Alquilar un coche es un deporte de riesgo. Cuando lo devuelves, nunca sabes si te van a cobrar un suplemento imprevisto disfrazado de cualquier excusa.
La casuística en este sentido es enorme. Desde golpes fantasma, hasta rayaduras invisibles, pasando por mordidas ilegales por el cobro de multas. Pero lo que ya es el colmo es reservar un coche en el aeropuerto y que, cuando aterrices, te digan que se lo han entregado a otro.
Esto es lo que le ha pasado a un cliente de Enterprise. Y la única solución que le ofrecían era el reembolso del alquiler o esperar varias horas a que alguien devolviera un vehículo.
Es algo parecido al overbooking en los vuelos, solo que en esos casos, suelen ofrecerte una suculenta compensación. El caso de Enterprise confirma que la mala imagen que tiene el sector del rent a car entre los consumidores está plenamente justificada.