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Cenamos en Rumbla, el nuevo restaurante de Barcelona que enamoraría a Peret y El Pescaílla

El grupo de restauración Arenal abre las puertas de un nuevo local donde disfrutar de la gastronomía mediterránea al ritmo de la rumba catalana

Teo Camino

Comensales y músicos comparten una amena velada en el interior del restaurante Rumbla de Barcelona

En el clásico de los restaurantes con ambiente Madrid gana por goleada a Barcelona. Es un hecho innegable. Nadie lo discute. Pero también es cierto que la Ciudad Condal tiene un nuevo inquilino. Muy joven. Elegante y moderno, sí, pero con un punto canalla. Folclórico, más bien. De los que faltaban. De los que hacían falta para cenar dando palmas, tomarse una copa con Peret y cantar y bailar con El Pescaílla. Porque Barcelona tiene poder.

“Rumba p'aquí Rambla p'allá”, se puede leer en la camiseta blanca de las camareras y camareros de Rumbla, el nuevo restaurante de Grup Arenal en el centro de Barcelona, un lugar donde disfrutar de la auténtica comida mediterránea y de la rumba catalana. Pero, sobre todo, del buen rollo que se respira en el local. 

La carta de Rumbla

Una cervecita en la terraza y entro a cenar dentro, que se está más fresco. Lo primero que sorprende de Rumbla son los precios de la carta. Uno podría pensar que, dada la ubicación en la Rambla de Catalunya número 70, se la van a clavar. Nada de eso. Es un garito de tapas, platillos y mucho ritmo con unos precios asequibles. Tienen desde butifarra del Perol hasta anchoas de la Escala y navajas del Delta del Ebro, pero yo me decanto por otras opciones. Llamadme básico.

“El corazón de alcachofa con romesco y virutas de jamón ibérico (4,90 euros), la hamburguesa con queso brie crujiente y cebolla caramelizada con pan de brioche (9,80 euros, mucho más barato que Vicio) y una copa de vino blanco, por favor”.

La hamburguesa Rumbla

Un restaurante para comer dando palmas

A las ocho y media llega Albert Nieto, el músico, con su acompañante, el del cajón. También lo hace el corazón de alcachofa con jamón, que es de una ternura y sabor imperdibles, y la cosa se anima. "Tan bonita / tan morena / tan gitana como era".

 

En una mesa grande, varios comensales no lo pueden resistir y se levantan dando palmas al grito de "la flor que siempre quiso en su jardin". Algunos móviles graban la escena. Un chico tímido lleva el ritmo con el pie derecho. La joven del vestido de flores contonea sus caderas sentada en el sofá de terciopelo verde. Y llega la hamburguesa Rumbla con el queso desbordante, que es un espectáculo en sí misma, cuando los aplausos copan la sala repleta de espejos y sonrisas.

"Aquí se viene a cenar, pero, sobre todo, a disfrutar"

Los platos dejan paso a las copas, que se riegan con verdejo, Alhambra y otros brebajes, y Antonio Flores cede la batuta tanto a Melendi como a Estopa con su pegadiza Como Camarón. "Todavía ha sido un sueño / muy real y muy profundo / tus ojos no tienen dueño / porque no son de este mundo".

"Aquí se viene a cenar, pero, sobre todo, a disfrutar", resume a la perfección Montse, la jefa de sala, mientras los comensales cantan al unísono y danzan entre las mesas.

Gracias a la vida

Tras el éxtasis de Camarón, la luz se atenúa y sale el pastel. Albert Nieto entona el Happy birthday y una señora sopla las velas de su 87 cumpleaños. Ni más ni menos. Está rodeada de los suyos en una mesa alejada del escenario. Y la sala aplaude más que nunca. La anciana sonríe y baila en su silla. Es la felicidad. Gracias a la vida.

"¿Qué horas son, mi corazón?". Es la hora de la rumba reggae y de los últimos bises. ¡Y eso que mañana se trabaja! "Yo me hubiera quedado un rato más...", comenta una joven a la salida. Ha refrescado. Son las 23:10 horas del primer jueves de agosto y la rumba ha terminado. Pero "volveremos".