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Un aislamiento idílico y de lujo: 500 euros por dormir bajo la luz de un faro

Reservar una habitación en alguno de los alojamientos turísticos de este estilo que hay en España es realmente complicado

Teo Camino

Vista nocturna del hotel Faro de Punta Cumplida en La Palma / MARTIN HAAG

Su nacimiento estuvo marcado por naufragios y tempestades. Son la primera señal de vida que vislumbra un barco cuando se acerca a tierra firme, pero están ubicados en lugares tan inhóspitos que ya nadie quiere vivir allí. De hecho, con la llegada de las nuevas tecnologías el oficio de farero ha desaparecido -hoy los llaman técnicos de sistemas de ayuda a la navegación- y las luces funcionan de forma automatizada. Para que no caigan en el olvido, cuatro de los 187 faros que hay en España se han convertido durante los últimos años en hoteles donde aislarse del mundo y disfrutar de la vida contemplativa.

En un islote de una hectárea que se une a tierra firme por un estrecho puente, en lo alto de una escarpada montaña sobre el mar, en la isla más verde de las Canarias y casi en el fin del mundo se encuentran estos cuatro alojamientos turísticos que, pese a no estar al alcance de todos los bolsillos, están desbordados de reservas. “Si no se han adaptado más faros es porque la viabilidad económica es limitada. Se trata de espacios pequeños y alejados de las grandes urbes”, exponen desde el ente público Puertos del Estado a Consumidor Global.

Un atardecer en el faro hotel de Punta Cumplida en La Palma / MARTIN HAAG

Las vistas se pagan

El primero en adaptar sus instalaciones fue el viejo faro de Isla Pancha (Lugo). Tras más de un siglo en funcionamiento, dejó de usarse en 1983 y hace cuatro años abrió un pequeño hotel de dos apartamentos para cuatro personas que en temporada alta cuestan 400 euros la noche. Mientras, dormir bajo la linterna del Hotel Faro de Punta Cumplida (La Palma), otro enclave idílico donde los haya, sale por unos  290 y 490 euros. Y la suite Farero, que cuenta con un gran salón con chimenea, una terraza encarada a la puesta de sol y capacidad para cuatro personas, es la más cara de este hotel ubicado en la también conocida como Isla Bonita.

Al final del camino, rodeado de agrestes acantilados que caen hasta el océano Atlántico, se encuentra el Hotel O Semáforo de Fisterra. Las seis habitaciones de este edificio centenario anexo al famoso faro se alquilan por 220 y 320 euros la noche. Este precio es muy similar al del Faro de Llafranc, en un punto privilegiado de la Costa Brava, donde la habitación cuesta alrededor de 300 euros. Es cierto que desde ningún lugar se domina el mar en toda su inmensidad como desde estos faros, pero, como apuntan algunos usuarios en las redes, “también es un sitio muy bonito y tranquilo para dormir en la furgoneta”, un plan alternativo que sin duda resulta mucho más económico.

Una de las habitaciones del Hotel O Semáforo de Fisterra, en el faro del fin del mundo / O SEMÁFORO DE FISTERRA

Las 20 habitaciones más buscadas de España

“En fin de semana no queda nada hasta octubre. La demanda de hoteles como el nuestro -pequeños, de calidad y en medio de la naturaleza-, se ha disparado”, explica José Luis López Braña, gerente de los dos apartamentos del Faro de Isla Pancha. Lo mismo sucede en el faro de Llafranc y en el de Punta Cumplida, donde encontrar una habitación en festivo es una auténtica quimera. “Llegar a un faro tiene un atractivo y un encanto irresistibles”, apunta Tim Wittenbecher, director de Floatel, la empresa alemana que gestiona el precioso hotel de La Palma.

Piscinas infinitas sobre el mar, terrazas con panorámicas capaces de dejar sin aliento al más urbanita y ventanas con vistas únicas hacen que la disponibilidad en estos cuatro hoteles brille por su ausencia. Cuando en el resto de Europa ya es de noche, allí el sol se pone en el infinito, seguramente por ello el Hotel O Semáforo de Fisterra “está casi siempre completo”, tal y como apunta Jacinto Picallo, su director. Tan bien les va que en julio abrirán un hotel de nueve habitaciones en el faro de Punta Insua (A Coruña), apenas unos kilómetros al sur del fin del mundo. Y es que los alojamientos insólitos, como estos, están cada vez más buscados por los españoles.

Una de las estancias del hotel O Semáforo de Fisterra junto al faro del fin del mundo / O SEMÁFORO DE FISTERRA

Clientes internacionales

El público que acude a este tipo de alojamientos es mayoritariamente internacional. “Alojarse en un faro es un nicho turístico que es independiente del clima, de las vacaciones o de la época del año. La gente viene a vivir un sueño único y las escapadas románticas siempre están de temporada alta”, expone Wittenbecher.

Uno de los miradores del Hotel Faro de Punta Cumplida / MARTIN HAAG

¿Qué se puede hacer en un faro?

“Se siente el temporal como si estuvieras dentro”, comenta en Tripadvisor un cliente del Hotel O Semáforo de Fisterra, donde se puede contratar un paseo en barco por la Costa da Morte, hacer una ruta en buggy por playas salvajes o visitar las cascadas de Ézaro, el único salto de agua de Europa que cae hasta el mar. En función del tiempo, la opción de refugiarse en la habitación con un buen libro y una copa de vino mientras las olas rompen en los acantilados también puede resultar tentadora.

Un buen plan en el Hotel Faro de Punta Cumplida es subir las 158 escaleras que llevan al mirador, justo debajo de la linterna, coger algo del minibar y relajarse contemplando el horizonte. “Es un lugar mágico en el que se respira paz”, apuntan varios usuarios sobre el alojamiento turístico de Isla Pancha, que está rodeado de “un entorno de cuento” en el que disfrutar de inmensos arenales y del constante fluir de las aves de paso.