Elena Adell (Campo Viejo): "El vino es más barato y está más cuidado en las bodegas"

Elena Adell (Logroño, 1958) todavía recuerda cuando, con seis o siete años, su abuelo le ponía una rebanada de pan con azúcar y la regaba, haciendo un zigzag, con el porroncillo de vino.

“La gente pensará que es una salvajada, pero, en aquel entonces, el vino formaba parte de nuestro día a día y era impensable que no estuviera en la mesa”, expone la enóloga jefe de Bodegas Campo Viejo (Rioja).

“El vino suele ser un poco más barato en la bodega. Además, lo tenemos entre algodones y no corres el riesgo de que se dañe al transportarlo”, explica a Consumidor Global. 

Además, Adell se declara fiel defensora de los rosados, reconoce que falta innovar con el formato de las botellas y desvela algunos trucos para elegir un buen vino, en una tienda o en un restaurante, sin riesgo de equivocarse.

--¿Existe un vino adecuado para cada momento?

--“Sin duda. El momento hace muchísimo. Te han invitado. Llegas muerto de calor y de sed. El cuerpo te pide un cava bien fresco, o un blanco ligero, perfumado, aromático, con buena acidez. En el aperitivo, sigues con un rosado. Durante la comida, o en una cena tranquila, íntima, decántate por un vino reposado que te invite a detenerte un poco más en él. Cada plato, cada paladar, cada momento, te marca un vino u otro, pero no hay uno supremo, hay muchísimos que me entusiasmarán y todavía no he probado”.

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--¿Cuántos ha probado en su vida?

--“No tengo ni idea. Llevo 37 años en esto y cato todos los días. Cuando estamos en la etapa de elaboración, pruebo 150 al día. Pero son catas muy rápidas, de verificación. Cuando un día no cato, tengo un poco de mono. Necesito ese contacto con el vino. Si te pones a sumar…”.

--¿Cómo es su día a día al frente de Bodegas Campo Viejo?

--“Cambia en función del momento del año. Tenemos 145 fermentadores de tintos y 25 de blancos y rosados. Cada día los catamos y tomamos decisiones sobre ellos. Este va a barrica; a este otro le irá mejor un tipo de barrica determinado. A medida que avanza la crianza, decides los ensamblajes, y mezclas vinos procedentes de variedades de uva distintas. Ahora estamos en plena planificación de las vendimias. A finales de agosto empezaremos con los blancos. También hay catas descriptivas, catas a ciegas con la competencia, implementamos técnicas novedosas, atendemos a clientes y equipos comerciales… Es muy variado”.

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--¿Dónde compra el vino una enóloga?

--“Yo compro mucho cuando viajo. Hago viajes técnicos y visito las bodegas. Me encanta comprar el vino en bodega. Siempre llevo el maletero vacío porque vuelvo cargada de vinos de todas las zonas. Especialmente en España. ¿Cómo no vas a volver con unas cajas de vino en el maletero?”.

--¿Y en tiendas especializadas o supermercados?

--“También compro en tiendas especializadas y en supermercados, claro, pero suele ser algo más barato en la bodega. Intentamos tener unos precios lo más similares posible a las tiendas para no hacer la competencia a los distribuidores o clientes, pero en bodega tenemos la ventaja de que lo tenemos envuelto entre algodones. Está muy cuidado. No corres el peligro de que en el transporte haya tenido algún problema. Que no esté bien almacenado. Comprando en bodega tienes esa seguridad y son algo más baratos”.

--¿Cómo puede un neófito acertar en su elección?

--“Si vas a comprar a una tienda especializada, explica lo que buscas al sumiller y déjate aconsejar. En un supermercado, si vas un poco despistado, fíate de las marcas que ya conoces y te suenan. Si están ahí, no es por casualidad. Y arriésgate también con alguna que no conozcas. Si coges la carta de vinos de un restaurante y dices ‘¡Ay, madre!’, guíate por los estereotipos. Con un pescado, decántate por un blanco. Si no te gustan tanto los vinos, los rosados son maravillosos para iniciarse. Al principio, habrás bebido cosas azucaradas, por lo que es lógico que te gusten los que son azucarados. Después, pasarás a los secos; luego a un crianza; etcétera. Todo lleva su aprendizaje. Lo más importante es dejarse llevar, escuchar lo que te pide el cuerpo y probar cosas nuevas”.

--¿En qué aspectos puede mejorar la oferta vinícola en España?

--“España es un país alucinante. Es una maravilla. Por la cantidad y por los buenos vinos que se hacen en nuestro país. Por la cantidad de variedades únicas que tenemos. Porque las posibilidades de elección son increíbles. Tal vez, sobre todo de cara a la gente más joven, quizás falte mejorar y arriesgar con los formatos. Estamos acostumbrados a la típica botella con tapón, pero muchos jóvenes que se inician están acostumbrados a la lata. No hay que rasgarse las vestiduras, hay que incentivar los momentos en que puedes tomar un vino, como en una discoteca o en un festival, por ejemplo. ¿Por qué no decantarse por un blanco bien fresquito en vez de por un combinado?”.

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--También se lleva mucho el vino con gaseosa, con Coca-Cola o con hielo, ¿es un sacrilegio?

--“Muchos creerán que Elena les responderá que el vino es sagrado, pero no. Si el vino te gusta con gaseosa o Coca-Cola, échale. Si lo quieres con hielo, tómalo como quieras. Yo no te aconsejaré que le metas un hielo a un vino magnífico y lo diluyas, pero, si es lo que te apetece, ¿quién soy yo para arruinarte ese momento? El vino va de disfrutar. No todo tiene que ir en una botella. Se trata de que cada uno descubra su gusto”.

--Usted tiene un gusto muy cultivado, si tuviera que quedarse con un vino…

--“No seas malo… No me pidas que elija. No hay un vino que te deslumbre tanto como para decir este es el número uno. Queda tanto por catar y descubrir. Hay tantos momentos en los que dirías uno u otro...”.

--¿Qué blanco y qué tinto recomendaría?

--“Ahora apetecen cosas fresquitas. El vino rosado es el eterno olvidado y lo tiene todo. Son prácticos y deliciosos. Hemos hecho uno que me ha enamorado: el Azpilicueta Colección Privada rosado fermentado en barrica. Es delicioso y muy particular. Combina con un aperitivo, con ensaladas, con arroces, pasta, pescados y carne. A un cocido, ¿por qué no le vas a poner un rosado? Es un contrapunto, la frescura del rosado con la pesadez del plato. Combinan con casi todo”.

--¿Cómo influye el estado de ánimo a la hora de disfrutar un buen vino?

--“Para mí, el estado de ánimo lo es todo. Si estás cabreado o encendido, primero bebe agua. Si estás contento, te encuentras a gusto con alguien y te apetece disfrutar de ese momento, todo te sabrá mucho mejor. Cuando estoy con gente que es curiosa, que tiene la mente abierta, me vengo arriba. Lo divertido que pude ser catar…”.

--¿El primer sorbo de vino es siempre el mejor?

--“Para mí, sí. Porque toda tu atención la tiene el vino. Vas a un restaurante. Te dan a probar. Toda tu atención la tiene el vino. Cuando sirven a los demás, también están expectantes. Después empiezas a comer, a charlar…. Ahí, en el primer sorbo, tomas contacto y decides cuánto te gusta. Ahí tomas conciencia”.