“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo (...)”. Don Quijote de la Mancha, la clásica novela del genio Miguel de Cervantes --hombre de a pie, machacado, superviviente tanto de batallas legendarias como de reyertas de taberna–, sigue dando la vuelta al mundo, pero comenzó en un pequeño rincón de la vieja Castilla. Justo allí se encuentra un parador que evoca las posadas descritas por el escritor.
El Parador más quijotesco radica en Albacete, rodeado de un paisaje de molinos, viñedos y campos de trigo que fueron inspiración para la obra maestra de la literatura española. Lo que fue una antigua finca conserva el encanto de las posadas de antaño, con amplios corredores, suelos de terracota, techos de madera y jardines llenos de flores.
La esencia
La esencia del lugar concede a cualquiera a ser un personaje más de la novela universal y revivir algunas de sus escenas memorables. No sólo eso, también dispone de habitaciones confortables, un restaurante donde degustar la gastronomía albaceteña, un campo de golf de nueve hoyos, una piscina, una pista de tenis y un servicio de alquiler de bicicletas para recorrer los alrededores.
A sólo tres kilómetros de la ciudad, el Parador es el punto de partida óptimo para conocer además la diversidad de la provincia. La llanura manchega ofrece los valles de los ríos Júcar y Cabriel así como las sierras de Alcaraz y del Segura.
Visitas culturales
Asimismo, la ubicación permite un sinfín de visitas culturales. Desde el Parador de Albacete recomienda disfrutar del Museo de la Cuchillería, el Pasaje de Lodares, la Catedral de San Juan Bautista, el Teatro Circo, el Parque Abelardo Sánchez en la capital, y el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Por último, cabe destacar que el precio para pernoctar una noche en una habitación de las posadas está comprendido en un intervalo de 80 y 100 euros, dependiendo de si se trata de una opción individual o doble y atendiendo a las diferentes tarifas que ofrece el Parador. Y, con la última palabra con la que Cervantes cerró Don Quijote de la Mancha, bien acaba esta historia del Parador de Albacete: “Vale”.