Hay muchos imprevistos que pueden convertir unas vacaciones o una escapada de fin de semana en un calvario. Y el más habitual de esos imprevistos suele tener que ver con el alquiler del coche.
Es difícil encontrar un servicio con peores valoraciones por parte de los consumidores que el alquiler de coches.
Es frecuente que, al recoger el vehículo previamente contratado, las compañías traten de colarnos gastos adicionales de los que no teníamos ni idea, como cláusulas para mejorar el seguro pese a que se entendía que estaba todo incluido o que no tenía franquicia, o fianzas mucho más elevadas de lo anunciado.
Sin embargo, las mayores quejas vienen a posteriori. Son innumerables las denuncias de consumidores a los que les han cobrado gastos extra días después de devolver el coche por conceptos o motivos increíbles.
La casuística es infinita, pero son comunes los cargos imprevistos porque el depósito está “casi” lleno, costes por limpieza y, sobre todo, daños y desperfectos en el vehículo que eran invisibles al devolverlo. En este último caso la broma puede ascender a cientos de euros, tal y como hemos recogido en varios reportajes recientes en Consumidor Global.
Las experiencias son tan malas que muchos usuarios hablan directamente de estafas.
Y eso ocurre en empresas de todo tamaño y condición. Tras una página web amable y atractiva, algunos usuarios encuentran un infierno. Aunque también es cierto no todas las compañías son iguales.
Los expertos recomiendan desconfiar de las ofertas demasiado baratas (nadie ofrece duros a cuatro pesetas), revisar la letra pequeña de los contratos (pese a que nos dé pereza) y fotografiar todas las partes del coche cuando se entregue.
También es aconsejable repasar las valoraciones de las empresas de rent a car en los foros de internet y, por supuesto, echar un vistazo a medios especializados como el nuestro.
Al final, no queda más remedio que extremar las precauciones, si no queremos que el alquiler del coche nos amargue unas vacaciones.