Al igual que la miel, el amor y la sexualidad no tienen fecha de caducidad. La creencia de que el deseo de intimidad disminuye con la vejez es un mito. A la hora de autoevaluar su propia libido, la mayoría de los españoles mayores de 55 años se otorgaron un mínimo de siete puntos en una escala del uno al diez, según una reciente encuesta de We-Vibe. Si como decía el cantautor Jorge Drexler “nada se pierde y todo se transforma”, ¿cuáles son los juguetes eróticos que triunfan entre los hombres más allá de los 60?
Hay otros mundos por explorar. El coitocentrismo, en muchos casos, pierde relevancia, y la gama de zonas erógenas y de estimulaciones se amplía. “Según nos hacemos mayores, perdemos tabúes y ganamos al descubrir un potencial sexual que teníamos escondido”, explica la sexóloga Montse Iserte. Llegados a este punto, los juguetes eróticos son un complemento más a la hora de innovar e intentar disfrutar de las relaciones sexuales y del autoplacer masculino con la máxima intensidad.
¿Juguetes eróticos o productos terapéuticos?
Entre los juguetes eróticos que más demandan los hombres “muchos son saludables para la próstata y también hay algunos que ayudan a controlar la eyaculación y a tratar diferentes niveles de disfunción”, expone la sexóloga Silvia Sanz, autora del libro Sexamor.
A partir de los 65 años, los señores, por norma general, “vienen interesados por mecanismos para reactivar el deseo de placer en la pareja”, apunta el divulgador sexual y asesor de la casa erótica Amantis, Óscar Ferrani, quien explica que se nota una coherente demanda de información sobre juguetes eróticos que no están centrados en los genitales. A diferencia de ellas, “suelen venir solos o con su pareja. No he visto grupos de hombres de 65 años preguntando por vibradores”, añade.
Los más vendidos
A la hora de determinar cuáles son los juguetes eróticos más vendidos entre los hombres mayores de 60 años, los especialistas lo tienen claro: las bombas de succión. También conocidas como bombas de erección, estos artilugios pueden funcionar con agua y con aire y sirven para estimular el miembro y conseguir mejores erecciones antes de tener una relación sexual. Se usan a nivel recreativo y también a nivel terapéutico. En Lovesexing, por ejemplo, tienen distintos modelos que van desde los 19 a los 134 euros, y se venden junto a un anillo estrangulador de silicona que cuesta 9 euros y sirve para alargar la erección.
Cuando las erecciones ya no son lo que eran, “los hombres se abren a probar la estimulación prostática y se quitan las tonterías de encima”, expone de forma directa Marina Argemí, responsable de la cadena de tiendas eróticas Lovesexing. En esta categoría, los masajeadores prostáticos o plugs anales de corta dimensión van acompañados de una anilla y los que más salen son los de la marca Bexar. El modelo Circe, por ejemplo, que es sin vibración, cuesta 17,50 euros. El estimulador prostático Apolo sale por 30 euros y el Eros, que incorpora mando a distancia, sube hasta los 50.
Para disfrutar en pareja
Desde We-Vibe, uno de los fabricantes líderes en lo que a juguetería sexual se refiere, destacan el We-Vibe Verge (90 euros), un anillo de estimulación que se coloca en el perineo. “Esta zona erógena responde a la presión y a la vibración, y no solo él disfruta de ello, sino que la pareja también puede obtener placer con las vibraciones”, matiza la directora de empoderamiento sexual de la citada marca de juguetes eróticos, Johanna Rief.
Otro de los dispositivos eróticos para compartir más populares es el anillo vibrador Zeus de Bexar (30 euros), una anilla que también cuenta con un estimulador clitorial incorporado. Este tipo de productos “son los juguetes más fáciles de introducir en la relación sexual”, apunta Argemí.
Hacer el acto sexual sin erección es posible
Cuando la erección es imposible, todavía hay una manera de realizar el acto sexual. Se trata de los arneses con pene hueco, “una tendencia importante en hombres de edad avanzada”, asegura Ferrani sobre estos artilugios que se componen de una sujeción a la cintura y de un dildo, y cuestan alrededor de 50 euros.
Según Argemí, aunque el que utiliza un arnés no sienta su miembro, “ayudan a dar confianza al que padece la disfunción y placer a la pareja”.