No digo yo que una organización, del tipo que sea, no pueda buscarse la vida para conseguir ingresos. Es más, los recursos son imprescindibles para la supervivencia de cualquier entidad. También de las que, en principio, no tienen ánimo de lucro.
Pero lo de la OCU ya pasa de castaño oscuro.
Según una interesante investigación de los compañeros de El Confidencial, la Organización de Consumidores y Usuarios es una máquina de hacer dinero, más que una asociación de defensa de los consumidores. Y la forma de conseguirlo es muy, muy fea.
El modus operandi de la OCU asusta. Según la información publicada, la entidad demanda (o amenaza con hacerlo) a grandes empresas, y después pacta con ellas un acuerdo económico. Así, el grupo europeo al que pertenece, consigue facturar unos 200 millones de euros.
“Con cada campaña mediática, la OCU busca ganar dinero”. Un dinero cuyo rastro se pierde en el entramado de empresas repartidas por diversos puntos del planeta, como Luxemburgo y Hong Kong. La OCU es lo que podríamos calificar como un opaco negocio multinacional.