Entre los diferentes bares que gobiernan la calle Enric Granados, en Barcelona, hay uno que llama la atención, y sin entrar ni siquiera dentro. En su terraza hay unos enormes osos sentados en las sillas esperando a la clientela humana, sin hacer ruido y con la mirada fija. Este fenómeno empezó con las restricciones a la hostelería con motivo de la pandemia del Covid-19. Ahora estos curiosos animales se han convertido en la marca de este local. Cabe aclarar que son peluches. Por si acaso.
El restaurante informal con brunches, rollitos, batidos, boles saludables y opciones veganas, que regentan estos osos rellenos de algodón, recibe el nombre de Lilo Café Brunch. “El detalle del oso en la mesa me encanta, hace tu experiencia con amigos o en pareja más agradable”, señala Jeniree Peña en una reseña de Google. Por su parte, Danny también reconoce que “hacen una experiencia especial”. Consumidor Global se ha acercado a este local para saber más. “Me encantaron esos peluches que tienen. Si vienes a comer solo, uno de ellos te hará compañía”, explica una clienta. No obstante, en un primer momento, el objetivo no era sólo hacer una mera compañía.
¿Por qué lo hacen?
“Los pusimos para mantener la distancia de seguridad que dictaba la norma de seguridad sanitaria impuesta por el Gobierno. Así podíamos rellenar los huecos vacíos para darle un poco de alegría a la terraza”, informa un camarero a este medio. “A la gente le gustó mucho y muchos se acercaban sólo por eso. Decidimos entonces mantenerlos fuera y hacerlo marca de la casa”, señala.
De hecho, ya no sólo están en las sillas, sino que también en la misma puerta hay colocados dos osos. En Barcelona, hay otro local, concretamente, en la calle Diputació, también adornado con estos característicos peluches. Asimismo, ofrecen hasta un vaso, bautizado como Liloso. Se trata de un recipiente de 250 mililitros con doble vidrio con forma de oso que se puede adquirir por 9 euros.
Los clientes se quejan del precio
No obstante, pese a que los clientes aseguran estar maravillados con estos peluches, se quejan de los altos precios del restaurante. En la página web, desde Lilo Café avisan que el coste medio está entre los 3 y 14 euros. “Todo muy rico pero los precios son extremadamente caros. Una tostada de aguacate y huevo poché, un cachito y dos cafés sale por 19,20 euros. No volveremos”, zanja Bibiana. “Servicio poco eficiente, cocina con predominio vegetal, un poco caro. Platos diferentes con predominio de comida vegetariana o vegana. Decoración bonita y muy osuna”, describe Pepo Barbera.
Carlos, sin embargo, es mucho más crítico. “Fui a comer con muchas expectativas, el servicio me pareció de 10, pero la comida no tiene gusto a nada, es como pagar para ir a comer a un lugar solo por la reputación y no entiendo por qué lo tienen”, subraya. “No volvería y si alguien me pregunta, le diría que solo vaya a este sitio si quiere tener una foto de postureo para Instagram, pero que es tirar el dinero, he comido mejor en lugares sin tanta reputación y Lilo no le llega ni ala suela de su zapato”, sentencia este cliente.
En Francia e Italia
La invasión de los osos no sólo está pasando en España. En 2020, ya un grupo de osos gigantes de peluche paseaban por las cafeterías y restaurantes de Les Gobelins, una avenida en París, causando sorpresa entre la mayoría de los vecinos y ciudadanos. Las redes sociales no tardaron en hacerse eco. El objetivo, según informaba Última Hora, era promocionar el pequeño comercio de proximidad y dar visibilidad durante los momentos críticos de la pandemia. En internet a muchos les gustó esta iniciativa; otros usuarios afirmaban que en su ciudad los osos no durarían ni dos minutos, porque alguien los robaría.
En Italia, un bar de Milán, tal y como señalaba Ruptly, también tenía a osos de peluche como parte de una protesta contra el cierre por Covid-19. Ahora no hay restricciones, pero estos animales ya se han consagrado como clientes de oro en ciertos restaurantes.