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Pasión por lo retro pero un sonido pobre: la inesperada resurrección del disquete para la música
En 2024 varios sellos discográficos lanzan canciones en este antiguo formato con apenas un almacenamiento de 1,4 MB
Comprar vinilos sin ni siquiera tener un tocadiscos o guardar enormes cantidades de cintas de casetes son un claro ejemplo de la pasión y el resurgir de lo retro. En un tiempo marcado por lo efímero, las escuchas rápidas y el streaming, los formatos antiguos se hacen hueco incluso con nuevas publicaciones.
Pero, ya no es ni el casete, ni el vinilo, ni el CD. En 2024 hay gente haciendo música en disquetes. Estos discos eran el formato de almacenamiento más habitual hasta la llegada del CD o los pendrive USB. Estaban formados por una lámina circular de material magnético recubiertos por una funda cuadrada o rectangular de plástico.
El resurgir del disquete
Es más, el conocido icono que pulsamos para guardar cualquier documento es un homenaje al diseño que tenía este soporte de almacenamiento de tan solo 1,4 MB. Los más conocidos eran de tres tamaños distintos: 8, 5¼ y 3½ pulgadas y se estuvieron utilizando desde 1971 hasta el 2000.
Aunque ya no se fabrican, existe un inventario que se está aprovechando incluso para grabar nuevas canciones. Prueba de ello es el trabajo del sello discográfico húngaro Floppy Kick. Esta compañía edita unidades muy limitadas de disquetes con música, que se pueden comprar por solo 2 o 3 euros en webs como Bandcamp.
Sellos discográficos que editan disquetes
Se fabrican de una forma muy artesana, etiquetados con bolígrafo y envueltos en bolsitas de plástico. Y no son los únicos, hay otras compañías como Loser Crew, Pionierska Records o Strudelsoft que también están trabajando este formato.
¿Y qué música se escucha en estos discos? Como es de esperar, su limitada capacidad de 1,4 MB no permite alojar en ellos grandes producciones. Más que canciones, lo que se puede oír en un disquete son sonidos electrónicos experimentales similares a los que acompañaban a los antiguos videojuegos arcade.
Música electrónica con sonido comprimido
La calidad de sonido, de hecho, es bastante comprimida y pobre, tal y como se puede comprobar en los reproductores demo que alojan las webs de estas discográficas. Para escuchar un disquete se necesita un lector externo que se conecta mediante USB al ordenador. En Amazon se venden por 20 o 30 euros.
Para Antoni Roig, experto en cultura audiovisual y profesor de Ciencias de la Información en la UOC, el resurgir del disquete es más una iniciativa artística que musical. “Se utiliza un medio tecnológico digital, limitado en capacidad, difícil de reproducir, en extinción, pero teóricamente funcional, como objeto artístico”, apunta.
Una iniciativa más artística que musical
Tal y como explica el profesor, responde a la tendencia del “reaprovechamiento artístico de un objeto considerado obsoleto, pero muy reconocible icónicamente, tangible y atractivo a la vista y al tacto”. Ese soporte se puede aprovechar para crear pequeñas obras artísticas como las ilustraciones que contienen algunos de los disquetes que venden las discográficas.
Por otro lado, el experto también remarca la reivindicación de una experiencia musical especial por lo “difícil” que supone encontrar la manera de reproducirlos. “Eso la hace única, comparada con la política de la aparente abundancia y la conveniencia de las plataformas de streaming, que no exigen esfuerzo, donde todo es intangible y por tanto no hay aventura”, opina Roig.
Cada vez más revalorizados
Es fácil comparar el resurgir del disquete con el de otros formatos como el vinilo o el casete, aunque hay una diferencia importante que recalca este experto. “Con el casete existe una nueva producción, más que reciclaje o apropiación. Los disquetes no se crean, sino que se reaprovechan para otro uso, gráfico y sonoro, aunque es el objeto lo importante”, señala Roig.
Es esa escasez, ya que ya no se fabrican, lo que puede hacer que en el futuro, conforme se agoten las existencias, se revaloricen los disquetes. Ahora mismo se pueden conseguir a precios bajos y son muchos los que aún guardan decenas de ellos en sus casas. Lo más aconsejable es que sigan haciéndolo porque es muy probable que en un futuro aumenten su valor.
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