Somos Conexión: "Estamos indefensos ante las multinacionales de las telecomunicaciones"

Que el mundo está destinado (si no lo es ya) a ser totalmente digital no es ninguna novedad. La Generación Z es, precisamente, conocida por esto mismo. Desde pequeños tienen una pantalla entre manos. Es por ello que cada vez van naciendo pequeñas agrupaciones que pretenden ayudar tanto a los progenitores como a los menores en lo que al uso de la tecnología se refiere. 

Algo similar es lo que persigue la Guía para Familias Crueles y Malvadas. Este el nombre con el que han bautizado las recomendaciones divulgadas desde Somos Conexión, una cooperativa de telefonía e internet sin ánimo de lucro. Consumidor Global ha entrevistado a Mercè Botella, coordinadora de la mencionada entidad. Botella aborda temas como la propia guía o algunos de los valores humanos que concibe la cooperativa.

--¿Qué es Somos Conexión?

--Es una cooperativa de consumidores sin ánimo de lucro. Lo que hacemos es cubrir las necesidades de conexión, internet y telefonía móvil, y lo hacemos entendiendo que este servicio viene a cubrir una necesidad básica. Estas necesidades están cubiertas por multinacionales que no tienen un interés común. Están haciendo negocio de una necesidad básica en este momento de la historia de la humanidad. 

--¿Cómo es el momento actual en lo que a telecomunicaciones se refiere?

--La conexión telefónica era un servicio público. Ha pasado a ser un servicio 100 % privado, y es que no tiene ninguna regulación por parte de la administración. Normalmente somos muy poco conscientes de lo que implica el sector [de las telecomunicaciones]; los costes que supone el servicio; qué impactos ambientales, sociales y personales tiene el uso de esta tecnología y sus implicaciones. Somos consumidores ignorantes. Estamos indefensos ante las multinacionales que hacen de esto un negocio. 

--Guía para Familias Crueles y Malvadas: ¿Qué es?

--Esta guía va dirigida a familias que están sintiendo que se acerca el momento de que su hijo o hija adolescente, les va a pedir el móvil. Tienen la inquietud de que esto no es tan fácil como ir, lo compras y se lo das. Hay muchas implicaciones. Estamos viendo que en el uso excesivo de la tecnología hay muchos problemas de salud mental, de adicciones, hay riesgos sociales y para la salud de uno mismo. 

--¿Por qué habéis elegido ese nombre?

--Es como te sientes cuando eres de una familia resistente. No quieres hacer lo que hacen todas las familias. O sea, cuando la mayoría de ellas ya han incorporado el primer móvil y tú estás intentando retrasar la incorporación de este, pues es como te ven tus hijos. Unos padres crueles y muy malvados que los están haciendo pasar fatal porque no pueden ser como los demás y no pueden gozar de los derechos que tienen los demás. 

--¿Cuáles son los principales miedos de las familias?

--El uso del teléfono no es inocuo y hay algunas familias que se dan cuenta de que es un momento crítico y no están preparadas para acompañar en la introducción del primer móvil porque no tienen ni información ni conocimiento. Al principio no existía ningún miedo. Simplemente, se compraba el móvil pensando que así se tiene controlado al niño o a la niña. La mayoría de las familias tienen miedos que no conocen muy bien pero algunas tienen claro que incorporar el móvil tiene riesgos. El primero es que [los menores] no están ni viendo ni conectando con el mundo real.

--¿Cómo se recomienda hacer esa introducción al primer teléfono?

--Es una introducción gradual. Eso es lo más importante. Igual que no dices “voy a conducir” y te metes en un coche y empiezas a conducirlo, tienes que estudiarte un libro enorme de normas y hay que tener mucha consciencia… pues es algo similar.  Lo que hay dentro del móvil no hay que explicárselo porque lo aprenden rápidamente y está diseñado para que lo aprendan más rápido que sus padres. 

--¿Qué es lo más importante a tener en cuenta en este proceso?

--Lo primero que tienen que aprender es que tiene un coste. No pueden ir al lavabo y tirarlo. Hay que cuidar lo físico. Además, no hay que empezar con un teléfono muy nuevo sino con alguno que se tenga por casa en desuso y que tiene poca capacidad. Cuánto tiempo vas a usar el móvil, en qué espacios acordamos que se va a usar…  Son edades muy tempranas. La gran mayoría empiezan a los doce y otros muchos a los 10 años. ¿Cómo van a tener derecho a la intimidad a estas edades? Hay que acompañar viendo qué es lo que pasa dentro, que les enseñen y que les cuenten. 

--Según la guía, hay cuatro fases. ¿En qué consisten cada una de ellas?

--La primera es la de antes de tener el móvil. Cómo empezar a acompañar al chico o chica pero con un móvil que no es el propio. Y si necesita alguno, pues que no sea propio sino de la familia para usarlo solo en el momento que se necesita. Si puede ser, mejor que no sea un smartphone. En la segunda etapa, ya puede haber el uso propio del móvil pero con mucha supervisión de cómo lo está haciendo. Si se están respetando los pactos establecidos entre el hijo o hija con los padres, que lo use para lo necesario y durante el tiempo que se ha acordado… Se recomienda que solo tengan minutos y que solo se pueda conectar por wifi. En la tercera fase ya se suelta un poco más. Ya puede tener datos. Y ya puede tener un poco más de margen a lo que es la intimidad. Por último, llega un momento en el que se empodera y no tiene que rendir cuentas. 

--¿Es aplicable a cualquier familiar?

--El acompañamiento es gradual. Así es como se han descrito estas cuatro fases. En cada familia las pueden definir un poco a su modo porque hay lo que se llama el pacto de uso. Lo de las cuatro fases es para facilitar la lectura rápida pero que se podrían definir de forma distinta. Es solo una estructura que facilita la incorporación gradual. 

--En vuestros valores aseguráis que se prima a las personas sobre el capital. ¿A qué os referís? 

--Hay gente mayor que necesita tener un móvil para estar en contacto con sus hijos y con sus nietos, y atender a estas personas requiere mucho más tiempo que a una persona de 20 años, que usa la tecnología con una facilidad tremenda. Las teleoperadoras no pueden dedicar más de unos minutos a la atención. Alguien que te llama para decirte que se le han borrado los contactos de Whatsapp, en principio, ese no es el problema de la trabajadora. Nosotros intentamos dar respuesta a cada cual por su necesidad sin tener en cuenta que esto tiene un coste que no está contemplado. Esto es un ejemplo concreto. Atender a personas es un trabajo complejo y hay que remunerarlo y reconocerlo desde esa óptica. No es lo mismo atender a una persona muy joven que a una persona muy mayor. Hay que atender desde cada situación poniendo a las personas y a sus necesidades en el centro.