientos del propietario que, como tales, no eran incidencias, sino que respondían a un mantenimiento no óptimo del inmueble por su parte. Así se les ha indicado en cada ocasión”, defienden. Con todo, parece poco serio culpar al propietario del piso de la aparición de grietas, cosa que ha sucedido.

Gestión de incidencias 

En cuanto a las demoras, arguyen que la gestión de incidencias sigue un protocolo establecido. 

“Registro de incidencia, valoración perital y actuación una vez comprobado que nos corresponde subsanar la incidencia. Estos procesos llevan cierto tiempo. Entendemos las molestias que ese tiempo ha causado al cliente, pero eso no significa que no le atendamos”, apostillan.