Todocolección tiene algo de rastro, de mercadillo de antigüedades en el que abundan periódicos viejos, joyas y curiosidades más o menos arcaicas, deterioradas o entrañables, pero de vez en cuando alguien encuentra un diamante en bruto. Un diamante valiosísimo que el resto contempla con incredulidad mientras se pregunta qué narices hacía algo así en la plataforma de compraventa de segunda mano. Eso es precisamente lo que ha encontrado un comprador que se ha hecho con un cuadro del pintor Edgar Degas valorado en más de 7 millones de euros.
Se titula El elogio del maquillaje y es una escena de burdel pintada en la segunda mitad del siglo XIX. El comprador ha pagado por la obra un precio irrisorio de 926 euros, según desveló El Punt Avui y han recogido, entre otros, Metropoli.
Una acuarela de Degas que se subasta desde 1 euro
El vendedor, a la luz de los acontecimientos, no se puede considerar un sabueso del mercado del arte. El caso es que la obra, un pastel sobre cartón de 48 x 62,5 cm, está firmada por Degas en la esquina inferior derecha, pero su propietario anterior pensaba que era una falsificación. Una burda imitación. Al fin y al cabo, abundan las obras con una firma falsa, de modo que le otorgó tan poco valor que decidió subastarla por un precio de salida de 1 euro.
Según han desvelado distintos medios, el anterior dueño de la obra es descendiente del banquero Joan Llonch Salas, mecenas y presidente del Banco Sabadell en 1976.
Los expertos confirman la autenticidad
El comprador, que quizá se olía que estaba llevándose algo potencialmente valioso, decidió encargar un estudio a expertos del sector para que determinaran si era o no una falsificación. Michel Schulman, una de las autoridades que mejor conoce la obra de Degas y autor de su catálogo razonado, certificó la autenticidad: era un Degas.
Ahora, está por ver si el propietario decide guardar la obra un tiempo o directamente venderla y embolsarse un buen dineral gracias a su olfato. Lo que parece claro es que la obra no se expondrá.
La historia del cuadro
La historia del cuadro está llena de vicisitudes. Un grabador catalán lo compró en París directamente a Degas. Después pasó en Egipto, volvió a Cataluña y, ya en 1934, fue confiscado.
En la parte posterior tiene varias etiquetas que ofrecen pistas inequívocas sobre su recorrido. Según El Periódico de España, la familia del primer propietario, el grabador catalán que lo adquirió al autor francés, lo recuperó y lo vendió por 3.000 pesetas al presidente del Banco Sabadell Juan Llonch Salas.