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Cuando ver a Imagine Dragons cuesta 7.000 euros: la nueva realidad de los conciertos

Desde artistas de talla mundial como Taylor Swift hasta eventos de reunión como el esperado retorno de Oasis, estos espectáculos ya no son solo sobre la música, sino sobre una experiencia inmersiva inasequible para el público medio

Ana Carrasco González

Concierto de Imagine Dragons / EFE

Siete mil euros. Lo tuve que mirar varias veces porque pensaba que era un error”. Así describe Sonia su incredulidad al toparse, en la plataforma Ticketmaster, una entrada VIP para el concierto de Imagine Dragons en Barcelona, previsto para julio de 2025. El precio de 7.112,50 euros parecía tan irreal que transmitía una vacuidad inquietante. Sin embargo, no era un error. Es el costo de una de las experiencias VIP más exclusivas de la gira de la banda, que incluye una serie de privilegios como estar en una zona reservada cerca del escenario, acceso anticipado al recinto, una guitarra utilizada por uno de los miembros del grupo y otros productos de merchandising. “Será por la guitarra, pero aun así, el precio me parece desorbitado. No sé quién pagaría tanto”, resalta Sonia a Consumidor Global. 

El caso de Imagine Dragons no es un fenómeno aislado, sino que refleja una tendencia global en la que los precios de las entradas para conciertos han aumentado de manera vertiginosa, alcanzando en España un incremento del 48% en solo un año. Desde artistas de talla mundial como Taylor Swift hasta eventos de reunión como el esperado retorno de Oasis, los conciertos ya no son solo sobre la música, sino sobre una experiencia inmersiva y, en muchos casos, inasequible para el público medio.

La burbuja de las entradas y la experiencia VIP

Las entradas para conciertos, especialmente las más exclusivas, han dejado de ser un mero acceso a la música en vivo. Ahora, se comercializan como experiencias “únicas e irrepetibles”. En el caso de Imagine Dragons, el paquete VIP más costoso incluye la posibilidad de llevarse una guitarra firmada por la banda, lo cual justifica, al menos parcialmente, el precio astronómico. Pero más allá de los lujos, el verdadero fenómeno es la transformación del concierto en un evento de status, en el que los aficionados pagan no solo por la música, sino por el acceso a una experiencia que los diferencie del resto.

El precio de las entradas para un concierto de Imagine Dragons en Ticketmaster / CAPTURA

En este sentido, el término Beyonflación o Swiftflación ha comenzado a resonar en medios y entre economistas. Referido originalmente al impacto de los altos precios de las entradas para ver a artistas como Beyoncé o Taylor Swift, ahora se utiliza para señalar el desproporcionado aumento en los costes de los conciertos en vivo. El VIP de Imagine Dragons no es más que la punta del iceberg. Artistas como Bruce Springsteen, The Rolling Stones y Elton John han lanzado paquetes similares, donde las entradas pueden llegar a costar más de 2.500 euros, con algunos ejemplos extremos en el mercado secundario, como el concierto de reunión de Led Zeppelin en 2007, cuyas entradas alcanzaron los 48.000 euros.

Los precios dinámicos y la ley de la oferta y la demanda

Uno de los factores que explican esta situación actual es el sistema de precios dinámicos, una estrategia que varía el precio de las entradas en función de la demanda. Esto se ha visto claramente en giras de gran popularidad, como la de los hermanos Gallagher, donde Ticketmaster llegó a inflar el precio de las entradas para Oasis en un 600% en cuestión de minutos, subiendo de 74 a 489 libras. Este mecanismo ha generado fuertes críticas tanto de los consumidores como de expertos en derecho del consumidor, quienes lo consideran una práctica abusiva.

El Reino Unido y la Unión Europea están comenzando a tomar cartas en el asunto. A través de nuevas normativas, se busca controlar los precios dinámicos y proteger mejor a los consumidores, obligando a plataformas como Ticketmaster a ser más transparentes en su política de precios. Sin embargo, aún no existe una regulación directa en España ni en la UE que aborde esta cuestión de manera específica, lo que deja en una situación de vulnerabilidad a los consumidores, que muchas veces se ven obligados a comprar entradas a precios inflados por miedo a quedarse fuera de eventos agotados.

El cambio radical del modelo de concierto 

Más allá del debate sobre los precios, el modelo de conciertos ha cambiado radicalmente en los últimos años. Asistir a un evento en vivo ya no es solo disfrutar de un par de horas de música y conectar con el artista, sino sumergirse en un espectáculo total que incluye desde pulseras luminosas, escenografías gigantescas, efectos de pirotecnia, hasta interacciones especiales con el público. Este enfoque ha transformado los conciertos en experiencias inmersivas, lo que a su vez ha impulsado el aumento de precios.

Un concierto de Coldplay / EP

De acuerdo con la revista estadounidense Billboard, “el precio base de la entrada se destina a pagar los crecientes gastos de hacer el espectáculo, cosas como el personal, la gasolina y los camiones, que están experimentando las mismas presiones inflacionarias y escasez que el resto de la economía”. “Las ganancias se han repartido tradicionalmente en un 85% entre los artistas y en un 15% entre los promotores, según el video, pero los artistas han subido el precio de las entradas para conciertos y ahora obtienen un mayor porcentaje de las ganancias. Entonces, ¿cómo gana dinero el promotor? Tarifas de servicios, tarifas de procesamiento de pedidos y tarifas de instalaciones”, opinan desde Billboard.

Un 36% deja de asistir a conciertos por los altos precios

Esta dinámica se ha intensificado tras la pandemia, cuando la industria de la música en vivo tuvo que reinventarse. La prohibición de eventos masivos durante meses creó una demanda embalsada que, al volver los conciertos, explotó en ventas. En 2023, la facturación de la música en vivo en España alcanzó un récord de 578,9 millones de euros, un 26% más que el año anterior. Sin embargo, ese crecimiento no se ha visto acompañado por una mayor accesibilidad para los consumidores: un 36% de los aficionados encuestados por Ticketmaster afirmó haber dejado de asistir a conciertos debido al elevado coste de las entradas.

A medida que la industria de la música en vivo sigue evolucionando, parece que los precios seguirán subiendo, especialmente para los eventos de mayor envergadura. El dilema para los aficionados es si podrán o estarán dispuestos a pagar esos precios. Mientras tanto, los promotores y las plataformas de venta de entradas siguen experimentando con estrategias de maximización de ingresos, muchas veces a costa de la transparencia y la equidad.