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Sylvia Navarro (Flores Navarro): "Lidl y Carrefour nos quitan ventas con sus rosas a 1,5 euros"
La directora de la gran floristería barcelonesa habla de las tendencias de este Sant Jordi, de precios y de la competencia feroz de los supermercados
Constantino cuidaba las flores de los demás en el barrio del Putxet. Eran los años 50 y ejerció de jardinero hasta que decidió coger un pequeño puesto en el interior del Mercat de la Concepció de la calle Valencia de Barcelona. La parada cerraba a las diez de la noche, pero los amantes de las flores seguían llegando, a cuentagotas, hasta bien entrada la madrugada. Constantino Navarro no se lo pensó dos veces y colgó un cartel de “Abierto 24 horas”. Así empezó la historia de Flores Navarro, un clásico del Eixample diurno y noctámbulo.
“La parada del mercado está siempre abierta”, recalca Sylvia Navarro, nieta de Constantino y actual directora general de la empresa, a la que entrevistamos para conocer las tendencias de este Sant Jordi en lo que a rosas, rosales y elementos decorativos se refiere.
--Dicen que los clásicos nunca mueren... ¿La rosa roja volverá a ser la más vendida?
--Ha habido variaciones en los últimos años. Antes de la pandemia, se llevaba mucho la multicolor y los hombres se regalaban muchas rosas de color azul. Además, cada año tenemos una partida limitada que está como encerada con la señera. Esto tuvo un auge muy grande durante dos o tres años y alcanzó el 22% del total de rosas vendidas. Pero, desde el Covid, todo eso ha desaparecido y la rosa roja vuelve a ser la más demandada. Volvemos a estar en un 85% de rosa roja.
--¿Y el resto de rosas?
--Cada vez hay más variedad de rosas para regalar en cuanto a formato. De la liofilizada, que está tratada y dura tres años, tienes toda la paleta de colores que quieras. Esa flor representa un 5%, pero cada año va creciendo. Supongo que por la durabilidad. Además, en abril cada vez hace más calor y las rosas duran menos. La liofilizada tiene encanto y tampoco es mucho más cara. Viene en una cajita y vale 12 euros.
--¿En el mercado de las floristerías hay que renovarse o morir?
--Cada año hay que innovar con la presentación de la rosa. La típica del plástico con espiga es la más básica, barata y sencilla, pero como rosa de regalo no se vende. Con todo el tema del plástico y el cuidado del medioambiente, han perdido cuota y la gente busca alternativas a este envoltorio. Este año hemos hecho una rosa de madera con un hilo que se gira, abre la flor y sale un Sant Jordi. Va con una probeta y en una estructura muy bonita.
--Dígame más…
--También hacemos un dragón de peluche con una probeta y la rosa por unos 27 euros. Y hay otro tipo de rosa con un envoltorio de papel tratado resistente a la humedad que simula un panel de abeja. Estos motivos decorativos hacen que la rosa valga mucho más, pero al final es una rosa y no se le pueden poner diamantes a una rosa para venderla a 10 euros. Buscamos un equilibrio para que no cueste más el collar que el perro. Ahí reside la dificultad, en la relación calidad-precio y la visibilidad de la rosa. En esa coherencia.
--También tienen muchos rosales, ¿no?
--Cada vez se compran más rosales. La planta, en vez de rosa. La demanda de rosales sube un 5% cada año. Este año haremos un rosal kokedama en el que la planta, en vez de ir con tierra y plástico, se presenta con un poco de raíz, se envuelve con musgo y tienes que mantener este musgo húmedo. Es un ecosistema. Igual que los terrarios. Creas un ecosistema y con regarlo tres veces al año aguanta. Cuesta 24 euros y viene con nueve rosas abiertas.
--Los fletes y la materia prima (plástico y otros materiales) han bajado de precio en el último año... ¿Serán más económicas las rosas este año?
--Costarán igual. No hay un incremento. Al fin y al cabo, todos los costes se acaban regularizando. Pero, cuando alcanzas un precio, no se baja. Ha subido el coste de personal, bastante. Con los problemas de sequía hay menos producción y la flor está más cara. Nosotros compramos muchas rojas al año y tenemos un precio establecido, por lo que no nos afecta tanto.
--¿Qué precio tienen las más básicas?
--Tenemos rosas desde 3, 3,50 y 4 euros, hasta 10, 12 y 15 euros. La media es de unos 6 euros.
--¿De dónde vienen vuestras rosas?
--De Colombia y Ecuador. Todas vienen de allí. Primero, porque después de muchos años y pruebas de variedad de rosa roja, que hay miles, la que más ha gustado gracias a la longitud del tallo -cuanto más largo, más cara es porque más tiempo ha estado cultivándose- es la de Sudamérica. Hay rosas con el tallo de 50 centímetros con la cabeza más grande, y la de 70 cm más todavía. La variedad de rosas que utilizamos y que más gusta es la que se mueve entre 50 y 70 cm. La compramos allí y no en otro lado porque las producen para nosotros y porque el tiempo que tarda desde que la tallan hasta que nos la entregan es de tres días. Cuanto menos tiempo, más calidad ofrecerá la rosa el día 23.
--¿Cómo se trabaja una rosa?
--Cuando la rosa llega aquí, se tiene que cortar el tallo por debajo, para que vuelva a estar tierno y absorba el agua. La ponemos en una cámara frigorífica un par de días, chupa agua, se trabaja, vuelve a otra cámara a otra temperatura y luego se viste y se vende.
--¿Habéis encargado más o menos rosas que el año pasado?
--Menos. Al ofrecer también rosales y rosas liofilizadas… le damos más importancia a vender este tipo de productos. Además, el año pasado cayó en domingo. Era un día muy fácil para que las parejas fueran a pasear y compraran rosas. Cuando cae en día laboral, hay mucha gente que no se ve. Es más difícil. Puedes hacérsela llegar a través de un envío, pero no puedes comprar una rosa de 3 euros y que yo te la envíe a Badalona, Terrassa o Santa Coloma.
--¿Siguen comprando más rosas ellos que ellas en Sant Jordi o se ha equilibrado la balanza?
--Se nota el cambio en la sociedad: ya no sólo entran chicos a comprar rosas. Aunque siguen siguiendo alrededor del 80%. Las chicas también compran rosas a su pareja, a sus amigas o compañeras de trabajo. Igual hace 20 años no venían, y ahora hay una mayor afluencia de mujeres en nuestra floristería.
--¿Qué representan las ventas de Sant Jordi en el conjunto del año?
--La gente se piensa que las floristerías nos forramos por Sant Jordi, pero yo los ramos que vendo durante el año cuestan 20 y 30 euros, mientras que la media en Sant Jordi es de 6 euros. No es el día que más facturo. Tengo que hacer una producción mayor, pero el tique es muy inferior, tenemos más gasto de personal... La cuenta de resultados de Sant Jordi no es para tirar cohetes. Nos gusta porque es nuestra fiesta y nuestro producto, pero hay mucho más volumen y muchísimo menos margen.
--Cada vez hay más paradas de rosas en Barcelona…
--Lo que no está bien es que vayas a todas las esquinas y cualquier persona pueda montar una parada de rosas sin pagar personal. Lidl y Carrefour tienen rosas a 1,5 euros en Sant Jordi y poinsettias en Navidad. Igual que yo el día de la mona no me pongo a vender pasteles, deberíamos dejar que cada sector tenga su día. Es otro tipo de público, pero si no las vendieran la gente iría a una floristería. Nos quita ventas.
--¿Lidl y Carrefour les quitan ventas a las floristerías?
--Claro que me las quitan. Yo igual vendo 100 rosas menos en un día y no me altera, pero alguien que ha comprado rosas específicas para ese día, como las floristerías más pequeñas, con un producto perecedero como son las flores, lo sufre.
--¿Cómo consiguen Carrefour y Lidl rosas tan baratas?
--Compran directamente a proveedores y ellos se lo hacen todo. Compran a nivel Cataluña y reciben las rosas como reciben una caja de jamón. Ellos compran así. Además, tienen un margen limpio por rosa porque no tienen cámaras frigoríficas ni personal que trabaje la flor. La gente va a comprar leche y aprovecha para comprar una rosa. En la calidad se nota, pero si se las llevas a tus compañeras de trabajo, agradecen el detalle.
--Flores Navarro abre 24 horas, ¿comprar flores de madrugada tiene un punto romántico?
--Si lo mantenemos es porque la parada está en la entrada del mercado, toda la calle está llena de género y dentro de la parada no cabe. Si hay que montarlo y desmontarlo cada día… Mi abuelo empezó esto en el 56. Iba a cerrar a las diez de la noche y venía alguien. Y luego otro. Le daban las dos, lo recogía todo y a las seis de la mañana tenía que estar montado. Era inviable. Cogieron un vigilante de noche y con el tiempo la gente empezó a comprar. Gente que trabaja de noche y compra de madrugada. Policías, bomberos, enamorados y arrepentidos que las necesitaban para llegar de madrugada a casa y no dormir en el sofá.
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