Lunes. Once de la mañana. Dos mujeres de avanzada edad entran en la tienda Lovesexing de la calle Fontanella de Barcelona y preguntan por el Satisfyer. La dependienta, a la que se le ha formado una pequeña cola frente al mostrador, les pide paciencia y señala una estantería preferencial, como las de Suchard en los supermercados cuando se acerca Navidad, pero con succionadores.
Pese a esta escena cotidiana, a día de hoy todavía hay quien no se atreve a incluir este tipo de juguetes en la carta a Papá Noel o a los Reyes Magos. La masturbación “continúa generando prejuicios para muchas personas, especialmente en el ámbito femenino, pero los juguetes eróticos cada vez ocupan un espacio más destacado también entre los regalos de Navidad”, apunta a Consumidor Global Adriana Di Ippolito, responsable de comunicación de Lelo --marca sueca de juguetes sexuales de lujo-- en España.
El ‘juguete’ estrella de estas Navidades
Este año el regalo estrella “es el Curvy 2 de Satisfyer porque combina succión y vibración, y además tiene aplicación”, expone Marina Argemí, responsable de la cadena de tiendas eróticas Lovesexing, quien asegura que, por estas fechas, en una mañana se pueden vender seis o siete unidades de este artefacto que sale por 34,90 euros. “Muchas clientas vienen a por el Pro 2 (el clásico), que solía ser el más vendido, pero al final se decantan por el Curvy, que tiene menos potencia y es más completo”, añade la experta.
Aunque la tendencia sigue siendo el succionador, “la gente ya no solo viene a por el Satisfyer. Womanizer tiene mucho que decir porque son los que inventaron el concepto de succión mediante ondas”, matiza Oscar Ferrani, asesor de la casa erótica Amantis. “Nosotros ponemos refuerzos en todas las tiendas antes de Papá Noel, fin de año y Reyes”, añade. Y es que, según apuntan desde el sector, las tiendas de juguetes sexuales hacen el agosto entre noviembre y febrero, meses que concentran el Black Friday, la Navidad y San Valentín.
Los más vendidos de gama alta
Todos los expertos coinciden en que los juguetes sexuales que más se venden pertenecen a la categoría femenina, y dentro de ésta, “los succionadores y los vibradores, los juguetes de entrada al autoplacer, son los top ventas”, apunta Di Ippolito.
Entre los productos de gama alta de la marca Lelo, el succionador de clítoris Sila (169 euros), que ofrece orgasmos igual de intensos, pero a través de una estimulación más suave, y el masajeador con ondas sónicas Sona 2 Cruise (79,90 euros) son los más demandados. “Satisfyer es como un Seat y Lelo como un Mercedes. El primero funciona bien y es accesible a todos los bolsillos, pero no te va a durar 10 años”, opina Argemí.
Para los más fetichistas
Para ellos, el masturbador Pink Lady (70 euros), con vaginas inspiradas en las de actrices de cine para adultos como Tori Black, es el más vendido. Los masturbadores de Satisfyer “salen porque tienen un precio competitivo”, apunta Argemí, quien asegura que los Pink Lady de la marca Fleshlight también se venden mucho “por la calidad de la silicona”.
Para disfrutar en pareja, la experta explica que los más demandados son los que se pueden controlar a distancia, como un huevo vibrador por control remoto. Y para compartir, las pinzas de Bloom Love son el producto estrella en Lovesexing.
Sube el ticket medio
Desde el sector coinciden en que, por estas fechas, y sobre todo de cara a San Valentín, es “indudable” que el ticket medio sube.
“Sí, el presupuesto se incrementa a la hora de hacer un buen regalo. También se demandan mucho los packs con juguetes y accesorios”, añade Di Ippolito.
El amigo invisible más cachondo
Los regalos de amigo invisible suelen tener un presupuesto ajustado, por eso los “dados kamasutra, la cosmética sensual y las pinturas tienen tanto éxito”, explica Argemí. Además, estos juegos clásicos funcionan muy bien y “no te metes tanto en terreno pantanoso”, añade.
Por último, los huevos masturbadores de la marca japonesa Tenga, que cuestan entre 7 y 8 euros, suelen ser la opción más habitual a la hora de hacer un regalo picantón e invitar a un amigo a iniciarse en el autoplacer.