La fiebre por las dietas sin gluten comenzó a principios de siglo XXI. Hasta entonces nadie ponía en duda que esta opción dietética fuera --sólo-- el único tratamiento adecuado para las personas con enfermedad celiaca. En realidad, su única opción terapéutica.
Así, junto al creciente entusiasmo por algunas terapias alternativas de aquella época y aupado por los testimonios de ciertas celebridades, la idea de que librarse del gluten podría aportar infinidad de beneficios de salud --y para todo el mundo-- empezó a cuajar entre la opinión popular.
De hecho, ya no era que el “sin-gluten” fuese algo positivo, el caso es que a nuestro protagonista se le llegó a hacer culpable de infinidad de problemas de salud e incluso a señalarlo como un elemento de exclusión en el tratamiento de los trastornos del espectro autista.
Por mucho que nos cueste creer, en aquel paroxismo anti-gluten, hubo quien planteó su preocupación al respecto de lo peligroso de que la cocaína que pudiera consumir contuviera gluten.
Tal y como suele suceder siempre en estos casos, no faltó quien no perdió comba y trató de obtener el correspondiente rédito económico a partir de un planteamiento con un recorrido científico mínimo que estaba especialmente arraigado en cierta parte de la sociedad.
En la actualidad, si bien no se trata de una propuesta que haya caído en el olvido, lo cierto es que, a día de hoy, los supuestos beneficios universales de la dieta libre de gluten carecen del calado que obtuvo en otro tiempo. No obstante, y a tenor de lo visto con cualquier otra tontuna dietética, lo más probable es que más tarde o más temprano, las “maravillas” de la dieta sin gluten vuelvan a resurgir con fuerza.
¿Qué es el gluten?
Sin entrar en demasiados detalles el gluten es un conjunto específico de proteínas que se encuentran en contadísimos cereales y, por tanto, no en otros. Los cereales que sí contienen gluten son el trigo, la cebada, el centeno, el triticale (un híbrido de trigo y centeno), la espelta, algunas variedades de avena, así como los híbridos y derivados de estos cereales.
¿Quiénes deben excluir el gluten de su alimentación?
Existen tres colectivos de pacientes a los que, no es solo que se puedan beneficiar de la eliminación del gluten de su dieta, sino que esta estrategia es el único tratamiento para sus dolencias. Se trata de la enfermedad celiaca, la sensibilidad al gluten no celiaca y la alergia al trigo. Para cada uno de estos pacientes, y a través de los diversos mecanismos fisiopatológicos propios de cada enfermedad, la eliminación del gluten de su alimentación reportará la mejoría de los síntomas e incluso su desaparición.
¿Quiénes NO encontrarán ningún beneficio al eliminar el gluten?
El resto de la población general que no pertenezca a ninguno de los colectivos citados no va a encontrar ningún beneficio por el hecho de eliminar el gluten de su dieta, por mucho que lo diga un atleta de élite o alguna celebridad.
A pesar de ello, y para poner de relieve la disonancia entre ciencia y creencia, baste conocer los resultados de este estudio, en el que se puso de manifiesto que entre el 20% y el 30% de la población estadounidense sigue --o había seguido, o creía haber seguido-- una dieta exenta de gluten por motivos de salud... pero sin que estuviera justificado.
Comer menos ultraprocesados mejorarán tu salud, pero el gluten no es el causante
Incluir menos bollería, menos galletería, menos snacks dulces y salados y, en definitiva, menos ultraprocesados implica --ahora ya por definición-- un mejor pronóstico de salud y que como consecuencia te encuentres mejor. Son estos productos los que, al margen de las fuentes dietéticas naturales basadas en cereales con gluten, incluyen ingredientes que, además de gluten, convergen en un pésimo perfil nutricional.
Así, el hecho de eliminar esta clase de productos alimenticios --y con ellos el gluten-- es evidente que provocarán una evolución positiva en el pronóstico de salud y, a poco tiempo que pase, te harán sentir mejor. Pero no será por haber dejado o reducido la cantidad de gluten, sino por mejorado tus hábitos alimentarios.