Lo de Ticketmaster no tiene nombre. La multinacional de la venta de entradas de conciertos la ha vuelto a liar, y esta vez, por un motivo mucho más delicado de lo habitual, que, para algunos, roza la inmoralidad.
Resulta que a una mujer que compró unas entradas para un concierto de Taylor Swift le diagnosticaron un cáncer, y pidió cambiar la suya y ponerla a nombre de su sobrino, pues en esas fechas estaría recibiendo tratamiento oncológico. Sin embargo, cuál fue su sorpresa cuando desde Ticketmaster le respondieron que ese motivo (un cáncer sobrevenido) no justificaba el cambio de nombre.
La familia afectada denunció el caso en las redes sociales y Consumidor Global se hizo eco de la situación. Ticketmaster argumentó que el cambio de nombre no dependía de ellos, sino de Last Tour, la promotora de los conciertos de Taylor Swift, como parte de las medidas para evitar la reventa de entradas, y que no podían hacer mucho más.
Por suerte, ante el revuelo generado, Ticketmaster ha accedido finalmente a cambiar de nombre la entrada. Pero el daño reputacional ya está hecho. A la multinacional le habría salido más a cuenta actuar desde un principio con un poquito más de humanidad y se habría ahorrado este incidente tan desalmado.