Sábado 14 de mayo. 23 grados. 80 % de humedad. Los 2.498 participantes inscritos en la 13ª edición de la Media Maratón de Formentera buscan, como agua de mayo, una sombra en la que refugiarse del intenso sol en los alrededores del Faro de la Mola. Son los instantes previos a la salida. Hay nervios, estiramientos, hidratación y mucha ilusión. A las 17:30 horas, la presidenta del Consell de Formentera, Ana Juan, corta la cinta y los corredores arrancan veloces. Lo que nadie se puede imaginar es que, debido a un error garrafal de la organización (Unisport Consulting), cientos de ellos no podrán beber agua a lo largo de los 21,096 kilómetros del recorrido de punta a punta de la isla. Un error que puso en riesgo la salud de los corredores.
“Yo no cogí agua en el punto de avituallamiento del kilómetro 4 porque me había hidratado mucho en la previa. Y después me arrepentí…”, explica Nacho, uno de los corredores, que no pudo beber agua hasta el último kilómetro de la carrera. “Llegabas y los vasos estaban vacíos. Los voluntarios se disculpaban y los corredores estaban indignados. Desesperados. Y así toda la carrera”, relata. Según cuentan varios testimonios, los atletas más rápidos se terminaron el agua, y los que venían detrás sufrieron las consecuencias de este fallo de cálculo imperdonable.
La Guardia Civil y los vecinos, al rescate
“¡Es de locos!”, “¿Cómo puede ser?” o “Nunca había visto nada igual” fueron algunas de las quejas más suaves de los corredores tras pasar por los puntos de avituallamiento y encontrar que sólo había trozos de plátano y ni gota de agua, con el riesgo de deshidratación que ello supone. También hubo participantes que se quejaron de la tardanza de las emergencias a la hora de socorrer a los corredores afectados.
De hecho, muchos pagaron las consecuencias y abandonaron, desfallecidos, la carrera. Más de uno se fue en ambulancia. Otros acabaron el recorrido caminando. Y muchos resistieron como pudieron, en parte, gracias a los vecinos de la isla, a la Guardia Civil y a la solidaridad de otros corredores. “Algunos vecinos se percataron del problema y sacaron garrafas de 5 litros a la calle. Otros sacaban las mangueras. Fue surrealista, duro y bonito al mismo tiempo”, cuenta Nacho. “También había corredores que llevaban su agua y te ofrecían un poco”, añade este corredor, que sólo bebió pasado el kilómetro 20, cuando un coche de la Guardia Civil llegó con botellines de agua para evitar males mayores.
Libre de plásticos y de agua
“La prueba estará libre de plásticos desechables", presumía la presidenta del Consell, Ana Juan, los días previos a la carrera, que, por segundo año consecutivo, se celebraba sin botellas de agua de plástico y optaba por vasos reciclables. Lamentablemente, el desastre organizativo hizo que cientos de participantes corrieran, también, libres de agua.
“Pagar 33 euros para correr y que no te den ni un maldito vaso de agua”, se quejaba una atleta una vez cruzada la línea de meta. “Los voy a poner finos en redes”, apuntaba otro. Pasado el mal trago, a punto de desfallecer, acabada la carrera, la organización se había quedado sin vasos y sin bidones para que los finishers de última hora pudieran hidratarse después de la pesadilla. Desde la organización se han justificado diciendo que la previsión del número de litros de agua falló debido al intenso calor, que hizo que los corredores se hidratasen más durante la celebración de una carrera para el olvido.