Años atrás, los gamers acudían a las tiendas especializadas para comprar los últimos videojuegos para sus consolas, pagaban una sola vez por cada título y no volvían a gastar hasta el lanzamiento de otra novedad. En la actualidad, sin embargo, el usuario puede adquirir un juego online en las tiendas virtuales de las distintas plataformas, como la PlayStation Store, la Microsoft Store y la Nintendo eShop. El precio de estas adquisiciones oscila entre los 50 y 80 euros por las versiones estándar de títulos nuevos. Aunque, tras comprar un juego completo, las desarrolladoras ofrecen complementos, como las loot boxes o cajas de recompensa, que también tienen un coste.
En ese sentido y desde hace ya un tiempo, las distintas empresas han implementado lo que se conoce como micropagos o el pay to win en sus juegos. De esta manera, las compañías especializadas obtienen una fuente de ingresos. Aunque estas transacciones han estado en el punto de mira por considerarse un tanto polémicas e incluso abusivas, también son queridas por algunos jugadores.
¿Cuánto puede gastar un ‘gamer’ en micropagos?
Es difícil encontrar una cifra exacta de lo que se puede llegar a gastar una persona con las microtransacciones de los videojuegos, ya que depende de cada jugador. “En nuestro centro hemos tenido algún caso con extrema adicción. De hecho, una persona adulta llegó a gastarse unos 6.000 euros en unos meses mediante micropagos”, explica a Consumidor Global Consuelo Tomás, psicóloga y directora del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones no Tóxicas.
Por otra parte, los menores, que representan el 19% del total de jugadores, según el Anuario 2019 de La Industria del Videojuego en España, suelen ser los que menos autocontrol tienen en la inversión de su tiempo y dinero en videojuegos. “En el caso de los niños, podríamos decir que el gasto medio ronda los 1.000 euros, dado que no son conscientes de lo que están gastando”, matiza Tomás. Además, normalmente, los menores usan el dinero de sus padres para comprar dichas recompensas. La preocupación llega cuando esto se convierte en una adicción. “Los micropagos se pueden definir como la antesala a la ludopatía”, confiesa Consuelo. La cuestión con estas pequeñas transacciones es que ofrecen al jugador la posibilidad de contar con ciertas ventajas cuando juegan con otras personas. “Esto hace que el usuario quiera seguir comprando porque ve que las loot boxes le otorgan más oportunidades de ganar. Y el cerebro cuando empieza a atesorar más cosas siente placer” matiza Tomás. Por ello, una persona que termina mostrando una adicción puede llegar a gastar enormes cantidades de dinero.
Un modelo tragaperras
Para comprender las distintas modalidades de micropagos hay que tener en cuenta el concepto de free to play, que hace referencia a los videojuegos que se adquieren de forma gratuita --Fortnite es un claro ejemplo--, pero que cuentan con paquetes con un coste, normalmente bajo, que el usuario no está obligado a pagar para jugar. Estos complementos ofrecen nuevas habilidades para los jugadores, atuendos para personajes, mapas, monedas virtuales para gastar dentro de los juegos, etc. Existen tres modalidades de micropagos según el juego: pagos que ofrecen objetos nuevos y exclusivos; pagos para adquirir más experiencia o nivel; y pagos para personalizar o perfeccionar la estética, los cuales se denominan cosméticos.
Sin embargo, los creadores detrás de estos juegos los venden de una manera tan atractiva que muchos caen en la tentación de hacerse con uno de estos lotes. “En los videojuegos juegan con la conciencia humana, ya que venden al usuario opciones más rápidas de ganar la partida o una mejor experiencia de juego” explica Elisabet Ruiz, profesora de Economía y Empresa de la Universitat Politécnica de Catalunya. Por su parte, el precio es muy llamativo. En Fortnite, por ejemplo, comprar monedas virtuales tiene un coste que va desde los 7,99 euros hasta los 79,99 euros. Otro ejemplo es el del nuevo juego Call of Duty: Warzone, que el precio de sus packs de puntos o points van de los 9,99 euros a los 99,99 euros. No obstante, el contenido a veces resulta no ser el esperado porque algunas empresas venden paquetes sorpresa. “Enganchan mucho por el precio, pero el usuario a veces no sabe lo que está comprando”, matiza Ruiz.
Los números lo dicen todo
Estas microtransacciones son una buena fuente de ingresos para la industria del videojuego y para las empresas que la conforman. Los micropagos son un modelo de negocio que otorga grandes beneficios a los estudios desarrolladores. En el caso de los juegos free to play (F2P), Fortnite, por ejemplo, llega a facturar alrededor de 1.800 millones de euros al año gracias a las pequeñas transacciones, según el informe Micro Transactions per Minute de Slotty Vegas. Otros juegos que recaudan grandes cantidades al año son el League of Legends, con más de 1.500 millones de euros al año y Pokémon Go, con más de 1.400 millones.
Por otra parte, con los videojuegos premium, como el FIFA, en el caso de la versión FIFA20 la compañía ha recaudado un poco menos que en años anteriores, pero aún así han sido unos 500 millones de euros. Este juego utiliza los micropagos para que el usuario obtenga una cantidad determinada de Fifa Points o monedas virtuales que se utilizan para comprar los llamados sobres. Estos sobres contienen jugadores de fútbol para que el usuario pueda crear su equipo personalizado. De hecho, algunos jóvenes llegan a tal punto para conseguir estos sobres que son capaces de gastarse parte de los ahorros de sus padres en estos micropagos, como le ocurrió a un joven británico de tan sólo 17 años que hizo perder a sus progenitores más de 3.000 euros. Sin duda, se trata de un juego peligroso si no se controla.