El jueves 1 de julio de 1965, a las dos y media de la tarde, bajo un sol abrasador y 38 grados de temperatura, cientos de fans (los grises no tanto) pasaban de la zozobra al éxtasis en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Barajas. En lo alto de la escalinata, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr saludaban y sonreían al fervoroso público para, acto seguido, entre espejismos, hurras y desmayos adolescentes, subirse a un Cadillac y desaparecer rumbo al hotel Fénix.
El viernes 2 de julio y el sábado 3, con el mismo repertorio de 12 canciones sin bises tanto en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid como en la Monumental de Barcelona, son dos fechas históricas e irrepetibles que todavía muchos septuagenarios y octogenarios recuerdan vívidamente a día de hoy. Lo que muy pocos saben es que, en plena beatlemanía, apenas unas semanas antes de sus dos únicas actuaciones en España, hubo un icónico hotel madrileño que rechazó a los Beatles.
No se admiten artistas
La británica Shelagh Tennant, propietaria del primer pub de Torremolinos y amiga de Brian Epstein, productor de The Beatles, ejerció de traductora y ayudó a buscar hotel para la banda de Liverpool durante su breve estancia en España. Su primera idea fue hospedarlos en el Ritz, pero por aquella época el lujoso hotel era conocido por no admitir a personas del mundo del espectáculo. Un veto a los artistas que aparece retratado en la gran vencedora de la primera edición de los Premios Goya, El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez.
“Esto no se debía a que la familia Marquet, propietaria del hotel entre 1932 y 1978, tuviese algo en contra de este gremio; simplemente rehuían sus coloridos atuendos y a los ruidosos fans que acampaban frente a la entrada”, reza un documento de Información general facilitado por el Mandarin Oriental Ritz (Madrid) a Consumidor Global. “La verdad es que para algunos el hotel siempre estaba completo”, expone la directora de comunicación del establecimiento hotelero, Inmaculada Casado.
El código NTR: No Tipo Ritz
Así, el Ritz habría rechazado hospedar a los Beatles porque la dirección imponía una serie de normas de lo más estrictas, ya que la mayoría de sus distinguidos clientes pertenecían al más alto calibre social y la dirección quería salvaguardar su intimidad, confort y tranquilidad.
“Se trataba de un código interno denominado NTR (No Tipo Ritz)”, añade Casado, quien explica que a la gente que no se la consideraba acorde, se le recomendaba el hotel Palace, que estaba justo enfrente y admitía un poco más jaleo. Sin embargo, el Sr. Marquet se permitía efectuar ciertas excepciones con actores que él considerase caballeros, y es que el Ritz sí aceptó a famosos como Lawrence Olivier (por tener título de Lord), Cary Grant, que vestía siempre de manera impecable, o James Stewart, quien reservaba como General James de la Armada Americana. Al parecer, no todo el mundo reunía las condiciones para ser cliente del Ritz, valoración que no dependía sólo del poder económico, sino más bien de aspectos como el origen familiar, la educación, el estilo y las buenas maneras. Aquellos que no siguieran una determinada forma de comportamiento, eran transferidos a otros hoteles.
El hotel Fénix
Y así fue como las estrellas del pop acabaron en el hotel Fénix, un establecimiento ubicado en el Paseo de la Castellana, junto a Plaza Colón, en el que “solo había viejos”, según dijeron los cuatro de Liverpool.
Allí, en las suites del Fénix, tras una rueda de prensa en el hall del hotel con preguntas tipo “¿Les gusta la tortilla?”, “¿Conocen los toros?” o “¿Por qué llevan esos pelos tan largos?”, y después de conocer un tablao flamenco, los Beatles pasaron la noche previa al concierto.
Cuánto cuesta dormir en una suite como la de los Beatles
El precio de las entradas oscilaba entre 75 y 450 pesetas, un precio casi tan prohibitivo como el de una suite en el Gran Meliá Fénix, miembro de The Leading Hotels of the World y antiguo hogar del grupo más famoso de la historia durante un día.
Y es que pasar una noche en la Presidential Penthouse Suite del citado hotel se dispara hasta los 3.850 euros. Eso sí, cuenta con 200 metros cuadrados, jacuzzi y las mismas vistas de las que disfrutaron los autores de Hello, Goodbye.