Lo de Alsa es indignante. Llegar a la parada del autobús con tu billete correctamente comprado y que el conductor te diga que no puedes subir porque no hay sitio es una verdadera guarrada. Y eso es lo que muchos clientes aseguran que ocurre con demasiada frecuencia.
Es sorprendente que Alsa venda billetes para trayectos con las plazas agotadas y que insten a aquellos viajeros que no caben en el autocar a esperar al siguiente, que en algunos casos puede tardar más de una hora en aparecer. Y, por si eso no fuera suficiente, Alsa no ofrece ningún tipo de compensación a los pasajeros afectados.
Lo que ya suena a recochineo es que la compañía (un gigante con cientos de rutas nacionales e internacionales, que factura más de 1.300 millones de euros y gana más de 150 millones anuales) indique en su web que no ofrece los trayectos sin plazas disponibles, cuando no es cierto.
No me extraña que algunos a los que Alsa ha dejado tirados califiquen el servicio de esta compañía de vergonzoso. Y muy suave me parece el calificativo.