Si conduces un diésel de Peugeot, Citroën u Opel fabricado después de 2015, probablemente la palabra Adblue te genere terror e insomnio.
Y es que este sistema diseñado para reducir las emisiones contaminantes de los coches es un verdadero quebradero de cabeza para miles de conductores de estas marcas.
Desde hace tiempo, este mecanismo se estropea con demasiada frecuencia y, cuando el vehículo ha pasado el periodo de garantía, las reparaciones cuestan una fortuna. Normalmente, por encima de los 1.500 euros.
Los afectados son legión y están desesperados. No es para menos. Y sorprende que las tres marcas del grupo PSA (Peugeot, Citroën y Opel) no asuman su error y se hagan cargo de los costes derivados de los fallos del sistema Adblue.
Es increíble la pasividad de estas multinacionales, a las que parece que les importe un pimiento que este fallo dañe su imagen y sus ventas.
Porque ¿quién se puede atrever a comprarse un Peugeot, un Citroën o un Opel, viendo cómo estos fabricantes de coches maltratan a sus clientes?