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El cine de verano gratis en realidad sale más caro de lo que piensas
Ver películas bajo las estrellas es uno de los planes más demandados del verano, pero hay extras que suben bastante el precio
Con el atardecer tardío de los días calurosos aparecen las primeras estrellas. Estas se convierten en el techo de la sala al aire libre de muchos cines de verano. Empieza la temporada estival y este plan fantástico se convierte en uno de los más populares. Además, ver películas al fresco sale más barato –mientras la entrada de un cine convencional cuesta una media de ocho euros, una para el cine de verano cuesta entre cinco y seis–, incluso en ciertos puntos de España, algunos cines de verano son gratis. Pero muchos gratuitos llegan con truco.
Este es el caso del cine de verano que organiza Mecal Air Barcelona, que es gratis para toda clase de público. Desde el 10 de junio hasta el 16 de septiembre, las grandes pantallas de esta instalación reproducen diferentes cortometrajes cada viernes en Jardins Elisava, con acceso gratuito y servicio de barra. Pero, “no está permitida la entrada de comida ni bebida al recinto del evento”, comunican a Consumidor Global desde la empresa organizadora. Una cerveza cuesta 2,50 euros, mientras que la comida, en el catálogo se incluyen perritos calientes y bocadillos, “no sale por más de 8 euros”, según subrayan las mismas fuentes.
En los cines de verano gratis se paga por los extras
En las terrazas del museo Reina Sofía, en Madrid, el espectador puede disfrutar de películas sin gastar ni un euro en el acceso al jardín del que fue el antiguo Hospital General de la capital, en el siglo XVIII –que cuenta con un aforo de 100 personas–. “La entrada es totalmente gratis, pero dentro ofrecemos un servicio de barra para que el público consuma durante el tiempo que duran las cintas”, cuenta Chema González, jefe de Actividades Culturales y Audiovisuales del Museo. “Los precios no son ni muy baratos, ni muy caros”, explica. Así, la caña sale por unos dos euros y los refrescos por tres. “No servimos comida”, comenta.
Pero, ¿qué opinan los consumidores de estos servicios? “Al final no puedes estar dos horas de película sin consumir nada. Algo te pides, y eso te puede costar más de lo que piensas, aunque hayas entrado gratis”, reconoce la joven Marina González a este medio. Esta chica de 20 años se considera una empedernida cinéfila. Adora ir a esta clase de cines al aire libre, tanto gratuitos como de pago, y asegura que en aquellos que hay que comprar el ticket para acceder “sí que te dejan entrar con comida de casa o de otro bar”. Asimismo, explica González, con los que hay que pagar una entrada no suele haber problemas con el aforo, ya que el espectador se asegura tener una asiento asignado para disfrutar de la película elegida para la noche, mientras que en aquellos gratuitos, la incertidumbre de un aforo limitado puede dejarte fuera.
Llenar la caja por otras vías
“Tiene sentido que si no cobran por la entrada tengan que conseguir el dinero por otro medio”, reflexiona sobre este modelo de negocio Sergio Toledo, doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla. “El cine es un divertimento, y en verano aún más. Ir al cine de verano es una experiencia muy agradable. Apetece tomar algo con amigos viendo una película; da igual el título. Es lo mismo que si vas a un bar. La entrada es gratis, pero se gasta al consumir, ya que tampoco se deja traer comida y bebidas de fuera”, señala.
En concreto, en España hay alrededor de 330 cines de verano (sin contar las proyecciones ambulantes o temporales), según un informe del catedrático e investigador en Historia del Arte, Jesús Ángel Sánchez García. No obstante, este documento no especifica cuánto son de pago y cuántos for free, aunque todo hace pensar que en la mayoría toca sacar la cartera.
Los cines de pago pueden dar una experiencia más cómoda
Cibeles de Cine, en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles, en Madrid, que recibió en su última edición más de 33.000 espectadores, vuelve el 1 de julio de 2022 a proyectar películas a un precio de seis euros. El patio de butacas de este cine de verano en la capital española se compone de 700 sillas con cojines, la imagen es en alta definición y las películas se escuchan a través de auriculares inalámbricos, que garantizan la inmersión y la calidad de la experiencia durante la proyección.
“No cobramos de más por ningún suplemento, mantenemos el precio general de seis euros desde la primera edición. Ofrecemos comida y bebidas, sin embargo, el público puede traer la suya sin problemas”, afirma el director Jesús Mateos. En casos como éste, muchos usuarios verán compensado el gasto de la entrada. Así lo considera Carmen López, que fue por primera vez a un cine de verano con sus primos en 1997 en el pueblo onubense La Antilla. Esos Multicines, ubicados en la avenida del Terrón de Huelva, ofrecen grandes clásicos y nuevas películas por cinco euros. “Pero no te gastas nada más porque puedes llevar tu propia cena. Por lo que ofrecen, me parece que sale muy barato”, concluye López.
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