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Leonarda, la única de sus hermanos a la que no le tocó la Lotería por “no mojarse los pies”
Era 1966 cuando el lotero llegó a un pequeño pueblo de Huelva para repartir el décimo a los vecinos, un boleto premiado que todos pudieron haber comprado
Era 1966 y una cortina de lluvia gobernaba en Valdelamusa, una pedanía perteneciente a Cortegana. El temporal no fue un freno para el lotero que venía de una Administración de Lotería en Huelva para repartir el décimo a los vecinos de la población minera. El pregón iba puerta por puerta y muchos, impulsados por la creencia e ilusión, abrieron para adquirir esa posibilidad de premio.
Primero pasó por la puerta de Francisca, para luego seguir por la de Miguel; una calle más abajo estaba la vivienda de María Josefa y Eduardo. La última casa del pequeño pueblo onubense era la de Leonarda y Antonio, que hacía de frontera entre el asfalto de la antigua carretera y un campo de jaramagos. Cada hermano compró su respectivo décimo. Todos menos la última.
“Por no mojarse los pies”
A Margarita, hija de Leonarda, aún le faltaba un año para nacer, pero conoce la historia casi a la perfección, pues su madre aprovechaba cada sorteo de Navidad para recordar cómo casi le pudo tocar el Gordo. “Ese día caía un buen chaparrón y cuando llegó el lotero a la casa, mi madre sí que abrió la puerta”, evoca Margarita del relato tantas veces repetido.
La puerta de casa estaba separada de la calle por un gran patio. El lotero permaneció detrás de la reja esperando que la propietaria se aproximara para adquirir el décimo. “Está lloviendo, no salgo que no me quiero mojar los pies”. Eso es lo que dijo Leonarda, quien no sabía en ese momento que aquel pequeño trecho entre la puerta y la calle le alejó de ganar el premio.
La única de sus hermanos
En aquel año, comprar un décimo para el sorteo del Gordo costaba 500 pesetas, unos tres euros de hoy en día. Una cantidad que Francisca, Miguel y María Josefa, hermanos de Leonarda, apoquinaron por si tocaba. Al día siguiente, el número 63.032 repartió 70 millones de pesetas en Huelva, según recuerda el diario Huelva Buenas Noticias.
Los tres hermanos con sus parejas e hijos emigraron a Barcelona en busca de una vida mejor. Cada uno compró un piso, pero no en la capital catalana, sino en Santa Coloma de Gramanet, donde vivieron hasta el día de su fallecimiento. Sus hijos y nietos aún residen en Cataluña, pero nunca volvieron a visitar Valdelamusa.
“Si no nos tocó…”
En cambio, Leonarda permaneció en el pequeño pueblo andaluz para luego, años más tarde, mudarse a Sevilla, donde su hija Margarita se casó con su actual marido y tuvo a sus dos niñas. El roce de la posibilidad que tuvo para ganar la Lotería ahora lo siente como una caricia. “Su fortuna” fue su familia y el volver cada verano a su pequeño pueblo.
“Si no nos tocó es que el premio no estaba para nosotros. El dinero ayuda, pero no da la felicidad, y mira lo felices que estamos en Andalucía”. Así finalizaba la historia que tantas veces repitió a su hija y luego a sus nietas. No como un alardeo, sino como una lección.
*Para mi abuela Leonarda (1937-2013), la persona con quién sí que me tocó la Lotería.
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