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La travesía de escondites por donde Greta Garbo se evadió de la fama en la Costa del Sol
'La Divina' cambió Manhattan por Torremolinos y se alojó en un conocido hotel del litoral malagueño en busca de tranquilidad
Nació en un barrio humilde de Estocolmo y se convirtió en un mito del séptimo arte en Los Ángeles. Por el camino, besó a Clark Gable en Susan Lenox (her fall and rise), fue la Ninotchka de Ernst Lubitsch y acumuló cuatro nominaciones a mejor actriz en los Oscar. Era la número uno. La Divina. La gallina de los huevos de oro de la Metro Goldwyn Mayer. La Esfinge. La mejor pagada. La Mujer que no ríe. La estrella de Hollywood. Y lo dejó todo a los 36 años. Greta Garbo (1905-1990) abandonó el cine cuando estaba en la cúspide y se refugió, rodeada de cuadros de Renoir y Kandinsky, en un apartamento frente a Central Park. Como en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard), pero en Nueva York. Quería estar sola y ella precisó: “Quise decir que me dejen en paz, lo que es diferente”. Incluso le ofrecieron un Oscar honorífico y lo rechazó. Logró esquivar los focos hasta los años sesenta, cuando fue descubierto el lugar de su retiro y los periodistas se instalaron, haciendo guardia, a las puertas de su casa. Fue entonces cuando la Garbo escapó nuevamente de los flashes y se evadió de la fama en la Costa del Sol.
Su huella en la costa malagueña son pasos en la orilla de una playa. Su sombra, fina y alargada. Inalcanzable. Y la ruta por los lugares donde Greta Garbo logró escapar, una ruta fantasma. Sólo algunos nombres. Un hotel de Torremolinos. Una hacienda en Marbella. Un punto indeterminado entre Benalmádena y Málaga. Apenas tres flashes y ninguna fotografía de La Divina escondida debajo de su inmenso sombrero, detrás de sus gafas de sol de pasta negra. Nada. Pasos perdidos.
El hotel Tres Carabelas
En los sesenta, Torremolinos era la meca del turismo de lujo gracias a sus hoteles y a los famosos que en ellos se hospedaban. Y, cuando La Esfinge cambió Manhattan por la Costa del Sol para escapar de los paparazi, eligió uno de los alojamientos más icónicos de la ciudad malagueña: el Tres Carabelas.
Inaugurado en 1962, las habitaciones del Tres Carabelas acogieron a Frank Sinatra, Ava Gardner y Greta Garbo, y sus jardines de película recibieron varios premios. Poco después, el hotel cambió de nombre y se convirtió en el Meliá Torremolinos. Conservó su fama hasta la última noche, pero ya hace más de una década que en ese espacio paradisíaco que pisó la Garbo no queda nada. En 2007 se inició la construcción del Hotel Cruiser Tres Carabelas, y las obras duraron hasta que la promotora Arco Sur S.L. entró en quiebra.
La Hacienda Guadalmina
Durante otra de sus visitas, en febrero de 1969, la actriz sueca se hospedó en la Hacienda Guadalmina, una inmensa y apartada villa marbellí que era propiedad de unos adinerados compatriotas suyos. Por aquel entonces, las playas de Marbella eran todavía vírgenes, pero tampoco ha trascendido instantánea alguna de Greta Garbo paseando por Bounty Beach al atardecer.
Se sabe que la quinta mejor estrella de la historia de Hollywood estuvo allí; dicen que paseó por el pueblo, como también que pasó unos días en un punto indeterminado entre Benalmádena y Málaga; pero, una vez más, la mujer de las dos caras logró escapar de las cámaras. Antes de su muerte confesó: “Mi vida ha sido una travesía de escondites, puertas traseras, ascensores secretos, y todas las posibles maneras de pasar desapercibida para no ser molestada por nadie”.
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