Subir las laderas de Sierra Nevada montado en una máquina pisanieves de 600 caballos de potencia es más caro que seguir los pasos de Federico García Lorca y viajar de Granada a Nueva York. Se trata de una nueva atracción après ski que se realiza en varias estaciones españolas y para la que no es necesario reservar con demasiada antelación.
Nada es imposible. Todo tiene precio. Hacer un escape room en un refugio antiaéreo de la Guerra Civil es más barato que ir al cine (5 euros). Volar durante dos minutos en el túnel del viento de Madrid Fly ya pica un poco más (59 euros). Dormir en el viejo faro de Isla Pancha, en Lugo, es cosa de ricos (400 euros). Y la ruta con una máquina pisanieves, al atardecer y con el Mediterráneo de fondo, se dispara hasta casi 1.000 euros.
Conducir una máquina pisanieves a más de 3.000 metros de altura
Además del ya clásico forfait de esquí nocturno, Cetursa, la empresa pública que gestiona la Estación de Esquí y Montaña de Sierra Nevada (Granada), ofrece una ruta al atardecer en una máquina pisapistas o pisanieves. La actividad tiene una duración aproximada de hora y media, consiste en subir a la Veleta --3.470 metros de altitud-- y ver como se pone el sol, a vista de pájaro, con un pequeño aperitivo.
Ponerse al volante y al joystick de una Pisten Bully 600 durante unos minutos cuesta 750 euros para grupos de un mínimo ocho personas y un máximo de doce, según la página web oficial de la estación. “Es recomendable reservar una semana antes, pero no suele haber problema para encontrar sitio”, apunta una empleada de la estación. Para los que una jornada de esquí no sea suficiente gasto de energía y dinero, las salidas se realizan los viernes y sábados de invierno, y la hora de partida va en función del astro rey.
Una alternativa menos cara
Las estaciones de La Molina y Vallter 2.000, en el Pirineo, también tenían planeado realizar salidas en máquinas pisanieves este invierno. Sin embargo, “debido a las medidas Covid, no están disponibles en la actualidad”, aseguran dichos centros de esquí.
En Vall de Núria, también en el Pirineo Catalán, “hemos optado por mantenerla sólo con grupos burbuja”, expone a Consumidor Global un trabajador de la estación. La cabina de la imponente máquina tiene capacidad para 15 personas y un coste de 460 euros.
Cambios por la pandemia
La llegada del Covid también ha afectado a estas atracciones. Algunos organizadores han reducido de forma significativa el tamaño de los grupos, lo que sin duda encarece la actividad, que incluye en el caso de la Vall de Núria un conductor, una animadora que explica la historia del lugar y una copa de cava en las alturas.
La duración de la ruta es de una hora y se lleva a cabo todos los sábados entre diciembre y abril tras el cierre de pistas --alrededor de las 18:00 horas--. No obstante, según matiza el empleado de este centro de esquí, “tampoco es una actividad muy demandada”.
Una excursión para las élites
Su precio “es una barrera para que no haya una avalancha de gente”, expone a Consumidor Global el vicedecano de turismo de IQS School of Management, Ricard Santomà, quien explica que el público que va a esquiar ya es, por lo general, de un poder adquisitivo medio alto, por lo que suelen tener una sensibilidad al precio un poco más baja.
“El esquí, en sí mismo, ya es elitista. Sólo hay que fijarse en los patrocinadores de los bares de las estaciones de esquí: marcas de champán francés y de lujo. Y las actividades complementarias van acorde”, añade el experto. Las actividades consideras de lujo “deben proporcionar al cliente elementos de valor relacionados con la distinción, la exclusividad y la originalidad”, explica la directora del máster en Innovación de la Gestión Turística del CETT Universidad de Barcelona, Emma Pla.
Todo por un ‘Me gusta’
Ambos expertos coinciden en que la excursión en máquina pisa nieves es una actividad pensada para personas que de manera esporádica buscan experiencias nuevas para quedarse con un recuerdo.
También “influyen las redes sociales. Conseguir algo que nadie ha hecho para conseguir más likes en Instagram o Facebook puede ser un reclamo potente”, apunta Santomà.
Una actividad poco sostenible
El esquí se vincula con la naturaleza, pero pasearse por las alturas con una máquina de más de 10 toneladas que necesita 600 caballos de potencia para escalar las pistas más empinadas es menos sostenible.
“Tanto estas máquinas como el consumo eléctrico de las estaciones de esquí son una asignatura pendiente”, resume Santomà. En la misma línea, Pla apunta que en el momento de diseñar una experiencia turística “es imprescindible tener en cuenta criterios referidos a la sostenibilidad”. Además, este elemento es cada vez más valorado por parte de los visitantes en el momento de escoger una actividad, un alojamiento y un destino determinado.
¿Qué será lo próximo?
Los especialistas coinciden en que cada vez hay una mayor competitividad entre los destinos turísticos, por lo que es preciso innovar y proponer actividades que los diferencien del resto.
“La gente busca experiencias. Cosas que no hacemos en el día a día. Algo que quede en la memoria. Ya sea a través de un turismo más auténtico vinculado con la población local, o con experiencias extremas que llevan tus sentidos a otro nivel para que te lleves las fotos y un recuerdo”, sentencia Santomà.