Ir a concierto de Rosalía y disfrutar de la artista a 100 metros de distancia en el Palau Sant Jordi: 100 euros. Una entrada en tribuna B para C. Tangana en el festival Starlite: 167 euros. Un asiento lateral para el concierto de Sting en el Cap Roig: 307 euros. Hacerle una promesa a tu padre y cumplirla invitándole al concierto de los Rolling Stones en una fila delantera del Metropolitano: 716 euros. Hay entradas que son sólo para ricos y que el español medio no puede comprar ni con la Mastercard. Para todo lo demás, Fucking money man, que diría la autora de Chicken teriyaki.
“Tras el Covid llegarán los felices años 20”, vaticinaban algunos. Será una época de “sexo, fiestas y despilfarro”, aventuraban otros. Pero, por el momento, lo único que ha llegado es una guerra sangrienta y una inflación descomunal. La invasión rusa de Ucrania, el Brexit, el sobrecoste del transporte, la inflación… “Se ha dado una tormenta perfecta que ha provocado el incremento de precio de las entradas”, explica el director del Festival Jardins Terramar de Sitges, Juan Ramón Rodríguez.
Pagar lo que sea por ir a un concierto del artista de moda
Las entradas para las seis fechas del tour Sin cantar ni afinar de C. Tangana en España se agotaron. Costaban entre 30 y 80 euros, y en Viagogo se revendieron por hasta 800 euros. “¿Las podríamos haber vendido más caras? Seguramente. ¿Eran baratas? No. Se ha de ser muy responsable a la hora de poner el precio de una entrada y tener en cuenta la realidad económica de la gente”, expone a este medio el fundador de The Project y copromotor de la gira de Tangana, Tito Ramoneda. Este verano, la entrada más barata para ver a ‘El madrileño’ en el Starlite de Marbella parte de los 60 euros.
En la actualidad, tras dejar atrás los momentos más duros de la pandemia, “hay un público dispuesto a pagar lo que sea por ver a esos tres o cuatro artistas del momento”, aseguran fuentes del sector. Al mismo tiempo, “muchos promotores se pillarán los dedos porque ponen precios que son una locura”, apunta otro actor del panorama musical en referencia a determinados conciertos del Festival de Cap Roig, en Gerona, a la cita con los Rolling en el Metropolitano, y al Motomami World Tour de Rosalía que organiza Live Nation.
Precios fuera de mercado
La entrada más barata para el concierto en el Cap Roig de Christina Aguilera, que no publica ningún álbum desde 2018, cuesta 298 euros. “Hace unos días todavía tenían un 50 % del aforo por vender. Es un precio fuera de mercado. Se han equivocado”, opinan fuentes del sector. El tique más barato para asistir al recital de Sting en el mismo festival sale a 307 euros.
La última vez que los Stones actuaron en España fue en 2017, cuando llenaron dos días consecutivos el Estadio Olímpico de Barcelona. Entonces, la entrada media costaba 120 euros. "Ahora han forzado un tique medio de 180 euros y ni siquiera agotarán una sola fecha en el Wanda Metropolitano. Es una animalada”, apunta un promotor que prefiere permanecer en el anonimato, quien explica que algo parecido sucede con Motomami World Tour: “Rosalía llenará Barcelona y Madrid, pero ¿llenará Almería con esos precios?”. En este sentido, Ramoneda explica que poner unos precios prohibitivos puede ahogar al sector. “Cuanto más pagues por una entrada, menos dinero tendrás para otro show”, apunta el fundador de The Project.
Más inflación, más caché
El Brexit comporta unos sobrecostes a la hora de contratar a cualquier artista británico. Los materiales, desde el plástico hasta el acero, también han subido de precio. El alquiler de los espacios cuesta, ahora, más dinero. Y los técnicos que trabajan en un festival, que no son pocos, también han pedido aumentos. “Sumas partidas y todo afecta”, explica el director del Festival Jardins Terramar de Sitges, quien asegura que sus entradas no han subido de precio porque los artistas nacionales de caché medio se han mantenido. “Los artistas internacionales y los top, como Rosalía o C. Tangana, han disparado su caché”, apunta Rodríguez.
El artista quiere ganar lo mismo o más porque ha trabajado poco durante los dos últimos años. Al mismo tiempo, “el festival vecino, que quiere reactivar su empresa, le ofrece más, y así, con una competencia feroz, los cachés se disparan”, resume Ramoneda, quien asegura que han rechazado giras de determinados artistas que pedían un caché desorbitado. En cualquier caso, la inflación y todos estos sobrecostes “no justifican” la desproporcionada subida de precio de algunas entradas, apunta el fundador de The Project.
Saturación de oferta
En 2020 no se hicieron conciertos. En 2021 la intención era arrancar, pero se trabajó bajo mínimos para salvar los muebles. Y ahora “hay una saturación de oferta musical”, coinciden todos los expertos consultados. Según ellos, nunca había habido tantos conciertos y especiales programados en una misma temporada.
Hay shows que vienen de dos años atrás y tienen las entradas ya vendidas, pero “hay shows que se presentan ahora y no venden”, advierte Ramoneda. “Hay una oferta sobredimensionada y las ventas son irregulares. Lo especial funciona si no te pasas con el precio de las entradas, pero un festival que se estrene en 2022 o una gira nueva lo va a pasar mal”, sentencia este experto.