Carles Rosàs es el encargado de que varios millones de platos de comida lleguen calientes, a través de 63.000 riders, a las casas de 15 millones de consumidores repartidos por 25 países. Como vicepresidente de operaciones y responsable de manejar la reputación corporativa de Glovo, esa es su misión.
Fundada en 2015, Glovo es una compañía barcelonesa de entrega de comida a domicilio cuya cara visible la forman Óscar Pierre y Sacha Michaud, cofundadores de este unicornio que fue adquirido en 2022 por el gigante alemán Delivery Hero. En el siguiente escalón aparecen los nombres de Bartek Kunowski, jefe de producto, Arnau Cortés, vicepresidente de internacional, y el de Carles Rosàs, persona de confianza de Pierre y uno de los pesos pesados de la empresa. No en vano, su andadura en Glovo se remonta a los inicios de la plataforma.
Carles Rosàs: ESADE y Deloitte
Carles Rosàs se licenció en Administración y Dirección de Empresas (ADE) por la universidad de Esade, donde también accedió al programa de intercambio con la University of Sidney y estudió el máster de la prestigiosa escuela de negocios en 2010.
Tras el verano postuniversitario de rigor, decidió empezar a curtirse como consultor en Deloitte llevando proyectos internacionales en Europa, Medio Oriente y África.
Un experto en logística
Adquiridos los conocimientos que da el trabajar durante jornadas eternas en una de las Big Four, Rosàs puso fin a su etapa en Deloitte y eligió un ritmo de trabajo más llevadero: el de las startups.
Y así vivió durante el año y medio que estuvo como jefe de operaciones y logística de la empresa de delivery Foodpanda.
El salto a la competencia
“Fui responsable de construir y expandir una plataforma de entrega bajo demanda en todos los países (+20) donde operaba Foodpanda alcanzando rentabilidad en nuestros principales mercados”, destaca Rosàs en su cuenta de LinkedIn.
En septiembre de 2016, unos meses antes de que Delivery Hero adquiriese Foodpanda, su principal rival, Rosàs se pasaba a la competencia: Glovo.
El motor de Glovo
Cuando Rosàs aterrizó en Glovo, la empresa barcelonesa apenas llevaba un año en activo, y él se puso a liderar el departamento de operaciones, “cuya misión es brindar una experiencia eficiente y fluida a clientes, proveedores y socios”, matiza el directivo.
En la actualidad, tras más de 7 años en Glovo, Rosàs también se encarga de atender las necesidades de los millones de consumidores que compran comida a través de la aplicación de su empresa.
Vistas las incidencias y las quejas de algunos consumidores, no debe ser fácil ejercer de director de atención al cliente de Glovo, una compañía que acumula miles de pedidos diarios y más de 200 millones de euros en multas por el con(trato) que brinda a los riders, un escalafón demasiado alejado del de Rosàs.