Dos amigas pasean por la Castellana, en Madrid. Acaban de hacer un examen, pero mañana hay otro y, encima, la presión de los trabajos de clase recae en ellas desde el principio de este curso de segundo de carrera. Impensable salir. Giran por la calle Zurbarán y divisan a lo lejos un pequeño cubículo instalado en el jardín del Goethe Institut. “Tía, ¿pone ‘Teledisko’?”, pregunta Claudia. “Creo que tenemos tantas ganas de ir a una discoteca que ya alucinamos”, le responde entre risas Tamara.
Al acercarse comprueban que es una especie de cabina de teléfono, sin embargo, hay un letrero: “Cómo usar la discoteca más pequeña del mundo”. Más abajo una pantalla indica que deben esperar treinta segundos pues, en este momento, hay alguien dentro. No se escucha nada en el exterior ni se ve nada del interior. “¡Necesito probarla!”, exclama Tamara dando saltos y sacudiendo a su amiga, quien accede sonriendo.
Cómo usarla
Por fin, sale el joven que estaba dentro y las dos amigas tocan aquella pantalla táctil para elegir la canción. Tras un breve debate la tienen. “¡La de Shakira y Bizarrap!”, gritan casi al unísono. No hace falta pagar nada y entran rápidamente. Una vez dentro, hay otros botones que ofrecen diferentes opciones para disfrutar aún más la experiencia. Desde incorporar humo a agregar una bola de discoteca. Comienza la música y ambas se liberan. Pa’ tipos como tú…
“Dura lo que dura una canción”, explica Claudia a Consumidor Global. “Ayuda mucho a desestresar, y no hay que pagar nada de nada”, añade. Por su parte, Tamara afirma que volverá más veces a la Teledisko. “A mí me da mucha vergüenza bailar en público en una discoteca, pero en esta cabina y sólo con mi amiga al lado, puedo moverme sin tapujos. Es muy liberador”, confiesa.
¿Qué es la Teledisko?
La Teledisko sirve justo para eso. Desestresarse y liberarse. La discoteca más pequeña del mundo, donde apenas caben dos personas, tiene origen alemán. El artista berlinés Benjamin Uphues tuvo la idea de transformar una antigua cabina de teléfono en un espacio para bailar y escuchar todo tipo de música.
En este momento hay tres Teledisko instaladas de forma permanente en Berlín, pero la inventiva no se quedó en Alemania. Hay otras tres que son móviles y, de hecho, estas cabinas han pasado por otras ciudades como Barcelona. Sin embargo, en España, sólo hay una que permanece de manera fija: la de la calle Zurbarán, número 21, en Madrid, que viajó desde el instituto alemán de cultura en México hasta el Goethe-Institut, en cuyo jardín está instalada.
“La pena es salir luego”
Leandro Rodríguez, que se encuentra en el jardín del Goethe-Institut, cuenta a este medio que ha estado hace unos minutos dentro de aquella original discoteca. “He sentido una liberación personal de la hostia. La pena fue salir luego”, resalta. Su amigo, Borja P., confirma la misma sensación y comenta que es una buena idea para cuando quieres salir y tus amigos no. “Puedes ir sólo y pasarlo genial”, señala.
Con una igualita que tú, uh-uh-uh-uh. Ya está, chao. La canción termina y la puerta de la Teledisko vuelve a abrirse. Claudia y Tamara han repetido canción y experiencia. Les toca el turno a Leandro y Borja. Canción elegida: Tití me preguntó de Bad Bunny. Entran entre risas y vuelve a cerrarse la puerta. Sí, en esta pequeña cabina, hay toda una discoteca montada.