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Conoce el museo privado de la familia Sanahuja con más de 600 máquinas recreativas en funcionamiento
El genearca, Jaume, lleva desde casi su nacimiento enamorado del arcade y ahora, con 71 años, es el mayor coleccionista de Europa con su tesoro custodiado en una nave industrial a las afueras de Sabadell
Cuando Jaume Sanahuja aún era un niño, quedó seducido del arcade, de sus luces y sus sonidos distintivos de aquellos años cincuenta. Ahora, con 71 años, es el mayor coleccionista de Europa y, con el sostén de su familia, custodia su tesoro de más de 600 máquinas recreativas en una nave industrial a las afueras de Sabadell, en Barcelona.
En la entrada no hay ningún tipo de cartel que anuncie el museo. Tras dos toques en la puerta, el emprendedor del sector del juego recibe a este medio con su distintiva media sonrisa. Dentro, da la sensación de que se ha retrocedido setenta años en el tiempo, pues la decoración se asemeja a un bar americano de los cincuenta. Un suelo de cuadros blancos y negros, las paredes rojas y con luces están decoradas con una antigua cabina de teléfono, una máquina expendedora de Coca-Cola y una gramola o jukebox, entre otros objetos que estuvieron de moda en las cafeterías.
La colección privada de Sanahuja
Los tres mil metros cuadrados sustentan más de 600 máquinas recreativas que siguen iluminadas e, inauditamente, funcionando sin tener que echar una peseta, un duro o, para las más nuevas, un euro. Las gramolas siguen sonando. Canciones de Elvis Presley y de los Beatles se entremezclan en la sala. Siguiendo el recorrido, llega el turno de escuchar el rebote de las bolas en pinballs, disparos a marcianitos y, por supuesto, la música representativa del Pacman.
Una hilera de máquinas tragaperras van desde el año 1939 con su palanca incluida en el lateral para hacer girar los tres dibujos centrales, hasta una de 2017 con sus botones y sus imágenes digitales. Aquí no se juega con dinero y, por lo tanto, ni se gana ni se pierde. No son necesarios los 25 centavos que informan de serie aquellas máquinas.
Para familiares, amigos y conocidos
Al igual que el arcade que colecciona Sanahuja, la entrada es totalmente gratuita, pero se trata de un museo privado. “Es una exposición para familiares, amigos y conocidos. Pero, dada la amplia variedad que mantengo, puede venir cualquiera que se entere de este museo, pero siempre con previo aviso porque es como si se tratase del salón de mi casa”, explica el emprendedor a Consumidor Global mientras levanta en brazos a quien parece ser su nieta de unos tres años.
El ambiente del museo es familiar. Todos se conocen y hablan entre ellos de lo que les une: el entretenimiento. Una pasión compartida que ha llevado a los Sanahuja a adquirir de forma continuada, desde hace veinte años, piezas únicas y de coleccionista de todo el mundo. En el bar de la entrada, el picoteo y las conversaciones hacen evidente la respuesta. Además, en un momento dado, varias personas que pertenecen al linaje rellenan de peluches una clásica máquina de gancho.
Cómo se puede ir
Pero, no hace falta compartir sangre o amistad con los Sanahuja para poder disfrutar de la experiencia de los recreativos a lo largo de los años. “Contactas con nosotros y vamos apuntando a la gente interesada en acudir. Cuando tenemos un buen grupo, organizamos una jornada de puertas abiertas desde las diez de la mañana hasta, aproximadamente, la una de la tarde”, destaca Óscar Orcera, quien trabaja para Jaume.
Las puertas de la nave industrial, situada en la calle Ramon Llull, 35 de Sabadell (Barcelona), se suelen abrir los sábados pues, como comenta Orcera, entre semana trabajan. Jaume Sanahuja preside el Grupo MGA desde su fundación en 1976, la compañía pionera en España en la creación de contenido gambling online (apuestas online) a través de la marca MGA Games.
¿Por qué no es un museo público?
Desde este 2023, la familia hace estas eventuales exposiciones de la amplia colección de máquinas recreativas. “Antes teníamos el almacén en Terrassa, pero Jaume ha ido ampliando más piezas y se quedó pequeño. Ahora, esta nave es como si fuera el segundo salón de su casa”, explica Orcera que subraya que ninguna máquina está en venta y la mayoría las consiguió Sanahuja en múltiples subastas.
“A Jaume no le interesa que sea un museo público al que pueda ir cualquiera. Son sus cosas. Además, no quiere entrar en trámites para conseguir la licencia de museo y pagar los impuestos requeridos por ello. No tiene necesidad económica y está a gusto enseñando su exagerada colección a su círculo más cercano”, confiesa a este medio el empleado.
“Hay que ponerse límites”
Cabe destacar que, tal y como detallan los informes elaborados por el Ministerio de Sanidad y por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, en el año 2021 había 680.000 ludópatas o personas adictas al juego en España. En 2022, la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) también advirtió que el porcentaje sigue aumentando en el país.
“Como en todo, siempre hay que saber ponerse un límite”, resalta Sanahuja. “El juego es diversión y cuando se cruza un límite deja de ser diversión y, por lo tanto, deja de ser un juego. Yo soy aficionado a las máquinas recreativas porque, prácticamente nací con una de ellas, pero sé dónde está el límite”, finaliza mientras suena sin cesar el ding, ding, ding de las más de 600 máquinas guardadas en aquella nave industrial de Sabadell.