Todo brilla. El agua de las cascadas atravesada por los rayos del sol. La claraboya que preside la gran bóveda central. Las paredes de un ladrillo rojizo y reluciente donde cuelgan algunos cuadros. Y las sonrisas de los afortunados que han presenciado la reapertura de esta montaña artificial del Parque del Retiro de Madrid que permanecía cerrada al público desde hace dos décadas.
Desde hoy, tanto madrileños como turistas pueden adentrarse en esta singular construcción que mandó construir el rey Fernando VII en 1817 para deleitar a sus invitados de la realeza; perderse por sus galerías interiores y por los senderos ajardinados que escalan la montaña y están rodeados, perimetralmente, de un conjunto de estanques en los que desembocan tres cascadas artificiales; y disfrutar de “uno de los lugares más icónicos de la ciudad”, según ha declarado el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
El ‘nuevo’ tesoro del Retiro
Tras dos décadas en el olvido, más de ocho meses de obras y un retraso considerable -la inauguración estaba prevista en primavera-, las actuaciones llevadas a cabo para la recuperación integral de este enclave único, que se extiende desde la esquina noreste de los jardines, en la entrada de la Puerta de O’Donnell, hasta los parterres colindantes y la Casita del Pescador, por fin han llegado a su fin.
De este modo, la ciudad de Madrid recupera uno de los tesoros históricos más populares de los Jardines del Buen Retiro: la montaña artificial, también conocida como La Montaña de los Gatos por haber sido en el pasado espacio habitual para las colonias de felinos que poblaban este bucólico espacio.
Restauración millonaria
Los trabajos realizados han supuesto una inversión de 2,1 millones de euros por parte del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, y han logrado que el espacio recobre su esencia original.
En concreto, se han solucionado los problemas de filtraciones de agua que motivaron su clausura en 2004 y se han restaurado las cascadas y el itinerario interior. Además, también se ha mejorado la percepción visual que se tiene de todo el parque desde la plataforma superior de la montaña.
Los caminos del agua
Al margen de los trabajos de recuperación, durante la realización de las obras se han producido hallazgos arqueológicos relevantes que incrementan, aún más, el interés y el valor de este espacio. En concreto, se ha encontrado un viaje de agua que conducía a una noria, anterior a la construcción del parque, unos restos arqueológicos que van a quedar a la vista de los visitantes a través de una pantalla de cristal.
Cabe recordar que, en Madrid, los viajes de agua conformaban el sistema utilizado hasta mediados del siglo XIX para la distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas. Otro hallazgo notable ha sido el de los contrafuertes originales, que sujetan la bóveda desde su construcción, y una parte de ellos permanecerá descubierta a partir de ahora, con el fin de que puedan ser contemplados por el visitante.
Un museo dentro de una montaña
La exposición temporal permite conocer la historia de la Montaña de los Gatos, así como el detalle de los trabajos que se han llevado a cabo para su recuperación integral.
La muestra estará abierta de 11 a 13 horas y de 18 a 20 horas durante todos los días. En un futuro, la sala acogerá exposiciones de todo tipo, tal y como detallan fuentes municipales.
Un lugar con historia
La historia de la montaña artificial o de los Gatos no tiene desperdicio: es uno de los caprichos que el rey Fernando VII promovió en el Reservado del Parque del Retiro, la zona que delimitó para su real disfrute y el de su familia -sin acceso público-.
Las obras de esta montaña cubierta de vegetación diversa y coronada por un templete se iniciaron en 1817. Dicho templete, de rasgos orientales, estaba configurado por tres torres, una central de planta octogonal y dos cilíndricas en los extremos, unidas por una arquería.
La montaña de los mil nombres
Bernardino Berogán fue nombrado director de este jardín romántico y proyectó otras edificaciones en el parque, construidas por el arquitecto real Isidro González Velázquez, como la propia Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Casa del Pobre, la Casa Rústica, la Pajarera, la Casa de Fieras o el Embarcadero del Estanque Grande. La ría y el estanque que se encuentran a sus pies, originariamente contaron con peces y gansos, y la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso.
Esta construcción fue bautizada por los madrileños de la época de diferentes formas: la Montaña Rusa, El Tintero, por la forma que tenía vista desde lejos, o de los Gatos, ya que durante un tiempo era el lugar en el que la gente se deshacía de sus gatos convirtiéndose en hogar de los felinos callejeros.